El lazo que los une es inquebrantable.
Ludwig suspiró, hacía mucho tiempo que no visitaba al país latinoamericano y una sensación de culpa se prolongó por sus entrañas, bastante entristecido. No quería que ella pensara que lo único por lo cual se acercaba era por interés, tomando en cuenta todos los aduladores que gravitan a su alrededor como si fuese la misma estrella de fuego. Por alguna razón la tenía en la mente ese día, imperando su ávida imagen en su cabeza y cuando leyó una noticia sobre Venezuela dio un respingo, comprendiendo que la crisis energética empezaba a tensarse de nuevo y lo que menos deseaba era que María estuviese a oscuras de nuevo.
Telefoneó a uno de sus hombres de confianza, pidiéndole unos planos actualizados y el presupuesto que requería toda la instalación. Aunque sabía, que hasta no haber caído el gobierno no podría llevarse a cabo el proceso de recuperación eléctrica.
[ . . . ]
Cuando el rubio atisbó la cabellera azabache y tez trigueña entre la multitud su corazón revoloteó como una mariposa, causando estragos en lo amplio de su pecho. A pesar de que la muchacha había bajado de peso y creció un par de centímetros, seguía siendo la flor que desprendía fulgor por donde quiera que pasaba. Eso le encantaba e inquietaba al mismo tiempo. Pero supo que debía mantener la compostura, no tenía oportunidad con una mujer así y debía aceptarlo tarde o temprano, porque podía salir lastimado en el proceso.
—Señor Alemania, es un gusto volverlo a ver —habló la de risueños ojos verdes, sonriendo con amabilidad.
—María, no parecen cosas tuyas tanta formalidad —contestó el contrario, reprimiendo la sonrisa que tiraba de su boca.
—Pensé que me regañarías si me lanzaba a tus brazos dramáticamente.
—¿Y eso cuándo te lo ha impedido? —murmuró el varón de mejillas sonrosadas, incitándole de manera subliminal a que compartiera esa calidez suya con él.
La fémina sonrió, alegre. Explotando de amor cuando Ludwig la acogió entre sus fornidos brazos, apretándola contra su pecho y sintió los ojos cristalizarse por el repentino ventarrón de sentimientos que volaban en la atmósfera. Extrañaba esa calma y dulce personalidad del hombre, quien a pesar de ser considerado uno de los más inexpresivos del mundo, para ella era como la miel.
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Manzana de la Discordia ❀ Venezuela
Fanfic¿Hay alguien que perciba más allá de un interés económico a la solitaria mujer? Esos iris color jade como los de su padre; lazo inquebrantable que los une, su cabello oscuro que es igual a observar un espectáculo donde los pozos petroleros hacen su...