Mordisco.

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La noche seguía iluminando la oscuridad. Con el reciente encuentro de Chris y la Quimera, no tendríamos porque seguirlos de momento. Los llantos de ayuda se escuchaban a los alrededores, y aunque Mary no podía hacer nada para ayudar aún, seguía firme a la vez que con empatía, ella estaba decidida no solo a rescatar a Roxy, si no, también a todos los demás, pero prioridades son prioridades, el zorro era lo primero precisamente por haber sido zorro, y el día de la elección acababa de comenzar.

Roxy seguía sumergido en sus pensamientos. Ser un zorro es lo que el destino le eligió después de todo, ¿por qué? Nunca lo había pensado de manera tan profunda, ¿pero qué es lo que hizo que fuera un zorro? No solo eso, sino también los demás. Un caballo, un lobo, un dragón, un perro, ¿qué decide lo qué eres y qué es lo que decidió que Roxy sea un zorro? Para él tenía que haber una razón, un motivo, algo que le explicara cómo es que llegó ahí, porque si no la hubiera, nada tendría sentido, ni las personas que conoció, ni la posición que tiene, nada.

En ese instante recordó, tal vez si no hubiera sido un zorro, no habría llegado hasta este punto, después de todo, fueron ellos dos quienes lo convencieron a cambio de contarle toda la verdad, pero en consecuencia, perdió la confianza que pudo haber ganado, y sobretodo, la seguridad que ya había conseguido. Perdió todo lo que era importante solo por ser egoísta, y Roxy lo sabía, sin embargo, ¿qué le prohibía a él el derecho de la honestidad, de la sinceridad, de la verdad,? Nadie, pero debido a sus errores, le daba miedo aceptar que también fue responsabilidad de Mary... ¿Lo fue?

Rooth, el pegaso, seguía atento e impaciente, haber oído el nombre de Roy, lo emocionaba que no podía esperar para verlo, y fue entonces cuando la puerta se abrió, el pegaso se acurrucó en las sombras de su jaula para no ser notado, y cuando el destello del exterior invadió la prisión de Roxy, la atención se centró únicamente en nuestro protagonista.

Llegaron. La loba abrió con unos ojos que su personalidad jamas había expresado; la madurez. El pastor alemán se introdujo de igual forma, pero con el brillo arrebatado de esperanza de Mary, mientras que Roy, el conejo, solo se comportó de manera distante ya que como tal, no era su responsabilidad encargarse de Roxy.

Una vez lo tenían frente a sus ojos, después de tantos días de búsqueda, la primera palabra que tenían que decir tendría que ser impactante, tendría que ser congruente y sobre todo tener un gran significado. Era un tema delicado, Mary y Sebastían no tenían ni idea de la crisis por la que su amigo estaba pasando, pero aún así, se daban una idea por la posición en la que estaba, mostrando la espalda exponiendo toda debilidad, ¿cómo comenzar la conversación entonces? Esa pregunta, fue respondida de manera incorrecta por la loba.

—¡Roxy! —Expresó con alegría —Me alegra ver que estás bien

Roxy reconoció con remordimiento esa voz. Sus emociones estaban mezcladas, por lo que la confusión y el dolor transformaron su ambiente melancólico en uno un tanto más amenazador. Movió los ojos para observar lo mejor que podía sin tener que voltear a verlos de frente, y como lo inmaduro que es, simplemente no respondió.

—Roxy, te hemos estado buscando por todos lados —Añadió el perro —Sé que no quieres esto, y sé que te debemos respuestas, así que por favor, vuelve con nosotros, te queremos

Eso explotó en los pensamientos de nuestro zorro, lo que le animó a responder fue una combinación de absolutamente todo. No estaba en posición de reclamar nada, sin embargo, giró la cabeza para hacerlo.

—No... —Expresó tímidamente mirando encima de su hombro al movimiento de su cola. Aferró sus garras a su pelaje y se dejó. Se permitió expresar todo de una buena vez —No me conocen para saber si quiero esto o no —contestó con los ojos más expresivos que había puesto, tan expresivos y diversos, que era difícil de saber que emoción estaba emanando, pero algo sí se podía saber, esos ojos eran los de un animal, como los de una madre que pone su vida para proteger a sus crías, como los de un depredador que asecha a su presa por naturaleza, pero también, los de un animal que está herido y tiene miedo.

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