La decisión

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—Alexa, despierta —abrí los ojos con lentitud, como si la poca la luz que había en mi habitación me hiciera daño. Azul estaba a mi lado apartando algunos mechones de cabello de mi rostro, se veía preocupada. Recordé la emoción con la que me despertó ayer y de inmediato sentí una punzada en mi pecho.

Ahora estaba comprometida.

Aún no me colocaba el anillo de compromiso, pero podía sentir un peso de más en el dedo en el que estaría. Me senté y le dediqué una mirada tranquilizadora a Azul, ella no debía saber sobre esto, tenía que creer que me casaría con Joaco por amor.

—¿Qué pasa, enana? —le pregunté sonriendo. Esto me estaba destrozando.

—Son las dos de la tarde... —me dijo, mordiéndose el labio.

Había olvidado que hoy saldría con los demás al parque de diversiones. Me puse de pie y me di cuenta de que Azul ya estaba vestida. Me dejó a solas para que pudiera cambiarme, aunque su presencia no me molestaba ni me avergonzaba.

Cuando acabé de abrocharme el último botón de mi abrigo, miré con odio la cajita donde dormía el anillo. Estaba sobre mi escritorio y parecía estar iluminado por el cielo. La abrí y sin pensarlo dos veces para no arrepentirme, me coloqué el anillo. Lo contemplé unos minutos hasta que Azul tocó la puerta para avisarme que mis amigos me esperaban abajo listos para irse.

Mis amigos. ¿Cómo reaccionarán ante la noticia? ¿Qué pensarían de Joaco si conocieran la verdad?

Comencé a sentir lástima de mi misma, me había rendido ante el matrimonio incluso antes de luchar. ¿Tan débil me consideraba Joaco?

Una nueva oleada de ira me arrancó un gruñido de la garganta.

No. No le haría las cosas tan fáciles. Si quería casarse conmigo no opondría resistencia, pero no por eso me convertiría en la esposa perfecta.

—Ya voy —le grité a Azul.

Yo no acostumbraba a llevar maquillaje, aunque tenía algunas cosas que me regalaban. Me arreglé lo más que pude y peiné mi cabello hasta que quedó completamente liso. Era desagradable ver mi reflejo en el espejo y no reconocerme, pero si Joaco deseaba guerra, eso obtendría.

—¡Ya estoy aquí! —exclamé con falsa alegría cuando bajé las escaleras. Nicole y Sky me abrazaron al mismo tiempo para saludarme y me regañaron por quedarme dormida.

—Eres una holgazana —me dijo Nicole. Las tres reímos y entonces, los vi.

Salían de la cocina, cada uno con un trozo del pastel de cumpleaños de anoche en las manos. Matías tenía la mitad del rostro cubierto de chocolate e intentaba manchar a Ivo, quien se alejaba lo más que podía de las manos sucias de Matías.

—¡Alexa! —gritó Matías en cuanto me vio y corrió a darme un gran abrazo. Esta vez la felicidad fue verdadera, dos de los tres chicos que consideraba mis mejores amigos estaban a mi lado en ese momento y eso era justo lo que necesitaba para reunir la fuerza para enfrentarme a Joaco.

—Mira que bonita estás, seguro a que ya tienes novio —dijo Matías.

—No la acoses tanto —me defendió Ivo. Me abrazó de la cintura y me dedicó una ancha sonrisa que me calmó, al menos mis amigos me apoyaban.

Noté la mirada de Nicole sobre nosotros e intenté despegarme de Ivo, yo sabía que a mi amiga le gustaba y no quería problemas con ella también.

—Aparta tus manos de Alexa—escuché de pronto. Los cinco miramos a la misma dirección y vimos que Joaco venía hacia nosotros. Se me heló la sangre cuando cruzamos miradas y él me sonrió.

Marry Me- Seven KayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora