Los países latinoamericanos habían organizado una fiesta, que originalmente comenzó como una reunión sencilla y tal vez con diez invitados máximo, pero no transcurrió mucho rato para que la gran casa de México se hubiese llenado hasta el tope de todo el mundo. Tampoco es que era algo inesperado, sus parrandas siempre se salían de control y terminaban ebrios, relacionados con sus peores enemigos o quien sabe, en un flojo intento de trío. Por ello es que María no había abusado del ron, aceptando algunos tragos que le preparaba una tranquila Catalina en la barra y se dedicaba a conversar, aunque a veces movía sus caderas al ritmo de la música sutilmente, porque ninguno de esos idiotas le invitaba un baile.
Comenzaron con electrónica, pero rápidamente el estilo cambió a un regguetón bien pegajosos que los hiciera sacudir el esqueleto. Aunque a petición de la venezolana, una canción revolucionó el lugar y sus primos empezaron a cantar como si estuvieran pasando por la más abrumadora y desgarradora ruptura. Porque entre ella y Juan, con facilidad, competían para ver quien tiene el historial más grueso respecto a desamores.
—Aprendí la lección —cantó Itzel, bebiendo un tequila y le guiñó el ojo al canadiense, quien se sonrojó al instante—, amar a dos le rompe a tres el corazón.
—Che, eso no fue una indirecta, fue una lanza —dijo Martín, que mandó a callar a Manuel que no paraba de arrastrar las palabras por su estado de ebriedad.
—Todavía no sé quien es el tercero —añadió Juan, arqueando una ceja al mirar a su hermana y cuando ella intentó responder, la frenó—, olvídalo no quiero saber.
Sin embargo, la pequeña Venecia sonreía mientras observaba a su mayor rival o eso pensaba el resto de los países, no era para menos si acostumbraba a pelearse con la potencia a cada rato y luego regresar como si nada. A pesar de los conflictos económicos y políticos, ella continuaba dedicándole los latidos de su corazón al rubio que le miraba intrigado, conocía a la perfección lo peligrosa que era ese hermoso gesto en la azabache y lo rápido que podía sucumbir ante el crimen de sus labios. Él estaba enamorado perdidamente de María, sin importar las voces ajenas que exclamaron que ese romance no podía ser e igualmente floreció, en medio de besos ocultos, roces apresurados y respiraciones agitadas.
Y eso no era todo, ganarse a la muchacha conllevaba una fuerte competencia que le dejaba bastante desgastado. Para el hombre no era un impedimento, lo único que se interponía entre ambos eran los numerosos pretendientes sinuosos que le cortejaban abiertamente; Iván, Ludwig, Francis, Yao e incluso el mismo Antonio, quien le había enseñado a vestir, expresarse y actuar como una dama. Porque ella poseía lo que deseaban en una compañera: impresionante talentos, belleza exótica cual joya de rey, provocativas curvas, inteligencia, rica cultura y un carácter tan firme que conseguía lo que se proponía, haciendo temblar a cualquiera sin titubear. Tal era su seguridad que dejaba mordiendo el polvo a las demás, o al menos, así le gustaba describirla.
—Hey, cuidado con esas mujeres —comentó Arthur, por el brillo de sus ojos y el aroma a vodka, supo que estaba medio borracho—. Son como un arma de doble filo, nunca sabes por donde te atacarán.
El menor suspiró, riendo con malicia, mordiendo su labial inferior cuando vislumbró que la falda se había levantado a propósito y la pícara femenina se tocó el cuello, seduciéndolo—. Estamos compartiendo condiciones.
En el otro extremo, Catalina depositó el vaso libre de contenido en la mesa y gritó emocionada porque cumplió el desafío, a su lado Itzel reía por un chiste malo que anteriormente había contado el portugués anexado al grupo, Julio entonaba lamento boliviano y Sebastian buscaba las maneras para que María accediera a salir con él. Escenas graciosas de las cuales Juan exclamaba en su tono jocoso lo prendidos que se encontraban y que extendería hasta el amanecer.
—Ay, niña. Pero es que usted no aprende, ahí va otra vez a tirarse de cabeza —expresó la de tez canela.
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Manzana de la Discordia ❀ Venezuela
Fanfiction¿Hay alguien que perciba más allá de un interés económico a la solitaria mujer? Esos iris color jade como los de su padre; lazo inquebrantable que los une, su cabello oscuro que es igual a observar un espectáculo donde los pozos petroleros hacen su...