S E I S

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Un fuerte dolor de cabeza lo despertó.

Removió sus ojos debajo de sus párpados antes de abrir sus pestañas con suavidad, tratando de acostumbrarse a la luz blanca por la que pronto se vió rodeado. El aire tenía un olor suave a alcohol que lo mareó por un instante, pero recobró la consciencia en cuanto el calor sobre su cuerpo lo abrazó.

Se vió a sí mismo sobre una enorme cama, cubierto por una sábana roja de terciopelo, estaba pálido y enormes ojeras pintaban protagonismo bajo sus ojos. Era consciente de estar frente a un espejo que reflejaba uno de sus brazos, fuera de la sábana, conectado a una especie de manguera roja, misma que serpenteaba hasta lo que parecía ser una mesita de noche, donde reposaba una máquina que sostenía una bolsa transparente, llenándose de una sustancia roja. No, no era solo una sustancia extraña roja, era su sangre. Estaban extrayendole sangre.

La idea sirvió para espantar todo cansancio o dolor que punzaba su cabeza. Se levantó de golpe, descubriendo su cuerpo y la repentina acción envió un aguijón detrás de su cabeza que lo obligó a caer de nuevo sobre el suave colchón.

Escuchó un sonido seco a su derecha, giró la mirada para ver de qué se trataba y encontró a una mujer muy joven, usando algún tipo de uniforme blanco que la hacía parecer una sirvienta o quizá una enfermera. Traía consigo una bandeja de plata reluciente sobre sus manos, equilibrando sobre ella una jarra de lo que parecía jugo de naranja y un emparedado.

—¡Oh! Parece que ha despertado.

—¿Dónde estoy?

La mujer se tomó el tiempo de acomodar la bandeja sobre la mesita junto a su cama como si tuviera todo el tiempo del mundo y eso ponía más nervioso a Seokjin.

—Me temo que no estoy autorizada para darle esa información.

Jin observó como la extraña mujer revisaba la máquina y acomodaba la bolsa.

—Tengo que irme de aquí ¿Dónde está la salida?

Preguntó observando a su alrededor, dándose cuenta al fin que se encontraba en una habitación demasiado lujosa. El suelo brillaba en un color mármol, como si hubiesen pulido diez veces antes de entregarla, vio también algunos muebles rústicos, cuadros renacentistas de mujeres desnudas en posiciones extrañas y sobre todo, la enorme cama de edredón fino.

—¿Porqué querría irse?

Escuchó a la mujer hacer la pregunta en un tono divertido, como si su petición fuese lo más absurdo que escuchase en su vida.

Frunció el ceño.

—Fui secuestrado e inducido a algún tipo de sustancia desconocida que me provocó la inconsciencia, traído aquí en contra de mi voluntad. Exijo que me diga dónde está la salida.

Esta vez con un tono de enfado, apartó las sábanas de sus piernas y se comodó para colocar los pies sobre el frío suelo.

—Es usted un mal agradecido—Reprendió la mujer bloqueando la puerta. —El Conde Liam le ofreció una de sus habitaciones, le dió el cuidado como si fuese un pariente y usted se comporta como un paranoico ¿Sabe lo que los demás darían por estar en su lugar? ¡NO!— Seokjin dió un respingo ante su drástico tono. —Nosotros, los nobles, somos agraciados con comida y techo, pero usted, un hombre que es tratado como la realeza desea irse... ¡Qué patético!

¿Conde Liam?

Después de escuchar un reproche de celos, en lo único que pudo concentrarse fue en aquel nombre que le provocaba escalofríos.

—Solo quiero irme.

La mujer negó con la cabeza.

—No voy a dejarlo irse. El Conde Liam en persona me pidió cuidarlo y mantenerlo a salvo en ésta habitación.

K R A C K ¹ 【TAEJIN】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora