*suspiro**suspiro*
'Maldito hijo de p#$a', pensé con dolor, mi espada esta a punto de romperse al igual que mi armadura, mi pócima estus se a agotado, ya no me queda mana y apenas puedo continuar, las heridas ya no sanan, mis huesos en la mayoría están rotos o fracturados, mi sangre esparcida en el campo de batalla, no puedo más, por mas que quiera continuar no puedo mas, pero me niego a rendirme, después de todo lo que e tenido que soportar, simplemente me reusó a morir, al menos no después de matar a ese bastardo, desde que e vivido en este mundo podrido e anhelado poder servir de algo o al menos morir para acabar con esta vida de mierda y todo por una marca en mi pecho, esa maldición la cual una vez obtenida no puedes quitártela y poco a poco olvidas quien eres, de donde eres, a que propósito has venido a este mundo, tu nombre, tus padres, tus amigos, tus recuerdos, tu vida, tu nombre e incluso como respirar. Yo nací en la casta mas baja, como una cucaracha de un ciclo de naturaleza que no tiene fin, ese ser llamado humano, no llegue a ser un dragón eterno que llega a ser temido por el mundo ni ser una deidad poderosa, o alguien con un talento para impresionar y destacar, simplemente fui uno de muchos más, un hombre.
No destacaba en nada, no tenia aptitudes para ser alguien importante, ni siquiera tenia una riqueza o algo de valor de aquí, salvo algo que todos comparten, la maldición, la marca oscura, la que todos los hombres como yo la portaban, donde llegaban a perder la cordura y convertirnos en gente loca sin razonamiento, todo porque la primera llama se apaga, y gracias a la terquedad de Gwyn el primer gran señor junto con sus hombres, querían que la llama continué ardiendo, y llegaron a crear las hogueras, donde gente como yo, se usaba como combustible, sin embargo solo lograron alargar el tiempo, por eso siguió buscando una solución que haría que la llama se mantenga encendida por siempre y eso lo llevo a una vida de mierda, cegándola con todas las opciones que encontraba para "supuestamente" mantener la llama encendida, pero no, la regó, desde la fabricación de los demonios de Izalith, hasta la caída de su ciudad orgullosa, incluso mando a sacrificar a sus hombres mas el mismo para mantener la llama y romper el ciclo, ja, vaya tontería, en su lugar, logro crear la disputa entre los seres divinos y solo logro lo inevitable, se sacrifico por nada, trabajo muy duro por algo que no podia evitar.
Así fue por muchos años, usando el mismo recurso, capturando, y encerrando a la gente hueca para usarla como carbón, lo mismo para mi, llegue a perder la cordura, mi razón, mi humanidad hasta que morí como todos los demás, muriendo enlazando la llama y enterrado y olvidado sin que nadie me reconociera o me recordara. Sin que lo pidiera, desperté gracias a una campana, solo con un taparrabos y una porra, ahí inicio mi aventura o travesía, como lo quieran llamar, matando a la gente hueca por lastima, matando a los héroes o guardianes de sus reinos, a seres con mucha codicia o demasiado corrupta, a seres poderosos por que perdieron la razón, conociendo a gente con sueños que jamas podían ocurrir. Solo para cumplir lo inevitable, ser combustible, solo renací para sacrificarme para mantener esa p#$a llama, trayendo a los señores de ceniza originales a sus tronos para llegar al horno y enfrentarme a el "alma de ceniza" o lo que son, todos los idiotas que quisieron seguir el ejemplo de Gwyn, sacrificandose y mantener la llama formando una armadura viviente que protege la llama original. Lo que nos lleva a este momento:
Tanto ese cascaron como yo estábamos al limite, yo perdiendo fuerza y apenas consciente y esa armadura poseída por el alma de Gwyn apenas estable, sabia que solo con una estocada, con una piromancia, hechizo o milagro podía acabarme y viceversa, esa armadura lentamente se puso de pie, con su imponente espada en en medio de un campo lleno de armaduras y espadas tiraras en el suelo, y con solo ese eclipse de sol, siendo testigo del combate, mirándome fijamente o eso creo, comenzó a cargar un hechizo oscuro, intente por todos los medios esquivarlo pero no lo lograba, estaba cansado, no podía más a pesar de ser un ser humano condenado por una maldición, quería seguir vivo, elegir mi camino y no que un ser divino elija o decida quien va a ser esto o estas destinado a servir a aquello, 'NO, NO PIENSO MORIR A MANOS DE UN IMBÉCIL TERCO QUE NO ACEPTA LO QUE TODO SER VIVO ESTA ECHO PARA VIVIR',-¡¡MALDITOOOO!!-.Gritando con furia, cargue con mi espada imbuida con magia y corriendo con todo lo que me quedaba de fuerza, si iba a morir, moriré trayendo a ese infeliz a al otro mundo, 'AHHHHHHHH', sentía que me quemaba desde mi piel hasta mis huesos, sentía que la armadura que portaba o la poca que me quedaba, se derretía y se adhería a mi piel. La esfera que me arrojo era distinto a todo antes visto, esta magia me robaba mis fuerzas, mi mana y mi vida misma, empujándome directo al barranco donde se veía el limite de la montaña, con un ultimo esfuerzo, lance mi espada como un cuchillo hacia el pecho de mi oponente y antes de ser arrojado y caer hacia el abismo, vi como se clavaba directo al corazón de la armadura y caía de rodillas para después desaparecer en ascuas, sonriendo finalmente pude aceptar la muerte y caí directo hacia el abismo esperando mi descanso eterno.

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El Descendiente del Caballero Lobo
LosoweYo fui, no soy mas que una basura andante, un hueco con nombre de El Latente, en busca de salvar mi humanidad o la poca que me queda, enfrentándome a seres de otra categoría, dragones casi extintos como poderosos y a héroes caídos quienes llegaron a...