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CAPÍTULO VIII

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Él estaba ahí, parado con la boca semiabierta, a causa de lo que yo acababa de confesarle. El viento del naranja atardecer comenzaba a golpear ligeramente nuestros rostros, pues ya faltaba poco para que el sol cayera y la oscura noche nos alcanzara.

—¿Qué? —logró decir Auro luego de unos segundos y después comenzó a reír—. Ah, es un chiste, ¿verdad?

Permanecí con una expresión de seriedad en mi cara, para que sin necesidad de usar palabras él entendiera que estaba hablando muy en serio. Al percatarse de eso, la leve sonrisa que estaba en su rostro fue desvaneciéndose poco a poco, hasta volver a ser inexpresivo. Sus ojos claros se quedaron fijos en en mí por varios segundos, poniéndome realmente nerviosa; después miró al suelo y negó con la cabeza.

—No puedes estar hablando en serio, Zoe —susurró.

—¿No? ¿Por qué no? ¿Crees que mentiría sobre mis sentimientos? —cuestioné cruzándome de brazos.

Los papeles se habían invertido, y al parecer quien ahora intentaba evadir mi mirada era él. Auro estaba muy nervioso y lo demostraba llevando una de sus manos a su cabello, mientras parecía buscar una respuesta para darme.

No sabía cómo reaccionaría ante mi confesión, a decir verdad, ni siquiera había pensado en la idea de contarle que me derretía por él. Era como si mi boca hubiese tomado vida y repentinamente hubiera decidido por sí misma el hecho de delatarme. A juzgar por la actitud que Auro estaba teniendo, sería mejor comenzar a preparar a mi corazón para un enorme rechazo y que de esa manera fuera un poco menos doloroso, porque sí, ya lo veía venir. Noté como por fin después un largo silencio entre ambos se dignó a responderme.

—Teniendo a tu alrededor a un montón de chicos igual de mimados que tú, ¿te fijas en mí? Vamos, creo que desviaste tu vista demasiado.

—Auro, no finjas que te sorprende escuchar que una chica más se muere por ti. Sabes que la mitad de la universidad babea por ti.

—Me sorprende viniendo de ti. En verdad... No sé qué decir, yo no lo esperaba. Siendo sinceros, estás hablando con la persona incorrecta, Zoe. Lo siento, pero yo no soy para ti —me observó con pena y después suspiró—. Incluso si intentara, no tengo un corazón para ofrecerte.

Podría jurar que en ese momento escuché un sonido proveniente de mi pecho, de algo rompiéndose en mil pedazos. Bajé mi vista al suelo rápidamente en cuanto sentí que mis ojos comenzaron a humedecerse. Era casi increíble haber vivido tantas emociones en un mismo día.

Desde un principio, Mónica intentó advertirme que Auro no tenía un corazón, sino una piedra. Quise engañarme a mí misma y convencerme de lo contrario, pero supongo que después de todo, ella y todos tenían razón.

—Claro —solté—. Perdón, no fue mi intención incomodarte. Fui una estúpida al creer... —Me detuve por un segundo a pensar en lo que estaba haciendo— Olvídalo, no vale la pena.

Me di cuenta de que estaba humillándome a mí misma una vez más y no podía permitir que eso siguiera, así que sin más me di la media vuelta limpiando mis lágrimas, esta vez, decidida a volver a casa.

Negué con la cabeza y me alejé.

Mis ojos llorosos comenzaban a nublar mi vista, impidiéndome ver en dónde pisaba, pero lo único en lo que mi mente podía pensar era en marcharme de ese lugar lo más pronto posible y no volver a ver la cara de Auro. Me sentía totalmente estúpida, dándome cuenta de que todo el tiempo defendí algo indefendible, y además, al pensar que el chico más deseado de toda la universidad podría fijarse en alguien tan común como yo. Pensar que un chico tan controversial como él se fijaría en mí era una idea tonta, muy tonta.

AURO [#1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora