SEIS

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   Locutor: Habla el reverendo Joe, está usted saliendo por las ondas.
   Voz Femenina: Reverendo, he estado pensando en Amelia Rose. Leí la carta 4:52 donde dice...
   Locutor: Por consiguiente, así como la Iglesia está sujeta a Chaos, que las mujeres lo estén a sus maridos.
   Voz Femenina: Tal vez si ella hubiese sido una verdadera esposa cristiana en lugar de hacerse la ingeniosa por televisión...

Fragmento del programa Vaya con Dios

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Las campanas sonaban indicando el final de la misa e indicando a los feligreses que podían retirarse, solo algunos se quedaban a rezar o a charlar con el padre.

Las mujeres hablaban entre ellas y los niños jugaban unos con otros sin importar la edad ni especie, algunos iban al lado de sus padres y otros trataban de ayudar a los hombres que voluntariamente se ofrecían con el mantenimiento de la iglesia.

Algunos adolescentes se perdían entre los callejones mientras se ponían sus gorras y se quitaban la chaqueta sin estampado para colocarse una más extravagante. Otros ayudaban a las hermanas a llevar las cajas llenas de víveres para los pobres mientras separaban la ropa de las mantas y los suéteres para dárselos a los necesitados.

Todo se miraba tan puro, tan inocente. Tan perfecto.

Amy salió de la iglesia mientras ayudaba a una señora mayor a bajar las escaleras, esta le agradeció y se despidió con un movimiento lento y tembloroso de su mano y una sonrisa. Devolvió el gesto y se quedó parada donde estaba, admirando todo lo que había a su alrededor.

Si, era cierto, esos barrios podían ser horribles, la gente que vivía allí podía ser horrible, pero tenían algo que algunos no... fe, tenían fe y eso era lo que los salvaba de quemarse en el infierno, al menos desde su punto de vista. No todos eran buenos y no todos eran malos pero respetaban los domingos pues ese día era para venerar a Chaos por su gloria y bondad. Eso era suficiente y solo eso necesitaban.

Escucho un chiflido, volteo a ver dónde provenía el sonido, encontrándose con el erizo verde de ojos azules, mucho más alto que ella y muy intimidante. Una sonrisa iluminó su rostro y se acercó al verde. Este la observó y empezó a reír.

– Rosita vuelve a casa– comento burlándose mientras daba una vuelta alrededor de ella analizándola – Dígame "señorita" que hace usted por estos barrios de mala muerte...

– ¿Estas echándome?– pregunto en broma

– No, no, solo se me hace extraño que la señora Hedgehog se encuentre por aquí... Ya sabes– termino quedando frente a ella

Suspiró con cansancio. 

Ya estaba harta de tener que explicar todo tantas veces.

– Solo Rose– aclaro– Y solo venía a saludar.

– Bueno mi casa es tu casa– sonrió ampliamente– Aunque es mi Mary Jane no la tuya– guiño un ojo dando a entender su punto.

Sonrió con nostalgia ante eso. Recordaba esos días con algo de vergüenza y tristeza.

Pasaron el rato hablando y de un momento a otro ya de encontraban en una heladería cerca de la iglesia. Una broma sobre todo el mundo, recuerdos de su pasado, preguntas sobre que querían en su futuro y las grandes preguntas de que era lo que los esperaba.

El erizo se quedo callado unos segundos mientras suspiraba, la observó de reojo y pensó que si tal vez ella... o él...

Nunca lo diría en voz alta pero ella siempre fue... ella. La chica amable del barrio, la que le temía a los hombres malos pero que tenía el suficiente valor como para reclamarles cuando no le pagaban lo que le debían.

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