Cuentos Espirituales

Era de Oro

La catástrofe había terminado. Un rayo de sol atravesó las nubes. Los sobrevivientes salieron de su escondite y los héroes le sonrieron al cielo. Nadie lo podía creer. Presintiendo la llegada de una nueva era, los niños corrieron y jugaron encantados. Las aves volaron sintiéndose a salvo. Poco después el sol iluminó por completo. Todos contemplaron pasmados las siete naves blancas que aparecieron cerca de él. Descendieron de ellas los hermanos mayores, quienes se acercaron a los héroes para felicitarlos y abrazarlos por haber superado la prueba. Los héroes respondieron con entusiasmo. Una luz violeta los envolvió. Sintieron un cambio físico y espiritual; habían adquirido nuevas habilidades. Un héroe recordó algunas de sus vidas pasadas, otro héroe empezó a levitar, otro enderezó una flor con su mente. Los sobrevivientes los observaron impresionados. Mariposas de distintos tipos llegaron a revolotear a la zona. Llenos de emoción, los niños dijeron que también querían tener poderes. Todos se rieron. Los hermanos mayores dieron una gran noticia: se quedarían para ayudar a crear una sociedad armónica y enseñarles a controlar sus poderes. Los héroes aceptaron con gusto. Ellos y los hermanos mayores se dieron un apretón de manos. Pasaron los días y los años. Había ahora una sociedad que coexistía con la naturaleza; en todos lados predominaba la armonía. Los niños jugaban en los montes, los jóvenes estudiaban sobre el espíritu y el universo, los adultos exploraban nuevas dimensiones. Los héroes y los hermanos mayores eran los principales ejemplos a seguir; enseñaban que los poderes mentales debían ser empleados con intenciones benévolas. Nadie podía concebir que hacía apenas unos años había sucedido la catástrofe. Día a día todos desarrollaban sus virtudes, no había persona que fuese controlada por los vicios. La misma Tierra se mostraba contenta. La luz había llegado y estaba por expandirse cada vez más.