Si alguna vez alguien se hubiera tomado la molestia de preguntarme ¿Qué es lo que más odia de ser una mujer de alta sociedad señorita Ellenor? Posiblemente hubiera contestado que las reuniones de té de mi madre. Ella solía reunirse una vez por semana a beber el té con sus amigas, lamentablemente para mí esas reuniones eran llevadas a cabo en casa haciéndome imposible escapar de ellas.
—El baile de Bedfordshire fue todo un acontecimiento para todas—Comenzó a hablar la señora D'Machianno una de las amigas más distinguidas de mi madre, su apellido lo decía todo tenia ascendencia italiana lo que la hacía una amiga única pero muy elegante—Nunca nadie imagino que el nuevo duque le gustara asistir a esos bailes, el difunto Arthur Maxwell era demasiado reservado nunca tuve el placer de conocerlo en persona.
—Eso no importa madre—Dijo con voz soñadora su hija Antonieta, quien era de mi edad sin embargo se casó en su primera temporada y ahora esperaba un bebé—La hermana de mi esposo asistió a ese baile al parecer todas las damas concuerdan en la belleza que porta Lord Maxwell, la mujer que se convierta en la próxima duquesa será considerada la mujer con más suerte en toda Inglaterra.
Mi madre dio un trago a su aún caliente té para después asentir con la cabeza.
—Christopher es un hombre muy atractivo—Lady D'Machianno se llevó las palma a su boca visiblemente escandalizada por la manera tan familiar con la que se dirigió mi madre a su excelencia, ella la miro con aquellos ojos pispiretos que solía poner cuando cometía una travesura, solía usar ese gesto para minimizar sus actos.
—Señora Campbell... ¿Por qué?...
—Su excelencia en persona me permitió llamarlo de una manera informal, además si las cosas se desenvuelven tan bien como hace unos días posiblemente en unos meses se anuncie el compromiso de mi querida Ellenor con Lord Maxwell—Aniquilé a mi madre con la mirada, había dejado las cosas claras a ese hombre. El hombre era muy atractivo y el mejor partido de toda Inglaterra sin embargo me negaba a casarme por intereses socio-económicos, si bien no poseía ningún título nobiliario, mi padre era un hombre de negocios que me había proporcionado una excelente dote, podría decirse que tenía un nivel de vida igual que el de un marquesa.
—Eso no pasara madre, su excelencia solo fue cortes conmigo cuando bailamos una pieza—Intenté tomar un trago de té para calmar el enfado con el que había hablado, no quería que mi madre me pusiera en una situación difícil nuevamente, mi compromiso se había roto a causa de una mujer que era cinco meses menos bonita que yo lo que a los ojos de la sociedad me humillaba públicamente, no quería imaginarme lo que pasaría si mi madre incitaba comentarios como estos que después me dejarían en vergüenza nuevamente, posiblemente nunca viera a Christopher Maxwell de nuevo y eso me convertiría en la mujer que imagino una boda ficticia en su mente—Por favor no tome en cuenta los comentarios de mi madre.
Lady D'Machianno era conocida por ser una mujer hablantina y culpable del cincuenta por ciento de los grandes chimes que recorrían Londres pues poseía tantas amistades como propiedades un duque, no quería imaginarme lo que pasaría si ese rumor comenzará a extenderse en la ciudad.
—Señorita—La voz de Niní cortó la tensión del momento, mi dama de compañía era una mujer joven que solía acompañarme en todo momento al estar fuera de casa—Ha llegado un paquete para usted sin remitente visible.
Ante la atenta mirada de mi madre recibí el paquete en mis manos, era una linda caja de madera ligera diseñada de manera manual con diferentes adornos salidos de la mano de un artesano, tenía toques de dorado formando pequeñas flores silvestres por todas partes y una ligera trabilla que funcionaba como seguro creada en lo que parecía ser oro puro.
—Es una caja traía desde Escocia—Dijo Lady D'Machianno mientras observaba la belleza de la caja—Una muy costosa por lo que puedo observar, hay muy pocas cajas de ese tipo.
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La Duquesa de Edimburgo
Ficción históricaChristopher Maxwell juro de rodillas sobre la tumba de su hermano que se vengaría de todo lo que le había hecho aquella mujer, lo que no sabía después de su arribo de Escocia era que se encontraría con dos rostro completamente similares. Las gemel...