Hago mi camino a casa, tomando el mismo sendero, a la – miro el reloj de mano, son las 6:30 pm – misma hora de siempre. Veo que me acerco a la parada de autobuses y no me sorprende ver solo dos personas más esperando su respectivo transporte. Los días que se llena son de lunes a viernes y a veces los sábados. La gente "normal" descansa junto a sus familias los domingos; nadie trabaja a excepción de mí. Muy bien, claro que estoy exagerando, pero así de radical soy.
Llego a la parada y agradezco tener puesto mi abrigo de lana, para la hora hace bastante frío. Eso me hace recordar que necesito comprarme otro, pero baah... no es como si me preocupara mucho mi imagen. En casa llevo pantalones holgados; pueden ser negros, grises o chocolates. Solo los días de oficina y las salidas que tengo con mis amigos me obligan a ponerme algo decente, el formalismo ante todo. Además de que este abrigo tiene mucho significado para mí. Mi primer abrigo comprado con mi primer sueldo.
Mientras pienso eso, llega el autobús que estoy esperando; como era de adivinar está casi vacío a excepción de cuatro personas, cuento yo. Subo y pago el peaje, seguido me siento en uno de los puestos del fondo y espero a que empiece a movilizarnos.
Creo que es entretenido y relajante tomar el transporte los domingos. Puedes ver pasar a las pocas personas que están en la calle, los pequeños locales, y solo disfrutar del entorno. Los días laborales no tienes mucha oportunidad de vislumbrar todo eso. Es casi como ver o estar en una película. Puede sonar lo más cliché posible. Como cunado escuchas música triste mientras llueve. ¿Quién dijo que solo llueve en momentos malos?, ¿De dónde sale la idea de que un día soleado representa felicidad?
Pues todo es culpa de las películas hollywoodenses, donde nos meten la idea de que todo lo que necesitas para ser feliz es un hombre apuesto, un chico malo y millonario que abruptamente por ti, cambia su forma de ser mujeriego, para prometerte la luna y las estrellas; todo eso mientras te salva de una pandilla de asesinos que viajan por el tiempo y convence a la perversa madre de que te elige a ti por encima del dinero y su legado... todo eso en un lapso de dos horas (que generalmente dura la película). Bien, eso pasa cada mil milenios y hay una oportunidad entre más de millones de mujeres para que vivas algo más o menos similar, en otras palabras, imposible.
Yo, a mis 23 años, soy una persona con experiencia amorosa... ¿Se puede decir al cero por ciento? Pues no, he tenido un par de novios pero estaba muy ocupada forjando una carrera como para preocuparme por eso. Mis relaciones no pasaban de unas cuantas citas y terminaban con unos pocos besos. Pero hey! No me estoy quejado. En estos momentos no ando en busca de laguna relación o algo por el estilo.
Vislumbro mi parada, por lo tanto me acero a la puerta de salida para bajarme. En cuestión de segundos llegamos y empiezo a caminar con dirección a casa. No puedo esperar para quitarme las zapatillas, tumbarme un rato y solo descansar.
Tengo que caminar por lo menos de siete a ocho minutos para llegar a mi casa. Pero no me molesta, me gusta caminar. Es como hacer ejercicios y mi modo de decirme que cumplo con mi dieta autoimpuesta.
No tengo un cuerpo de modelo de Victoria's Secrets, pero uno: no soy modelo; y dos: no quiero serlo. Así que, hey! Nuevamente no me quejo. Soy una talla entre S y M, y aspiro a mantenerme igual, ni más ni menos.
Llego al portón de mi casa y puedo oler lo rico que mi mamá cocino. Al diablo la independencia. Pongámoslo así: llegar a casa esperando un plato de comida caliente y una bienvenida abrazadora VS llegar a casa en un espacio vacío y frío... Ding ding ding, la ganadora es la casa de mamá.
- ¡Buenas noches! – Grita mamá, la escucho en el fondo de la cocina.
- Hola mamá – me quito el abrigo y lo cuelgo en el ropero que está debajo de las escaleras, seguido me saco las zapatillas y las pongo alineada con los otros calzados que compartimos mamá y yo. Y me abro camino hacia la cocina.
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Más allá de lo Simple
Romance¿Están listos para vivir el mejor momento de sus vidas? Pues donde la mayoría diría un rotundo ¡SI! Saray lo pensaría y preguntaría: ¿qué tengo que sacrificar por eso? ¿Que si es muy pesimista? Por supuesto que no, pero ya esta viviendo un buen mom...