CAPITULO 1

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Narra Christopher

Mirar a través del cristal del estudio siempre había sido uno de mis pasatiempos favoritos, Arthur solía jugar a las escondidas detrás de aquellos enormes estantes de libros, era divertido, a pesar de que desde pequeño mi padre lo crió de una manera más severa nunca perdió el sentido del humor, era la persona más alegre y más noble que alguna vez pude haber conocido. Jamás pensé que la misma noche que regresaba de Escocia me encontraría con la mayor desgracia que pudo sucederme: La muerte de mi único hermano y el duque el Edimburgo.

Cuando cerraba los ojos me encontraba con aquella imagen, Arthur boca arriba con los ojos abiertos y un enorme charco de sangre coagulada, era estremecedor revivir el peor momento de mi vida, habían pasado cinco meses pero a pesar del paso del tiempo la imagen seguía tan clara como si tan solo hubieran pasado unas cuantas horas. Su mano presionaba con fuerza aquella carta que había sido manchada con pequeña gotas de sangre, como aquella carta había muchas más guardadas en su caja de seguridad. En aquellos papeles se narraba una desdichada historia de amor que para mi hermano había terminado en tragedia.

En uno de sus tantos paseos a caballo por las extensas propiedades del ducado Maxwell, Arthur había conocido a una dama con la cual rápidamente se vio conectado, esos ojos azules que narran aquellos versos lo dejaron atrapado, por suerte Arthur nunca había sido estúpido y escondió su verdadera identidad a la mujer, de no haberlo hecho estaba seguro se hubiera convertido en la cuarta duquesa de Edimburgo y no por amor si no por ambición. Mi sangre se convertía en lava al solo recordar el contenido tan asqueroso de esa carta, las palabras plebeyo, aborto y nunca te amé se repitieron tantas veces que había perdido la cuenta, destruyeron el débil y enamorado corazón de Arthur hasta hacerlo cometer un suicidio.

Cuando aleje la mirada de aquella enorme pradera verde y floreciente me encontré con los penetrantes ojos verdes de mi difunto hermano, el enorme retrato pintado a mano por uno de los mejores artistas de Londres me miro con dolor, esa mujer lo había hecho sufrir en sus últimos momentos y yo estaba dispuesto a hacerla pagar. Mi ahora mayordomo me miraba impasible desde una de las esquinas de la oscura estancia.

—Timotti, sabes que llevo muchos años sin estar en Londres, sé que la vida cambiado de alguna u otra manera sin embargo tu siempre has vivido aquí—Comencé intentando prepararlo para la pregunta que estaba por hacerle.

—Así es su excelencia—"Su excelencia", aun después de tanto tiempo no podía creer que era un duque, jamás ambicione el título de hecho me había ido a vivir a Escocia con el afán de salir del bullicio de Londres.

—Supongo que debes de conocer a los Campbell—La expresión de mi mayordomo se frunció de manera interrogante.

—Si excelencia, supongo que se refiere a la familia de Tedros Campbell—Asentí rápidamente.

— ¿Sabes si tiene hijas casaderas Timotti?

Mi mayordomo reprimió una sonrisa, pues las continuas conversaciones que tenía con el eran sobre matrimonio, Timotti era un hombre de edad que estaba consagrado a servir a la familia Maxwell desde que mi padre asumió el ducado. El sabía mejor que nadie los deberes de un duque, su primer deber era dar un heredero para el título, un varón, para ello era necesario conseguir una duquesa pronto.

—Lastimosamente no excelencia—Una mueca de amargura se coló en mi rostro—La hija menor aún no tiene su primera temporada, una de las gemelas está casada y la otra comprometida desde hace varios meses.

¿Gemelas?

— ¿Cuáles son sus nombres? —Cuestione inmediatamente mientras me sentaba sobre el escritorio de una manera poco convencional.

La Duquesa de EdimburgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora