III

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—Voldy, ¿que no te había matado ya?

El alienígena esbozó lo que Harry supuso que era un mohín y se dirigió a Strange.

—Guardián de la Gema, ¿este par de animales parlanchines hablan por ti?

—Claro que no, hablo por mi mismo —contestó, desplegando al instante sus dos escudos. Wong, a su lado, lo imitó. —Están allanando esta ciudad y este planeta.

Tony se dio otro paso adelante.

—O sea que te larges, Calamardo.

Harry pudo ver fugazmente la exasperación pasar por el feo rostro del tipo. Por otro lado, su aire de superioridad y esa mueca de disgusto que ponía como si estuviera oliendo mierda le recordaban a alguien.

Era como si Voldy y Lucius Malfoy hubiera tenido un hijo.

Harry se estremeció por el mero pensamiento.

—Él me agota —el alienígena a su lado realizó un murmullo inteligible. —Tráeme la Gema.

Entonces el tipo grande del espacio comenzó a acercarse, balanceando su pesada arma amenazadoramente.

Harry no siquera trato de evaluarlo a fondo. A primera vista era obvio que era un matón con esteroides y cerebro de pajaro.

Era una extraña cruza entre Crabbe y el sapo de Neville, Trevor.

¡Merlín! Debía cuidar más por donde iban sus pensamientos. Esto se estaba poniendo cada vez más raro.

—Banner, ¿te apuntas? —preguntó Stark, frotando las palmas de sus manos con la ansiosa anticipación de la batalla.

Banner, en cambio, dejó escapar un quejido.

—No... No quiero, ¿pero cuando obtengo lo que deseo?

Tony sonrió aparentemente satisfecho

—Exacto

Bruce le lanzó una mirada antes de volverla hacia el frente.

—Okay, ¡venga! —dijo, preparándose.

Harry vio cómo el doctor Banner apretaba los puños y su cuello, tenso por el esfuerzo, se volvía de color verde. Alzó las cejas sorprendido.

—Ha pasado un tiempo. Es bueno tenerte de vuelta —Stark miró hacia el frente, confiado de la habilidad de su amigo.

—Okay, shh. Espera... necesito concentrarme un segundo —dijo. —Si puedo, si puedo, ¡sal!

El alienígena gritó furiosamente.

—¡Sal!

Stark, ahora alarmado, lo miró desconcertado.

—¿Y el otro sujeto? —preguntó.

Banner se puso incómodo.

—No lo sé, tuvimos una cosa.

—No hay tiempo para cosas. Allá está, vas —señaló Tony.

—¡Si, ya sé!

El hombre de hierro se veía exasperado. El Dr. Strange también se veía confundido. Y Harry estaba confundido acerca de lo que confundía a los demás.

¿Qué, en el nombre de Merlín, estaban esperando?

—Oye, me estas avergonzado frente a los magos —susurró Stark.

—¡Lo lamento! No sé si no puedo, o el no quiere... —se disculpó Banner, cayendo en la desesperación.

—Si, lo entiendo. Retirarte —sentenció, empujandolo suavemente hacia Harry. —Niño, cuidamelo, por favor

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