Capítulo 1O

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Ya había pasado un mes desde aquel día. Al principio me mostraba rehúsa a salir a la calle por miedo a la gente y a la avalancha de fans que se avalanzaban a por nosotros. Pero creo que hay que darle tiempo al tiempo, era cuestión de acostumbrarse y ahora puedo salir a la calle sin necesitar una pistola de corriente.

En este momento nos encontramos en la salida del Louvre después de habernos hecho los dos unas cuantas fotos en los jardines de Versalles para el recordatorio en París, sin lugar a dudas el arte era algo que me conmovia y ver esas pinturas y esculturas tan grandiosas tanto en el techo y lienzo era una experiencia que no olvidaría jamás. Habíamos visto la escultura El Beso (una escultura en la que deja pactada el momento en el que el ángel Cúpido, abrazando a su amada Psique, la besa para despertarla del sueño eterno), Venus de Milo (la madre de Cúpido), Apolo... Vimos muchos retratos de Da Vinci, de Delacroix, Caravaggio, pero ver a la famosa Gioconda hizo que mi piel se erizara, aún recuerdo las clases de Historia, creo recordar que decían que algunos nobles se afeitaban las cejas para tener más frente, eso era un símbolo de nobleza e inteligencia. Y la Mona Lisa no era precisamente de frente pequeña.

-- ¿En qué tanto piensas?

-- En lo mucho que me ha gustado la visita al Louvre -- Admití, sincera.

-- Bueno, te traeré las veces que quieras, no es trabajo -- Sonrió él rodeando mis hombros y besando mi frente.

Ya no me molestaba tanto que me abrazara o besara en público, desde aquel encontronazo en la playa estabámos más unidos, por decirlo de una manera. Él no estaba tan gilipollas y yo no estaba de tan mal humor y a la defensiva de todo.

Fuimos a merendar un chocolate con churros, no hacia precisamente frío para tomar algo caliente, pero era lo que más se nos antojaba en este momento. Nos hicimos más fotos y algún que otro selfie y al cabo del tiempo volvimos al hotel.

-- Hoy no batallearemos por quien llega primero al baño, ¿no? -- Preguntó Colton mientras vaciaba sus bolsillos y lo dejaba todo en la mesa.

-- ¿Me ves con pintas de cría? Es una tontería competir por eso, ni que tuviese cinco años...

-Bueno, no sería la primera vez que me cierras la puerta en las narices y más cuando yo era el que iba a entrar primero. Pero me alegra que al final hayas madurad...

No seguí escuchando y le cerré la puerta en las narices aguantando la risa. Me bajé los pantalones y empecé a hacer mis necesidades cuando la puerta se abrió de repente.

--¡Gilipollas! ¡¿Me quieres dejar mear tranquila?! --Le grité, cogiendo lo primero que estaba en mi alcance para lanzárselo a la cabeza.

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Ya estábamos en el aeropuerto. Yo casi no me tenía en pie, habíamos madrugado demasiado, para ser exactos a las 6 a.m teníamos que coger el primer vuelo para Londres.

Mientras se ocupaban de nuestras maletas, miré a Colton, él se encontraba en peores condiciones. Trasnochó ya que estaba viciando al móvil. Que se joda.

Tenía las ojeras bastante marcadas y apenas abría los ojos, ¡parecía un chino!

Tomamos nuestros asientos y hicimos todo lo que nos pidió la azafata, el avión empezó a despegar y miré por la ventana como, poco a poco, íbamos abandonando el suelo y todo lo que se podía ver eran las nubes y el país que estábamos sobrevolando. Sentí un peso en mi hombro izquierdo y me giré, Colton se había quedado dormido.

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Nada más salir del aeropuerto, un coche privado permanecía en nuestra espera. El chófer salió y agarró nuestro equipaje mientras que nosotros ingresábamos en los asientos traseros.

Promises and oath. (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora