𝐞𝐥 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐚 || 𝐉𝐨𝐞 𝐖𝐚𝐮𝐝.

16.

Mara:

Me serví agua y salí hacia el living nuevamente.

–¿subirás?¿o te quedaras ahí parada?– preguntó Joe desde arriba.

Resople y subí hacía su habitación.

Él se fue a buscar algo abajo así que yo me quedé en el pasillo antes de su habitación observando algunos cuadros.

Habían varias fotos de él de pequeño.

Subió y se paró cerca mío.

–eras super bonito de niño– Dije y el arrugo su nariz.

–¿ahora no lo soy?– hizo una mueca de tristeza.

–No dije que no lo seas ahora...– reí.

–bueno, ya... deja de coquetear conmigo y vamos a mi habitación.

–Hey ¡yo no coquetee contigo!.

–ah ¿no?

–no.

–solo me dices que soy bonito ¿eso no es coquetear?

–mmm... pues, depende– me paré firme frente a él.

–¿depende qué? Para mí... eso es coqueteo–

–No sabes nada de eso entonces–

–Deja de jugar así, porque saldrás perdiendo

Sabía lo que causaba en él.

–Tú lo llamas perder, yo no...– Me acerqué a él.

Podía notar su nerviosismo, podía notar la tensión de tenerme tan cerca y no poder besarme.

Nuestras respiraciones se iban juntando nuevamente.

No quería mirarlo a los ojos, porque ahí sí sabía que perdía.

Y ¡maldición! lo hice... lo miré a los ojos, esos ojos azules océano que me mataban.

Definitivamente ahí ganó poder él.

Porque sabía que me tenía en sus pies.

Pero no quería que él note que con una mirada yo estaba que me moría por dentro.

Así que seguí firme delante de él. A pesar que mi estómago estaba llenos de cosquillas y mis manos sudaban.

–Ganaste...– Fue lo último que dijo Joe antes de besarme.

Quedé quieta un milisegundo y luego accedí.

A quién engañaba esos labios finos y rosas me encantaban, eran suaves, eran hermosos.

Salía de bañarse así que un toque de sabor a menta del dentífrico y de mi mentita que comía se mezclaron.

Lentamente me fue acercando a él. Mientras nos íbamos hacía su habitación.

Cada vez estábamos más cerca uno del otro.

El tenía sus manos en mi cintura debajo de mi remera holgada y yo tenía mis manos en su cuello.

Su perfume.

Su perfume era la maldita gloria.

A ser sincera Él era la gloria.

Sus manos subían y bajaban por mi cintura.

Me recostó en su cama y nos separamos por falta de aire.

Nos miramos quedamos él encima mío y yo debajo.

–Eres hermosa ¡joder!–

Acerqué su cabeza y sus labios a los míos y nos hundimos en un segundo beso.

Este era más tranquilo. Más romántico.

Era como que encajabamos.

Y en ese momento no había nadie, solo él y yo...

Un ruido nos interrumpió.

Así que me separé de él.

–Creo que... llego... tu madre– dije entre besos pequeños.

–Futura suegra– me corrigió.

–Con más razón... no quiero que mi "futura suegra" me encuentre en esta situación–

Dije refiriéndome que él ya no tenía camisa y yo estaba debajo de él.

Él rió y se levantó.

Se colocó una sudadera bajamos al living.

–Mara, ¿hace mucho llegaste?– pregunto mi
"futura suegra"

–No, llegué hace un rato...– Joe rio.

Al rato veo a Hope entrar con miles de bolsas, tanto de ropa como de comida.

Me acerqué rápido hacía ella, antes que se cayera.

–Tenemos que hacer lo de historia– gritó revoleando las bolsas mientras me agarraba de la mano para subir por las escaleras.

Reí y saludé a Joe con la mano mientras subía.
Una sonrisa apareció en él.

–Ok... primero ¿te vas a presentar mañana en Básquet?

–emmm, sí por su puesto...

–segundo– me interrumpió– Haremos lo de historia... y ter...

La interrumpí

–y tercero... ¿cuántos cafés bebistes?

Hope rió.

–Solo dos... o tres no recuerdo..

Ambas reímos por la torpeza de Hope.
Termine de hacer el trabajo a eso de las 19pm
Le mandé mensajes a Tom y me pasó a buscar por la casa de Joe.

Antes de irme me saludé a el papá de Hope quien recién llegaba, a Hope y por supuesto a Joe.

–¡Adiós!– Grité desde la puerta.

–¡adiós cariño!– salí de ahí y me subí al auto de Tom.

(...)

Llegué a casa y mamá nos esperaba con la cena.

Cocino pastas y hizo un postre. La escuela de cocina sirvió. Reí de mis pensamientos.

Cenamos en familia y luego una película todos juntos.
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