Dejé que Matías y Alexa siguieran de amigos en la piscina, en cuanto a mí, fui directo al bar del hotel y pedí el trago más fuerte que tuvieran. Escoció mi garganta como si me estuvieran fusilando en ese preciso momento, pero no era nada comparado con la vergüenza que sentía.
Se suponía que era mi luna de miel con Alexa, no entendía por qué Matias tuvo que venir a arruinarlo todo. Era mi amigo, gracioso y un chico estupendo, pero no era el momento más adecuado para venir a "animar las noches", de eso me podía encargar yo sin la ayuda de nadie.
De pronto, mientras bebía, sentí una mano delicada en mi hombro. Supe de inmediato que no era Alexa, ella sólo iba y me gritaba, o me golpeaba en el hombro o cualquier tipo de cosa infantil que por más años que pasáramos juntos, nunca dejaría de hacer como si fuéramos los mismos niños de ocho años.
Giré mi cabeza lentamente y me encontré con una chica morocha, más o menos de la misma estatura que Alexa pero con unos ojos azules muy profundos y bonitos. Sin embargo, era muy femenina y seductora, no tenía la gracia y simpatía que desbordaba mi esposa.
—¿Qué hace un chico como tú bebiendo a estas horas? ¿Quieres que te acompañe? —debía tener más de veinte años, se le notaba en la mirada y en la voz. Además, parecía dispuesta a todo por que la invitara una copa.
No me apetecía hablar con ella, pero tampoco estar solo bebiendo como un condenado horas después de bajarme de un avión, así que no reclamé cuando ella se sentó en la silla que estaba a mi lado.
—¿Cómo te llamas? —me preguntó. Me miraba de arriba abajo, analizando la ropa cara que la madre de Alexa me había regalado para el viaje. Seguro pensaba que era su día de suerte.
—Nick —mentí—. Nick Austin. (Bb <3)
Austin era el segundo apellido de Alexa no creía que se enojara si tomaba prestado su apellido para burlarme de una cualquiera por unos minutos. Estaba seguro que si fuera por Alexa, me hubiese regalado encantada toda su identidad, le fascinaban este tipo de bromas.
—Yo soy Lucia Richards —traté de disimular mi asombro lo mejor que pude, a veces para esas cosas era bastante bueno, para ocultar mis sentimientos.
Me dijo su nombre sin habérselo preguntado, y de saber que se llamaba Alexa, tampoco lo hubiera hecho. ¿Acaso era posible que se tuviera tantas similitudes con Alexa?
—¿No eres de aquí, Nick?
—No, soy de Italia —cada vez se acercaba más hacia mí y recargaba todo su pecho sobre el mesón del bar, su escote resistía todo lo que podía por no reventar frente a mí.
—Yo soy de Inglaterra, de Londres —comencé a odiarla tan rápido como hablaba. Me contaba cosas que no preguntaba y eso era desagradable.
Entonces, cerca de la entrada al bar, divisé la melena castaña de Alexa. Ya no estaba con Matías y parecía algo perdida, seguramente no sabiendo a dónde ir o qué hacer.
Deseé que dejara de lucir como una niña extraviada para que me fuera a rescatar de esa bruja que tenía a mi lado, que se las arreglaba para seguir hablando de sí misma sabiendo que no la estaba escuchando. Pero Alexa no era así, ella era una chica todavía.
Y no sabía si amar u odiar esa parte de ella.
Finalmente, me vio. Y agradecí la distancia que nos separaba, porque pareció que un aura oscura la rodeó de repente y que todo su rostro se ponía pálido. Ni siquiera esperó o esquivó a las personas que se le cruzaban, caminó a toda prisa y con decisión hacia mí. Le sonreí como nunca cuando estuvo lo suficientemente cerca como para distinguir las expresiones de mi rostro, le dediqué la sonrisa más inocente y a la vez burlona del mundo. No planeé causarle celos, pero era una pequeña venganza por lo de Matías.
—¡Joaquín, cariño, te estaba buscando! —exclamó. Lucia se dio vuelta a mirarla y se tapo la boca para reírse de Alexa.
Eso no me lo esperaba, Alexa tampoco. Pero me enfadó muchísimo.
Se había burlado del vestido floreado de Alexa, del mismo vestido floreado que yo elegí para ella.
—No admiten niños en el bar, ¿por qué no te vas a buscar a tus padres en la piscina? —le dijo a Alexa.
—¿Y por qué no te vas a ahogar en ella? —le interrumpí. Me miró incrédula y muy ofendida, seguro nadie en su vida se había resistido a sus encantos. Lástima que yo tenía ojos para una sola chica cuyo nombre comenzaba con A. Y Lucia no era ese.
—Chico malo, me agrada —dijo Alexa. Ambos nos reímos de sus palabras y ella se apoyó en mi hombro para no caerse de tanto reír.
Lucia no parecía entender que sucedía.
—Nick, ¿qué está pasando aquí? ¿Por qué te dijo "Joaquín"?
—Lo siento, es que está un poco loca y cree que soy la rencarnación de Joaquín López —Alexa aguantaba las ganas de volver a reírse, pero en cambio, me siguió el juego.
—¡Joaquín, cuál es el reportaje de hoy! —y no pudimos más.
Al final Lucia se fue indignada y un camarero nos echó del bar. Nuestras carcajadas se oían por toda la isla. Admitía que el alcohol que bebí hizo su parte para decir tantas tonterías juntas, pero fue más el saber que Alexa se burlaba conmigo de esa chica lo que me hizo feliz. No estaba enojada y se lo había tomado con humor.
A veces era buena la versión infantil de ella.
—Así que... Nick, ¿quién era ella? —me preguntó de todas formas después de que el camarero nos echara y nos prohibiera volver al bar.
—Lucia —le dije como si nada. Comencé a caminar hasta llegar al ascensor, Alexa me siguió el paso y me tomó de la mano. Acaricié sus dedos, disculpándome por lo sucedido en el bar, y ella hizo lo mismo, cosa que interpreté por lo ocurrido con Matías.
Las puertas del ascensor se abrieron y subimos a nuestro cuarto, que estaba en el octavo piso.
—¿Y de dónde salió esa tal Lucia? —insistió con el tema. Tal vez si estaba celosa, podía notar cierto brillo en sus ojos y no eran de felicidad.
—No lo sé, si me lo preguntas así, la verdad es que tampoco me interesa.
Eso no pareció convencerla, pero no dijo nada hasta que nos bajamos del ascensor y estuvimos dentro de nuestro cuarto.
—¿Y Matías? —inquirí cuando lo recordé.
—Oh, se fue a su hotel.
—¿No está aquí? —eso no me lo esperaba.
—Claro que no, dijo que por más que quisiera, no podría dormir sabiendo que sus amigos estarían disfrutando de su luna de miel a metros de su habitación, así que se hospedo en otro. Además, vino con una chica.
Y sabía a quien se refería, era Ariel, la chica con la que fue a la boda. Matías siempre fue acelerado en las relaciones, varias veces estuvo a punto de pedirle de rodillas matrimonio a cinco chicas en un año creyendo que eran su verdadero amor. Sólo esperaba que no ocurriera lo de años anteriores: Que sacara su lado infantil demasiado pronto, eso asustaba un poco a las chicas.
—Bien por nosotros —dije. Nos acostamos en la cama, tenía todo ordenado y no teníamos nada planeado para hoy, las actividades y esas cosas comenzarían mañana, y la verdad, estaba bastante nervioso.
Mal chiste lo de Joaquín López ✌🏼😔🔫 La broma original era más graciosa pero bueno, es una adaptación
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Marry Me- Seven Kayne
Fiksi PenggemarAdaptación -𝐘 𝐩𝐨𝐫 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐬𝐞 𝐜𝐚𝐫𝐢ñ𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐭𝐞𝐧𝐞𝐦𝐨𝐬, 𝐉𝐨𝐚𝐜𝐨- 𝐝𝐢𝐣𝐨 𝐦𝐢 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞, 𝐫𝐚𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐬𝐮 𝐭𝐫𝐚𝐣𝐞 𝐧𝐞𝐠𝐫𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐟𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐨𝐜𝐚𝐬𝐢ó𝐧...