María revoloteó los ojos, abanicándose el rostro por el calor y la humedad del lugar, donde fácilmente los extranjeros se quejaban por las temperaturas volátiles. El vestido acentuaba su esbelta anatomía femenina, aunque la expresión que llevaba no incitaba a los desconocidos para que se le acercaran y es que no tenía excusa alguna, el gringo estaba llegando tarde de nuevo.
Sintió que las mejillas se le sonrojaron cuando atisbó una reluciente cabellera dorada asomarse entre los uniformados, el avión apenas había aterrizando, pero la azabache miró impaciente su reloj. Aquel hombre pensaba que podía jugar con su valioso tiempo, cuando tenía a muchos países interesados en invertir en sus fructíferos terrenos. Por algo su teléfono no dejaba de sonar, aun cuando rechazó las propuestas de Rusia y China con respecto a la tentadora inversión a cambio de una equivalente porción de su producción petrolera.
Bufó, hastiada del comportamiento que profesaba aquel hombre de brillantes ojos azules y deliciosos rasgos, todo un manjar visual para las féminas que no tardaron en acercarse para coquetear. No las culpaba, si no conociera a Alfred tal vez accedería a tener una cita con él, pero no, gracias. Deseaba evitar a toda costa cualquier roce innecesario que le hiciera retractarse de esa decisión, los hombres poderosos y orgullosos como él tendían a ser insensibles, despreocupados, negligentes. Luego de la profunda decepción que produjo la ausencia de su padre España procuraba alejarse de los varones, a pesar de que eso no duraría mucho que digamos.
Era hermosa, joven, un Estado en ascenso y potencialmente una República que superaría en demasía a otros de primermundo, contaba con exuberante talento nacional, numerosas virtudes en los distintos sectores económicos y una amplia cultura que se hacía más grande por el flujo migratorio. Sin olvidar la resplandeciente inteligencia que volvía a María una mujer peligrosa ante sus rivales.
—¿Realmente esto es lo mejor? —murmuró José Tadeo, la representación de la capital le acompañaba para esa importante junta con los norteamericanos.
Ella suspiró, colocándose las gafas de sol y observó de reojo su reflejo en los cristales—. Impulsará nuestro desarrollo en todos los ámbitos, absorber lo que podamos y tener su influencia podría catapultarnos como una de las potencias del mundo, sin mencionar nuestra posición geopolítica.
—Vaya, a veces eres tan calculadora que me da miedo —espetó el moreno, abriendo la puerta que los dirigía a la pista, donde aún se encontraban los susodichos.
—Estrategia, querido —corrigió Venezuela, quitándose una pelusa de la impecable blusa color lila—. Ponte las pilas o terminaré por reemplazarte con Zulia, tal vez ella sea mejor capital que tú.
—No lo puedes hacer porque es un estado fronterizo y eso podría propiciar una invasión al territorio con el fin de usurpar el gobierno, haciendo que te disuelvas en menos de lo que canta un gallo —recordó el de pecas, cubriéndose del sol que pegaba fuerte en el aeropuerto de Maiquetía.
—No está nada mal, pero todavía te falta aprender bastante para llegarle a la punta de los talones a esa carajita.
El invitado estrella sacudió la mano en un saludo a la distancia, gesto que solo fue correspondido por el menor, ya que María permaneció de brazos cruzados con semblante neutral. Prefería hablarle cuando estuviese cerca y esa clase de cortesías que como buena representación debía ofrecer, para mantener las relaciones diplomáticas. Por otra parte, el servicio secreto rodeaba a los enviados por el gobierno estadounidense, pero lo más interesante de la escena era vislumbrar la atractiva sonrisa que mostraba Jones, quien vestía informal y parecía más bien que se hallaba disfrutando de unas vacaciones en un sitio paradisíaco. Esto le dio arcadas a la muchacha, que inevitablemente recordó al conquistador con sus subordinados buscando el Dorado hacía muchos años atrás.
—Además, escuché que están enamorados de Maracaibo, quieren hacer de ella una Miami más actualizada en lo urbanístico y construir edificios de provecho para los trabajadores de las trasnacionales —acotó la de orbes esmeralda, masticando un chicle de cereza para calmar sus nervios.
—Deberías relajarte, se te nota a leguas lo ansiosa que estás. Recuerda que el gringo se percata rápidamente de tus puntos débiles —advirtió el menor, frunciendo el ceño cuando los funcionaros ni siquiera saludaron por mera cortesía.
—Que se joda.
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Manzana de la Discordia ❀ Venezuela
Fanfiction¿Hay alguien que perciba más allá de un interés económico a la solitaria mujer? Esos iris color jade como los de su padre; lazo inquebrantable que los une, su cabello oscuro que es igual a observar un espectáculo donde los pozos petroleros hacen su...