Esta semana no estoy tan cargada de trabajo, por lo tanto aprovecho para adelantar la presentación que tengo con Bascket. Ya he hecho modelos similares, así que no me toma mucho tiempo ponerme en marcha. Lo más complicado es siempre el inicio, no tener idea de que es lo que quieres hacer o en todo caso cómo lo tienes que hacer resulta ser muy frustrante. Pero una vez que has tenido un modelo exitoso, te abre las puertas a que salgas más a explorar y te atrevas cada vez más a hacer algo diferente.
Veo el reloj y veo que marcan las 3:45, a esta hora probablemente mamá ya haya seleccionado al nuevo miembro de la familia de Café con Flor, si es que ya no han firmado los contratos.
El domingo pasado una vez que hable con mamá sobre mi día con Lucas y le di los pormenores de nuestra charla, tocamos el tema del gerente y mamá confesó que está entre dos personas. Una mujer que aunque comparte todos los gustos con mamá es un poco mayor y no podría con trabajos pesados por algunos problemas de salud, y estaba un muchacho, sí, un hombre aplico para gerente de una cafetería, eso no es lo que me sorprende, sino la edad que mamá mencionó. 25 años. A esta edad generalmente los chicos buscan trabajos de oficina que le paguen miles. Aunque me recupere de mi sorpresa inicial, mamá me contó que era perfecto para el puesto. Le apasionaba la cocina, tenía muy buenas credenciales, había trabajado en una cafetería de universidad (y ya de por sí si solo ese detalle no te decía lo capaz que era), trabajo de forma voluntaria en la cocina de un acilo.
- Pero es muy joven. – me había dicho mamá
- Me estás diciendo que dudas con darle el trabajo a ese chico solo porque tiene 25 años y es que no le falta aptitudes para el puesto. – miro de forma acusadora a mi mamá
- No es eso mi niña, pero solo... no sé si pudiera confiar en el con un cargo tan grande y... - la interrumpo justo ahí.
- A ver mamá, si no nos dan la oportunidad de demostrarles a ustedes los mayores lo que somos capaces de hacer, entonces nunca podremos superarnos a nosotros mismos. Si sientes desconfianza al principio, pues vigílalo, mira sus actitudes al igual que calificaste sus aptitudes. Pero no me parece justo que lo deseches solo porque consideras que no tiene edad suficiente. – mamá me sonríe y la veo confundida, hasta que confiesa:
- Si alguna vez podría tener una duda de como crié a mi hija, en este momento se han esfumado todas.
Al final no la presione, pero me había dicho que los había llamado el miércoles para hacer una serie de preguntas final, y yo estuve de acuerdo con ella si al final iba a medir el rendimiento de ambos con la misma regla.
Por otro lado las negociaciones se habían adelantado y por esa razón mi jefe de grupo se iba mañana mismo de viaje y empezaba a circular cierta alborotadora amiga mía por este grupo.
- Llamada para Saray, línea dos. – escucho que alguien grita. Tome el teléfono y aprieto *2
- Muy buenas tardes, le habla Saray Jiménez de Click Publish. ¿En qué le puedo ayudar?
- Hola Saray, soy Eduardo Quintana de Bascket, ¿Qué tal? – aunque no me hubiese dicho su nombre lo hubiese adivina por el timbre de su voz.
- Hola Eduardo, estoy muy bien y ¿Qué tal está usted? – le pregunto de vuelta por cortesía.
- Estoy muy bien gracias. La llamaba por la cita que teníamos.
- Sí, le confirmo que es el próximo martes.
- Por eso llamaba, no creo que pueda estar hasta el jueves disponible, ya que me ha surgido un trabajo de última hora que no he podido cancelar.
- Por mí no hay problema, solo le agendaría la cita para el día que esté disponible y a la hora que los dos podamos coincidir. – la verdad es que no me viene mal cambiar la cita, así tendría más tiempo de revisar la presentación y poder modificar si necesita algún tipo de arreglo.
- ¿Podría usted el viernes, a eso de las 12:45?
- ¿No podría ser otra hora? – la verdad es que es mi hora de almuerzo y no me gustaría pasarlo con un cliente.
- Tengo una agenda muy apretada, pero podría ser a las 11?
- Me parece mejor.
- ¿La reunión sería en su empresa?
- Claro, no habría problema. – la verdad es que odiaba salir del trabajo, asique esa idea me parece perfecta.
- Bien, me alegro haber resuelto el pequeño inconveniente, le pido disculpas por este atraso.
- No se preocupe, entiendo perfectamente, nos vemos en la reunión. – me despido y corto la llamada.
Agendo la cita y llamo para reprogramarla en la recepción, para que el cubículo quede libre el día que fue programado originalmente y me aparten uno el día que es. Una vez que realizo todos los cambios, aprovecho para revisar lo que he anotado en la agenda y poder en orden todas mis demás actividades.
Hoy no me voy a casa sino que me dirijo hacia Café con Flor, estoy emocionada en conocer oficialmente con quien estaremos trabajando y la persona que por fin me acompañara los domingos a no morir de soledad en ese establecimiento.
Como no suelo venir los días de semana, me sorprende genuinamente la cantidad de persona que hay en el lugar. Ya mamá me había dicho que tenía mucha clientela, pero es que uno nunca lo toma literal hasta que lo ve con sus propios ojos. Esto me llena de tanto orgullo por mi mamá. Dios, lo ha logrado.
Entro y empiezo a saludar a algunos clientes que conozco de los sábados. Veo que un cliente está buscando a alguien para que le tomen su orden, asique me acerco rápidamente. Creo que eso ya se me da naturalmente. Pero antes de que llegue un chico se para justo enfrente de mí, está dándome la espalda, solo puedo apreciar su cabello castaño que está recogido en un apretado pero pequeño moño. Tal vez sin ese moño le podría llegar el cabello hasta los hombros, que viéndolo fijamente son anchos, ese hombre me saca fácilmente dos cabezas y eso que yo soy alta. Cuando salgo de mi estupor puedo escuchar una voz muy amable, que no va con nada con su tamaño.
- Esa es una muy buena elección, le puedo recomendar el pastel de zanahorias, es una de nuestras especialidades.
Un momento... ¿Pastel de zanahorias? Mamá siempre se quejaba de que ese era uno de los postres que no se le daban bien hacer. El hombre sigue dándome la espalda pero veo que ya ha tomado su pedido y se va hacia la barra. No dudo en seguirle.
- ¿Desde cuándo se vende pastel de zanahorias en Café con Flor? – la verdad estoy intrigada, mamá no es de hacer pedidos.
El chico se detiene y se voltea a mirarme. ¡Dios del verbo!, pero que hombre. Posiblemente me he quedado pasmada al verlo. Este hombre fue muy bien bendecido por los Dioses, o más bien por los genes de sus padres. Tez un poco morena que parece un leve bronceado natural, ojos color café con leche o sea chocolates claros, y esa sonrisa amable que me está dando cambia por una media sonrisa cuando ve que lo estoy estudiando detalladamente.
- Es la nueva especialidad señorita. Puede venir a degustarla cuando desee. – Dios, que es eso que sentí en mi vientre.
- Pues... yo... esto... claro. – que bruta póngale cero, me imagino que alguien me dice. Como le voy a decir eso. Creo que Gaby rodaría los ojos si me ve así. Pero es que el hombre guapo ahora me da una sonrisa amplia.
- Bien, te puedo ofrecer una mesa o estas esperando a alguien... - el deja la oración a medio hacer. Creo que espera que me recupere de mi idiotez en algún momento de la tarde.
- Yo... no, vengo sola. Pero no es necesario que me busques una mesa. – Ay no, no puedo creer que yo esté teniendo una reacción así. La última vez que la tuve fue con Simón mi ex, en la universidad.
- Muy bien entonces, espero pueda disfrutar de nuestro ambiente. – y diciendo eso se retira.
ESTÁS LEYENDO
Más allá de lo Simple
Romance¿Están listos para vivir el mejor momento de sus vidas? Pues donde la mayoría diría un rotundo ¡SI! Saray lo pensaría y preguntaría: ¿qué tengo que sacrificar por eso? ¿Que si es muy pesimista? Por supuesto que no, pero ya esta viviendo un buen mom...