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Una mañana...

Verónica... grita mi madre, se te hará tarde, como cada mañana, es hora de asistir a clases a la facultad de humanidades, de un salto me levanto, rápidamente preparo mi ropa, la dejo sobre mi cama, Lucas durmiendo en la cama, me mira muy atento, me doy un baño, cuando salgo, no encuentro a Lucas, de seguro se fue a correr al patio, con su oso de felpa su juguete favorito.

Me visto rápido, pero no encuentro una bufanda que había puesto en la cama, la busco por todos lados mas no la hallo, me pareció raro no encontrarla, bueno no tengo opción, me pongo otra bufanda, salgo corriendo, voy tarde para las clases de portugués de la profesora Chela, es súper estricta no me dejara entrar al aula.

Mi madre me espera con un jugo, lo bebo rápido, le recuerdo a mi madre le de galletas en leche a los cachorros; su desayuno favorito, sé que a mi madre nunca se le olvidaría, porque entre los grandes valores que me inculco, fue el amor a los animales, pero de todas maneras le recuerdo, me dirijo rápidamente a la puerta, en el recibidor está el abuelo, sentado en el sofá, leyendo el periódico con Añiño durmiendo en sus pies, me despido y salgo casi corriendo, solo me queda gritar até mais tarde Luquita, lo encuentro con la bufanda que se me perdió entre sus dientes, me mira e intenta seguirme, le ordeno que se quede. Aquella mañana, me mira con una mirada triste, muy peculiar, en otras ocasiones, cuando salgo de casa a clases o a otro sitio, el suele quedarse siempre alegre, saltando, pero aquel día, fue la excepción, no comprendí porque me seguía, lo abrace y le dije que se quedara, agarre la bufanda que tenía entre sus dientes y se la puse a él, me fui corriendo, aún podía escuchar a metros de casa que lloraba y ladraba, me parecía muy extraño.

Dulce VespertinoWhere stories live. Discover now