I

4.3K 335 109
                                    

Había al fin conseguido mudarme de casa, no es que estuviese pasando un mal momento, pero ya con 21 años y un camino recto en la carrera de Letras era momento de independizarme y dejar de cargar con problemas a mi pobre madre. Aunque no se había quedado muy tranquila, logré convencerla que era lo mejor, el empleo en la librería cerca de la Universidad que conseguí me daba el dinero suficiente para arrendar aquel espacio y si bien no era un lujo, al menos tenía agua caliente, gas y conexión a Internet.

Era un grupo de departamentos pequeños en una zona no tan céntrica, lo que hacía el precio accesible, tenía algo de humedad y la fachada sin dudas daría miedo a mitad de la noche. No me había cruzado con ningún vecino todavía, la escalera que daba a la segunda planta donde estaba mi nuevo hogar crujía como si fuese a partirse bajo mi peso. Lleve las pocas pertenencias que tenía y abrí la puerta con algo de dificultad, al parecer la cerradura andaba mal, tendría que cambiarla en algún momento.

Estaba sólo ahora en medio de la pequeña habitación, el lugar contaba con una sala comedor, una cocina pequeña, la habitación y un baño con tina, eso había sido un golpe de suerte luego de ver las telarañas que colgaban del rincón de la entrada. Por suerte había conseguido que mi madre no me siguiera, podría limpiar todo aquello antes de que fuese apropiado traerla de visita. Ya podía escuchar sus gritos mientras me sacaba de los pelos de aquel "horrendo" lugar.

Cerré la puerta tras de mí y eché suspirando mis bolsos sobre el sillón. Camine al cuarto, tendría que vestir aquel delgado colchón con sábanas, aunque mis dudas sobre dormir en aquello me golpearon cuando note una cucaracha muerta en un rincón del cuarto. Sentí un escalofrío y salí de allí, la heladera también estaba vacía y tampoco tenía una escoba para comenzar a limpiar mi espacio. Decidí que lo mejor sería ir a la tienda más cercana y llenarme de provisiones antes de continuar. Saqué mi billetera del bolso y volví a luchar con la puerta para abrir.

Salí a la calle que cruzaba frente a la fachada del complejo de apartamentos y el viento frío chocó contra mis mejillas, entrecerré los ojos para evitar el polvo y miré hacia ambos lados de la calle sin saber muy bien a donde ir. Frente al lugar había algunas casas más, dos autos estacionados y un basural junto a un volquete azul que rebalsaba de bolsas negras. Por suerte el aroma no era desagradable y decidí caminar en sentido contrario a aquello, buscando con la mirada algún negocio. Me tomo algunas cuadras, pero al fin di con un local que a pesar de lucir pequeño tenía muchas cosas.

Ahora regresaba con más de lo que mis manos podían cargar, pero al menos tendría lo necesario para sobrevivir algunos días sin tener que volver a preocuparme por las compras.

Lo primero que hice fue limpiar la mesada de la cocina con mucha lavandina, hasta que no sentí mis ojos arder no deje aquello, fue ahí que coloque las bolsas de lo comprado sobre esta. Luego me dediqué a descartar todo lo que no quería en mi hogar, abrir cada mueble se volvía una película de terror esperando encontrar lo peor, pero para mi suerte no fueron más que un par de cucarachas. Para cuando el sol fue muriendo y un destello naranja se asomaba en la pequeña ventana del departamento, ya había terminado con la sala y la cocina, ahora quedaba el cuarto y el baño y yo estaba extremadamente cansado, aun así, pensar que eran espacios personales donde hasta andaría desnudo hizo apartar el cansancio y dedicarme a limpiar.

21:00 y todo listo. El cuarto, salvo las manchas oscuras de humedad en el techo y parte de la pared que, estaba seguro serían protagonistas de algunas de mis pesadillas, lucia decente. Más que decente, el perfume de ambiente con aroma a lavanda generaba un clima pacífico y el colchón a pesar de ser tan delgado, no estaba sucio para mi suerte, apuntaría comprar uno nuevo al llegar la quincena. El baño relucía, nada de telarañas ni cucarachas muertas, había conseguido quitarle el sarro a la tina, estaba profundamente agradecido con mi madre por todas las veces que me había obligado a punta de escoba, a limpiar mi casa, ahora estaba entrenado para superar todas estas pruebas. La heladera era otro mundo, había quedado reluciente y con buen aroma y sus espacios estaban rellenos de algunos alimentos, lo que me había alcanzado a comprar pues lo primordial había sido los artículos de limpieza.

Gato Callejero ☆Ateez☆ ♡YunGi♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora