—Dicen que todavía se le puede escuchar las noches de luna llena, cuando todos se han ido a dormir;
—¿Por qué se lamenta, madre?
—Llora pidiendo perdón, pero los dioses nunca se lo conceden—,la mujer suspiró antes de continuar—. El rey Lycam era un buen monarca, un hombre sabio y justo con su pueblo. Creía que mientras los dioses le dieran sus favores; sería invencible. Daba grandes ofrendas al dios mayor: sacrificaba sus mejores corderos, reunía los espigas de trigo más brillantes y hermosas. Su bien más preciado eran sus hijos; tres hermosos príncipes. Por supuesto tenía un favorito; el menor de los príncipes llamado Lucian.
Pero entonces, la desgracia empezó a tocar las puertas del reino; y fue imposible no abrir. Una guerra por las nuevas tierras comenzó; muchos murieron y el rey Lycam perdió a su hijo mayor.
Esto lo volvió loco, y creyó que sí él le daba mejores ofrendas al dios mayor, entonces podría salvar a sus dos hijos y al resto de su gente.
—¿Y qué sucedió?—Los tiernos ojos de la niña miraron a su madre con vivo interés.
—El rey empezo a sacrificar a sus propios súbditos; escogía a los hijos menores de sus soldados: los degollaba, y cocinaba. Servía un festín con la carne y lo ofrecía a los dioses e incluso él mismo los comía. Dicen que una noche, uno de los dioses acudió a su festín en persona, pero el rey lo engañó haciéndole pensar que la carne que comían era de res. Pero este dios descubrió el engaño cuando uno de los soldados, el padre del último niño sacrificado, irrumpió en el castillo: llorando, reclamando por la muerte de su hijo. El dios entró en cólera al descubrir tal aberración; y volcó toda su ira sobre el rey.
—¿Lo asesinó?
—No, mi vida; eso habría sido benevolente—, la mujer sonrió, y continuó trenzado el cabello de la niña—. Lo maldijo esa misma noche de luna llena, convirtiéndolo en una bestia que se asemejaba a un lobo. Lycam perdió toda conciencia de sí mismo, y atacó a todos en el castillo, el primero al que asesinó fue al príncipe Lucian, arrancando su garganta de un mordisco. A la mañana siguiente, cuando el sol brilló en lo alto, Lycam recuperó su forma humana y vio lo que había hecho. Su ropa estaba hecha jirones, todo su cuerpo escurría la sangre de sus víctimas. Buscó en las habitaciones a sus hijos, y encontró el cuerpo del principe menor destrozado, y a su otro hijo agonizando.
—Pobrecito—la niña llevó una mano temblorosa a su boca—. ¿Qué sucedió después?
—Algunos aseguran que al descubrir lo que había hecho corrió al bosque detrás de su castillo y nunca más se le volvió a ver. Otros dicen que cada luna llena la bestia dentro él lograba salir y asesinaba a todos los que encontraba. El rey huyó sin saber que uno de sus hijos había sobrevivo a su ataque. Pero este príncipe también se convirtió en una bestia, y los aldeanos terminaron atravesando su corazón con una estaca de plata, la cuál había obsequiado aquel dios que puso la maldición sobre el rey.
—¿Aún sigue vivo el rey Lycam, madre?
—No lo creo, mi vida; esto sucedió hace muchísimo tiempo. Pero cuando era niña, tu abuela me contó que el rey se arrancó a sí mismo su corazón y lo ocultó. Pues su este era lo único que lo ayudaba a volverse humano, y recordar todo lo que había perdido. Desde que el rey fue maldito, las bestias aparecieron por todo el reino. Algunos piensan que sí encuentran el corazón de Lycam y lo atraviesan con la estaca de plata que otorgó el dios, entonces todos los hombres lobos desaparecerán.
—Pero mi abuela me dijo que los hombres lobo son persona...
—Lo fueron en algún momento, querida, pero una vez que una persona es mordida, por su sangre corre la maldición de Lycam y se convierten en bestias para siempre.
La niña suspiró, dejando caer sus hombros.
—¿Y dónde está su corazón?
—En los bosques de Merddruth. Si logras entrar en él cuando la luna está en su punto más alto, puedes ver el lugar preciso en dónde está enterrado. Pero nadie va ahí, mi vida; es un lugar maldito. Un lugar lleno de bestias y demonios.
Cuando la luna brille, y escuches el clamor del perdón, corre.
Cuando la noche te abrace como un padre al hijo pródigo, reza
Pues las bestias están sueltas.No importa si te escondes, te van a atrapar
la maldición al inocente alcanzará, su alma transformará; y su corazón perderá.Llora a la noche, clama por perdón,
la melancolía alimenta a los dioses,
La muerte agrada a la luna.
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Red Moon
Fantasy«-Por eso es conveniente ser una oveja negra-dijo con tono socarrón-. Son las únicas que saben reconocer al lobo bajo la piel de cordero.» -Carolina Andújar 🎶Juguemos en el bosque, mientras el lobo no esta, ¿lobo, esta?🎶 Primer...