La normalidad no es para nuestra familia II

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26 años

—¡Papá! —gritó Jaden. Movió los brazos con enegría y botó un vaso con bebida, derramando todo sobre el mantel nuevo.

—Jaden, mira lo que hiciste —le regañó Ariel. Era divertido ver cómo Matías se comportaba como un niño al lado de su hijo, haciendo enojar a Ariel. Joaco rió conmigo, ocultando su sonrisa detrás de mi cabello, mientras sostenía a Dixie.

—Joaquín, detente o botarás a la niña —murmuré, sin mucho convencimiento.

—No le pasará nada.

Y eso era verdad, Dix era la devoción de Joaco, lo daba todo por ella. Y como hoy era su cumpleaños, no la soltaba ni siquiera para ir al baño, quería pasar cada minuto del día a su lado, a pesar de que Dix llorara porque quería caminar y jugar con Jaden.

Era extraño estar todos juntos. Al final, Sky seguía con Mateo, Ariel casada con Matías ante un impulso, Nicole era muy amiga de Ivo aunque todo el mundo sabía que había algo más, y Julieta, mi querida prima, al final había logrado vencer la timidez y se quedó con Thomas. Era estupendo saber que mis mejores amigos estaban juntos, todos, y que ahora nos visitaran junto a mis padres y Paola en el cumpleaños de Dixie.

—¡Papá! —volvió a gritar Jaden y esta vez lanzó un pedazo de pastel contra el rostro de Matías. Joaco estalló en carcajadas, agradeciendo que Dix fuera tan calmada y no una revoltosa como Jaden.

—¡Jaden Spallatti! —excalmó Matías. Su grito despertó a Dix, que se había quedado dormida hace poco, y se puso a llorar con ganas. Y Jaden la siguió.

—¿Ya ves lo que haces, Mati? —le regañó Ivo—. Eres un desconsiderado, haces llorar a tu hijo y a tu sobrina, que mal tío eres.

—No seas tan cruel, Ivo—replicó Matías.

—Pásamela —le dije a Joaco en medio de la pelea. Al principio no quiso, pero terminó por entregármela al ver que Dix no dejaba de llorar.

Dixie se quedó tranquila de inmediato y comenzó a jugar con mi cabello, como siempre hacia cuando la sostenía yo. Acarició mi rostro con sus manos y la besé en la mejilla. Era sorprendente cómo cada vez sus ojos se parecían más a los de Joaco, y su cabello Rubio y lacio también. Eran demasiadas coincidencias, e incluso llegué a preguntarle a Joaco si no me había engañado con alguien, porque Dix era su vivo reflejo. Pero siempre él me respondía que jamás se atrevería a mirar a otra mujer cuando estuvo más de la mitad de su vida enamorado de mí. Podrían pasar los años, pero ese lado cursi y romántico de Joaco, me temía, que no se iría jamás. Aunque en parte me alegraba, eso significaba una discusión diaria, y una reconciliación también.

Pero sin duda, lo que más me gustaba, era cuando al final él me decía que no tenía ojos para nadie más porque me amaba demasiado, y también a Dix, y no se atrevería a destruir la felicidad que tanto le costó construir.

Era un romántico sin causa ni solución.

—¡Las velas! —gritó de pronto Azul. Ver a mi hermana pequeña, ya adolescente casi adulta, era divertido, porque aún no podía quitarme de la cabeza esa vez que nos ayudó a mí y a Mau a saber si Joaco estaba celoso. Extrañaba esos años, pero también estaba emocionada por los que vendrían.

Si me ponía a recordar, habíamos cometido demasiadas locuras cuando jóvenes, más jóvenes que ahora. Era una exagerdad e histérica, me arrepiento de haberme comportado tan fría el cumpleaños de Joaco y mostrarme indiferente ante su declaración, me arrepentía demasiado, por eso, trataba de hacer lo mejor para él siempre. Porque le amaba y nunca me había sentido tan segura de algo.

Colocaron las velas en la torta y cántamos el cumpleaños feliz, Dixie no parecía emocionada, seguía algo asustada por todas las personas a su alrededor, estaba acostumbrada a mi presencia la mayor parte del día, a Joaco por las tardes cuando llegaba del trabajo y de Nana y Asesino, nuestras mascotas.

Joaco y Matias soplaron las velas por Dixie, y Matías estampó el rostro de Joaco en el pastel. Ariel estaba al borde del colapso y Mateo e Ivo no hacían más que reírse, mientras Thomas intentaba limpiar a Joaco.

Dejé a Dixie con Jaden para que jugara, se llevaban bastante bien y eso no le agradaba para nada a Joaquín, consideraba a Jaden como una amenaza. Decía que le quitaba tiempo de su hija. Un padre celoso y esposo también.

Miré a todos mientras comían pastel, y de repente, Joaco me atrapó en sus brazos y me apartó hasta nuestra habitación.

—¿Qué sucede, Rubio? —inquirí, sentándome en la cama.

—Sabes, no lo hacemos tan mal como padres, ¿no lo crees?

—Pff... tú eres un súper papá, así que supongo que no —sonrió de medio lado y se arrodillo frente a mí. Me besó en los labios, con dulzura y me recordó esa vez en que me besó el día que comenzó todo esta locura. La diferencia, es que la primera vez me obligué a reprimirme por la rabia que sentía, pero ahora, dejé que mis labios respondieran por mí y se fundieran con el aliento de Joaquín.

—Estaba pensando... que Dix se podría sentir algo sola... —murmuró contra mi oído cuando nos dejamos de besar.

Lo miré por unos segundos y sonreí como tantas otra veces.

Sabía de lo que estaba hablando.

—Bien, pero que esta vez no separezca a ti, o de verdad comenzaré a sospechar —el rió por lo bajo y me volvió a besar, esta vez, como si el mundo se fuera a acabar.

Marry Me- Seven KayneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora