Capitulo 2. Part. 5

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De alguna forma, a Louis no le sorprendió que Harry les hubiera conseguido un hotel.
No estaba sorprendido siquiera de que fuera un hotel lujoso y exclusivo a la orilla del río, no muy lejos del restaurante, y que su habitación tuviera vistas al arco. Para lo que no estaba preparado era para el ramo de rosas, la caja de bombones veganos y el mar de velas encendidas flotando en un jacuzzi hundido en el suelo de la habitación. Cuando se dio cuenta de que un conjunto de altavoces escondidos reproducían Sia suavemente de fondo, Louis se sintió abrumado. Medio riendo y medio llorando, se hundió en las sedosas sábanas de la cama tamaña rey y arrastró a Harry con él.
—¿Está bien? —preguntó Harry sonriendo pero claramente nervioso. Louis rio-lloró y golpeó a su novio gentilmente en el pecho.
—Estás loco, ¿lo sabes? Estás absolutamente demente. ¿Cómo puedes siquiera preguntar? Por supuesto que está bien, está más allá de estar bien. Es asombroso.
Miró a su alrededor de nuevo, se hundió otra vez contra Harry y agarró su mano para estrujarla con fuerza.
—Sabes, uno de nosotros en esta relación es un romántico empedernido, y no es el que posee más

de treinta películas de Disney.
—Es San Valentín. Quería hacer algo especial.
Harry envolvió un brazo alrededor de Louis y le arrastró más cerca, acariciando un beso contra su sien.
—Me gusta hacerte feliz.
Los besos a lo largo de la oreja de Louis empezaron a hacerse más lentos, volviéndose seductores. Louis cerró los ojos y se inclinó hacia ellos.
—Tú me haces feliz todo el tiempo. —Se separó de los narcóticos besos y se volvió hacia Harry acariciándole la nariz—. Te amo Harry.
Metiendo la barbilla, Harry apoyó su frente contra la de Louis, rozando los costados de Louis con las manos.
—Yo también te amo.
El eco de vulnerabilidad persistía en las palabras de Harry, y Louis atrapó su boca para aliviarle, tranquilizando a su amante con besos largos y persistentes. No tomó mucho tiempo para la pasión y la promesa del placer que se podía tener en una privada habitación de hotel, una gran cama y sin padres o deportistas alrededor para hacerles sentir cohibidos. Lubricante y condones esperaban en la mesita de noche. Louis perdería su virginidad anal esta noche.
Nervioso, mareado, impaciente, aterrado, Louis lo sintió todo a la vez, pero lo sintió con Harry, así que no le importó. Se quitó la camiseta y se despojó de los pantalones, pero antes de que Harry pudiera sujetarlo a la cama, Louis presionó a Harry hacia atrás, deslizándose por su pecho para acariciar su ingle mientras sus manos trabajaban con destreza para liberar el pene de Harry. Un segundo después, Harry jadeó y Louis gimió alrededor de la caliente dureza dentro de su boca, sonriendo en torno a su bocanada al familiar olor y sabor de Harry. Se preguntó si todos los hombres olían y sabían así o si eran diferentes.
Esperaba, en el silencio de su mente donde nadie podía molestarle por su sentimentalismo, que él nunca llegara a saber la respuesta.
Mientras se la chupaba a Harry, Louis también le despojó de su ropa, primero los pantalones y calzoncillos, y entonces, cuando Harry tiró de él hacia arriba por el cabello con una advertencia de que el espectáculo estaba a punto de terminar demasiado pronto, Louis tiró de los paneles de la camisa de Harry hasta que los botones se tensaron. Riendo, Harry apartó las manos de Louis y tironeó toda la cosa sobre su cabeza.
Se pararon un momento, desnudos, respirando agitadamente, uno frente al otro. Louis agarró la cintura de Harry, se unieron en un beso, penes y vientres rozándose, manos ansiosas, bocas reclamando y en ese enredo, cayeron de vuelta a la cama.
Al cabo de un minuto, sin embargo, Harry tenía a Louis sobre su estómago, con las rodillas separadas y una almohada bajo sus caderas. Tenso, pero en anticipación de placer, no de dolor, Louis cerró los ojos y curvó sus manos contra el colchón. Sabía lo que se avecinaba.
La mano de Harry acarició un perezoso sendero por la columna vertebral de Louis y Louis se estremeció. Harry rió suavemente.
—No te preocupes cariño. Puedes hacer tanto ruido como quieras esta vez.

Louis se sonrojó, habían intentado esto una vez en la residencia universitaria, y a parte de las magulladuras en rodillas y brazos de pelear para ponerse en posición en el futón, Louis hizo tanto ruido que el defensa y el corredor del otro lado del pasillo golpearon su puerta y prometieron tumbarla si tenían que seguir escuchando "cucarachas teniendo sexo", así que no volvieron a intentarlo.
Hasta ahora.
Manos frías separaron las nalgas de Louis, una lengua caliente presionó contra su entrada, y Louis sintió neuronas muriendo de puro placer. Chilló, un largo arpegio de un jadeo que dio paso a un gemido torturado. La parte superior de su cuerpo se sentía como espagueti eléctrico, dolorido y extendido y completamente desprovisto de la capacidad de moverse. Pudo sentir la lengua de Harry en todas partes, era como si hubiera ocho de ellas, lamiendo su agujero, arrastrando hacia arriba y debajo de su grieta, corriendo por la línea para provocar sus testículos. La mandíbula de Louis dolió con deseo, y tuvo que contenerse para no follarse la almohada en un esfuerzo por empujarse contra la boca de Harry. Volviendo su cara hacia la colcha, trató de amortiguar algo de sus sonidos, seguramente estaba gritando mucho más de lo que era normal.
Luego Harry separó más sus mejillas, apretó su lengua en una pequeña y húmeda lanza, y serpenteó su camino dentro.
Louis se despegó del colchón.
Por un segundo trató de controlarse, para que Harry no pensara que no le gustaba lo que estaba pasando, pero Harry parecía entenderlo, sujetando a Louis en el sitio e ignorando sus forcejeos, dejando a Louis libre para gemir, azotar y suplicar incoherentemente por cosas que no estaba seguro de qué eran exactamente, pero que tenía que tenerlas. Quería más, lo quería más fuerte, quería...
Un dedo resbaladizo entró junto a la lengua de Harry, y el cuerpo entero de Louis se cortocircuitó. Sí, eso era lo que quería.
Por un largo rato, eso fue todo lo que tuvo, un dedo, probando gentilmente, la lengua de Harry lanzándose dentro a su lado, el aliento de Harry caliente contra sus nalgas. Esto, a parte del beso negro, no era nuevo.
Uno de los juegos favoritos de Harry era sentarse hasta tarde con Louis, viendo la televisión y volviendo loco a Louis con sus dedos mientras susurraba en su oído:
—Si quieres que te folle... —Solía decir Harry—... tienes que estar preparado. Tenemos que dilatarte o dolerá.
—Ya estoy dilatado —se quejaba Louis, arqueándose hacia los dedos que lo empalaban, el olor a almizcle y lubricante pesado en el aire—. Hagámoslo ahora.
—Esperaremos —decía siempre Harry.
Ahora habían terminado de esperar. Louis se aferró a la cama y se sometió al placer que Harry le daba, mientras Harry le relajaba y le tentaba y dilataba con dos, ahora tres dedos. Rozó ese punto profundo en su interior que hizo a Louis convertirse en mantequilla, entonces frotó contra él de forma que Louis sintió como si se estuviera cortocircuitando constantemente.
Los dedos salieron, y tras un beso en el trasero de Louis, la boca de Harry se alejó. Aquí viene, se dijo Louis, sintiéndose mareado.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2020 ⏰

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