El lindo sonido de un violín a las ocho de la mañana despertó al trabajador John, John Watson. Abrió lentamente sus ojos, y sonrió, sabía perfectamente quien era el que hacía ese placentero sonido que lo alegraba, y hacía comenzar su día feliz. Quitó la sabana que lo cubría y se sentó a la orilla de su cama, se talló los ojos, se estiró y se levantó.Abrió la puerta de su habitación que ya estaba entre abierta, la luz de la ventana lo deslumbró, cerró fuerte los ojos y los volvió a abrir encontrándose a su compañero de piso, a su mejor amigo, al hombre que lo hace feliz. Vestido de bata azul como sus ojos. En su mano izquierda se encontraba su violín, y su mano derecha el arco con el que producía tan bellas melodías, movía de un lado a otro sus dedos para los diferentes acordes, John se quedó inmóvil recargado con una mano en la mesa, plasmado por el bello sonido que hacía. Lo contemplaba, veía su cabello rizado, su gran altura que a todas las chicas volvía locas.
— John, por favor, deja de mirarme, no puedo concentrarme.
El mencionado reaccionó y regresó de la nube en la que se había trepado para ir en un viaje de enamoramiento que todos estaban conscientes de eso, John siempre ha estado enamorado de Sherlock, pero no lo dice, no lo acepta.
— ¿Ya —se limpia la garganta— desayunaste?
Silencio. Sherlock no respondía cuando tenía la mente ocupada y el violín era una manera de pensar. Después de tantos años viviendo sabía perfectamente eso, pero se le olvidaba.
John prosiguió a abrir el refrigerador, el primer estante había manos mutiladas en una bolsa; el otro estante contenía un vaso con líquidos extraños, "no, gracias" pensó John y viendo los otros estantes vacíos prefirió cerrarlo y bajar con la señora Hudson.
— ¡John! Ya te levantaste, preparé huevos revueltos con un pan tostado y mini salchichas, ¿Gustas? — dijo la pequeña a la par que tierna señora que les rentaba el apartamento, con su mandil y su cabello despeinado.
John agradeció y se sentó frente a ella, y tomó un trozo de pan.
— ¿Sabes que le pasa a Sherlock? —agarró sus cubiertos— Hace semanas que no tocaba el violín.
— Quien sabe, ¿Habrá alguien que sepa qué pasa por la cabeza de Sherlock? Ni Mycroft sabe —masticaba tranquilamente, disfrutando la deliciosa comida.
Mientras los dos disfrutaban la delicia que tenían en frente se escuchó un grito proveniente de arriba, los dos dejaron de masticar repentinamente, después se escuchó un:— ¡John!
John se levantó rápido de la mesa, dejando el pan que traía en la mano. Subió las escaleras lo más veloz que pudo, de dos en dos, sus pequeñas piernas no daban para más. Abrió la puerta y se encontró a Sherlock sentado en su sillón en silencio y con las manos empalmadas debajo de su mentón.
— ¿Sherlock? —silencio absoluto— ¿Sherlock qué pasa? —el pelinegro tenía su vista hacia enfrente, no le hacía caso a quien hablaba— ¡Sherl-
— ¡Sh! —calló al rubio, John puso su sonrisa de confusión y tenía ganas de golpearlo— te hable para que le digas a la señora Hudson que mi té mañanero no ha llegado.
El rubio estaba quieto, con los puños muy apretados, y con su cara enojada en su máxima expresión emocional. ¿Le habló solo para eso? A punto de enfrentar a Sherlock en una batalla verbal, su teléfono sonó, lo salvó la campana prácticamente.
— ¿Holmes? —respondió. John trataba de tranquilizarse, se estaba alterando mucho, y se recargó en la pared, para esperar a ver qué decía.
Sherlock se levantó, volteó a la ventana y abrió sus ojos muy grandes que la luz del sol hizo que cambiaran de color, un color más claro. Sonrió emocionado y colgó.
— Tenemos un caso, John. Mycroft me acaba de avisar que tenemos un maldito caso.
ESTÁS LEYENDO
El juicio de Sherlock Holmes
FanfictionJohnlock || Primera parte. Una vez más, Sherlock y John se unen para resolver un extraño caso que llegó en la mañana.