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Al terminar la llamada Stanley Uris tenía una mala sensación en la boca del estómago. Por unos minutos se quedó inmóvil, aferrando el teléfono con fuerza, sin saber qué hacer a continuación.

El sudor frío se extendió en su cuerpo como una plaga. Un fuerte miedo casi lo derrumbó. La pesadilla se había vuelto realidad, los fragmentos olvidados de su mente iban apareciendo como susurros en la oscuridad.

El momento que Stan había esperado con temor en su vida adulta había llegado con una sola llamada de Mike Hanlon.

Patty levantó la mirada cuando ya se había recompuesto un poco, pero seguía con esa expresión extraviada. Parecía haber olvidado cómo moverse.

-¿Todo bien, amor?

-Sí, sí... Sólo... creo que me daré un baño.

-No es horario para un baño -contestó extrañada.

Pero Stan se fue sin emitir ni un sonido.
A Patty se le ocurrió seguirlo y tratar de comprender qué le sucedía, pero el programa de música estaba en la mejor parte y necesitaba un botón lo más idéntico posible para coserlo en la camisa de Stan.

Había dejado correr el agua de la bañera por un rato mientras miraba el reflejo que el espejo mostraba. Tenía menos cabello y las arrugas se acentuaron. El vapor comenzaba a empañarlo todo y bajó la mirada a las cuchillas que había dejado sobre el lavabo.

Stan se sorprendió pensando en lo brillantes que se veían, le apetecía agarrarlas nuevamente. La sensación era como caminar por días en el desierto y finalmente encontrar agua, deseaba con desesperación pasarlas por su piel.

La música del piso de abajo llegaba adormecida. Hoy era noche de clásicos. La canción era de 1958, sin embargo, era como si el mismo Buddy Holly se la cantara para él. Algo grande se avecinaba.

Everyday, It's a gettin' closer,
Goin' faster than a roller coaster,
Love like yours will surely come my way

La tina se llenaba a paso lento y Stan cerró la puerta. Casi soltó un grito cuando un sonido agudo se hizo presente en el baño. Era su teléfono. ¿Lo había llevado sin darse cuenta?

Al acercarse vio el número desconocido y con una oleada de terror tomó una bocanada de aire.

-¿Sí?

-¿Stan?

-¿Quién es usted? -Stanley miraba las cuchillas con abatimiento.

-Soy B-Bill, ¿me r-r-recuerdas? Por favor d-dime que s-sí.

Uris tuvo que apretar la toalla que rodeaba su cintura para que no cayera. La mano le temblaba y movió los labios sin una voz que saliera de ellos.

Bill notó el agua correr al otro lado de la línea en el silencio que se había formado.

-L-Lo siento, ¿l-llamé en m-mal momento?

Stan se sentó como pudo en un borde de la bañera y cerró la canilla del agua.

-No, no...

-¿Sabes q-quién soy? Porque...y-yo he olvidado m-muchas cosas, p-pero no a t-ti.

El judío exhaló pensando que iba a llorar, pero en vez de eso una risa tensa salió atropellada por su garganta.

-Bill...

-¿Mike te llamó a ti también?

-Sí -Stan tragó saliva-. Hace un rato.

Se oyó un suspiro del escritor, su voz estaba ronca como si hubiera estado bebiendo.

-Irás a Derry, ¿verdad?

-Haré lo que pueda -Stan seguía mirando las cuchillas.

-Stan... -Bill notó que estaba perturbado más que él.

-¿Sí? -preguntó Stan con aturdimiento.

-Vas a i-ir, ¿no?

-No quiero ensuciarme, Bill. Tengo miedo como cuando era pequeño, quizás más. Pero recuerdo lo sucio que quedé luego de...eso, y juro que no soporto la idea de que pase de nuevo.

Bill no supo cómo, pero recordó ese momento en que hacía 27 años un chico judío de rizos había dicho algo relacionado. "Puedo soportar el miedo, pero detesto estar sucio". Era confuso, casi irreal que estuvieran hablando ahora de adulto a adulto.

-Te p-prometo que n-no d-dejaré que t-te ensucies.

Hablaron un poco mas sobre cosas banales y colgaron. Stan se quitó la toalla y se sumergió en el agua.
La llamada de Bill lo había despertado de su trance, lo sacó a medias de esa oscuridad que quería arrastrarlo.

Unos golpes hicieron que Stan sacara la cabeza del agua con sobresalto.

-¿Stanley? ¡Stan!

-Estoy aquí -respondió con calma.

-¿Por qué cerraste con llave? -ella seguía girando el picaporte, frenética, esperando que se abriera.

-¿Lo hice? Lo siento, creo que no me di cuenta, amor.

-¿Estás bien? ¿No quieres una cerveza? ¿Vas a tardar mucho?

Por un momento había sentido lo que Stan estuvo a punto de hacer. Va a morir esta noche, había pensado con un escalofrío.

-No, ya salgo. Ve abajo, amor.

Cuando Stanley Uris oyó que los pasos finalmente se alejaban pensó en sus manos mientras le ayudaba a dibujar aves. Mis manos me delatan, solía decir Bill, y era cierto. Porque cada vez que estaba remotamente cerca de Stan ellas lo buscaban para tocarlo de alguna forma.

O al menos era así cuando tenían 15 y su amor era una realidad. Ahora solo era parte de esos recuerdos recuperados. No todo era oscuro en su mente.

La parte que incluía sólo a sus amigos y a Bill era cálida como el agua que rozaba su cuerpo desnudo en estos momentos.

Le había preguntado si lo recordaba. Vaya que sí. ¿Quién podría olvidarse de alguien como él? El líder del grupo, el que siempre sabía qué hacer, el adulto que todos necesitaban y la persona que Stan más había amado.

Al salir de la tina tiró las cuchillas y no se sorprendió al ver a Patty cuando abrió la puerta. Estaba casi tan pálida como él hacía una hora, pero parecía aliviada de verlo.

-¿Estás bien? -volvió a preguntar.

Él asintió y dejó un beso en su frente. Ojalá lo estemos, pensó con preocupación.

Hola 7u7 ¿cómo están? ¿Les gustó el capítulo? ¿Se esperaban la segunda parte tan rápido? Hice muchas referencias al libro por acá, si lo leyeron (y si se acuerdan, porque el libro es más largo que mi verga) se van a dar cuenta. Espero no haberlos decepcionado con esto, porque tengo varias ideas jugosas para esta continuación.

Heroes ||REDDIE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora