Resultó que Louis y Harry eran una pareja natural de sexo telefónico, y Harry se fue a la cama esa noche satisfecho y más cómodo de lo que esperaba después de ser testigo de la pelea de su madre y Tibby en la cena. Se preguntó, mientras se quedaba dormido, si esa técnica podía funcionar para todo.
Sin embargo, la mañana siguiente, marcó el comienzo de un día lleno de familia no-disuelta, haciendo claro que las confrontaciones y crisis podrían continuar sacudiendo su día en cualquier momento y usualmente en el momento en que estaba más vulnerable. Como justo después de tener una molesta llamada de Rose o al darse cuenta de que iba a ser afortunado, si al menos miraba a Cara una vez durante todas sus vacaciones, a menos que se saltara su visita a Minnesota y se colara por su puerta trasera. Los pocos correos que intercambió con Williams tampoco ayudaron; no es que muchas cosas pudieran suceder entre el inicio y el final de sus vacaciones, pero la inactividad se sentía como terreno perdido. Para el final del primer fin de semana había convencido a Rose de darle inicio al grupo de Facebook, y fue esperanzador ver a más de ochenta personas unirse en las primeras treinta horas. Todos estaban llenos de furor e ideas, y la mayoría tenían cartas redactadas, estaban listos para enviar a la escuela su documentación, o ya estaban inscritos en la lista. La mayoría de ellos habían continuado haciendo planes, lo cual se sentía como un progreso, y el progreso era bueno.
Su madre y Tibby eran pesas de plomo duales para poner lastre en cualquier impulso a la pasajera felicidad que había en casa. Peor aún, de algún modo Harry se había convertido internamente en una reina del drama: cosas pequeñas, a veces pequeños sucesos, lo molestaban. Cada sutil empuje que tomaban de cada uno en el desayuno, cada ajuste sobre cuándo tendría permitido Tibby ir al granero o sobre comprarle a Harper una nueva manta, lo ponía en el borde. Cada uno de los suspiros de su madre mientras lavaba los platos o veía una revista, lo hacía estresarse. Se sentía estúpido, porque no hubo más grandes peleas después de esa primera noche, pero Harry reaccionó peor a eso, que se convertían en malditos golpes en cada comida.
Louis trató de tranquilizarlo, pero que él necesitara calmarse del todo hacía a Harry sentirse mucho más ridículo, así que le restó importancia a sus reacciones a pesar de que le dolía dar rienda suelta a sus extrañas emociones, las cuales parecía no poder controlar. Mantuvo su concentración, con sus inminentes obligaciones familiares y con su viaje a Windom ahora establecido para el veintisiete de diciembre. Decidieron quedarse en Minnesota hasta el tres de enero y mantener la cabeza ocupada sobre pasar los últimos seis días allí o en Chicago.
Desafortunadamente, mientras tanto, tendría que lidiar con la Navidad.
Harry se divirtió haciendo compras para Louis y su familia: él aún planeaba obtener una gran canasta de comida en su camino a la ciudad, pero mientras tanto se ocupó en productos no perecederos, como la chaqueta de cuero vintage de Boystown que había comenzado todo y unas figuras de Doctor Who que Louis había elegido pero, que al final, las puso de nuevo en su lugar. Compró también la camiseta Corrumpible, y una menos sugestiva pero también descarada de Registered Princess para Lisa. No importó que Gaymart generalmente vendiera esas para elegantes y orgullosos hombres gay. Los padres de Louis eran más difíciles, más que todo porque sabía que se molestarían si gastaba mucho, aunque Harry tenía muchas ganas de darles una muestra a cada uno para demostrar su disposición a agradarles e impresionarlos. Terminó comparándole a Dick un hermoso juego de escritorio en la tienda de regalos de Lakeview y una preciosa caja de espejo para chácharas para darle a Sue. Ambos eran en realidad bastante caros pero aún parecían humildes: se sentían exactamente como el mensaje que Harry quería enviar.
No es que Harry tuviera una idea firme sobre qué mensaje era.
Los regalos para su familia eran el típico círculo del infierno, lo cual lo ponía triste; había sido tan feliz comprando para personas casi extrañas, pero se ponía deprimido haciendo compras para personas de su propia carne y sangre. Parte del problema era que nadie en su familia quería dinero o cosas, así que para hacer un regalo, tenías que armarla en grande, lo cual no era práctico y hacía la siguiente temporada de compras mucho más que imposible. Como siempre, él tenía que apegarse a lo aburrido y predecible. Su hermana era fácil: escuchar durante quince minutos sobre qué es lo que ella quería de Dover Saddlery y luego correr a Internet. Su padre era aún más fácil: bolas de golf, un poco de mierda variada de paquetes de regalo ya preparados por Internet y una gran tarjeta de regalo. Nada de eso era inspirador, nada de eso los haría sonreír más allá de la versión tradicional de gracias, la mitad de esto no lo usarían ni los harían cambiar de parecer sobre el día de Navidad. Pero Harry no dejó que eso le importara.
La abuela Marissa, la madre de su madre, era siempre la peor, porque Shari Styles no había obtenido su versión oscura del mundo de una aspiradora. Después de horas y horas de visitar tiendas de belleza y ver tiendas en línea, Harry terminó ordenando un edredón hecho a mano de Etsy y esperando lo mejor. Probablemente, ella pensará que era de calidad cuestionable o decidiera que estaba infectado de bichos o algo igual de despectivo. Sin embargo, si no le gustaba, terminaría en la habitación de repuesto de Shari, y Harry podría robarlo para la escuela.
Bien, eso podría ser algo práctico.
La abuela y el abuelo Styles eran moderadamente difíciles, aunque eso era solo porque vivían en Nueva York. Desde la separación de sus padres, apenas los había visto, porque estaban enojados con su hijo, aunque nunca les había agradado su esposa. La abuela Claire le escribía cartas a Harry cada pocos meses, y en un principio habían intentado venir a Chicago para Año Nuevo, pero habían comenzado a dar rodeos incluso antes de que Harry se recluyera en Minnesota. Habría sido bonito verlos, pero no lo suficientemente bonito como para saltarse a Louis. En su lugar, hablaron por Skype unos pocos días antes de Navidad.
—Te ves cansado Harry —dijo su abuela, frunciéndole el ceño a la pantalla. Harry deseaba poder mirarla a los ojos. Ella tenía unos suaves ojos grises que siempre lo habían hecho sentir como si fuera mágica. De hecho, cuando era niño la llamaba su abuela hada.
—Ha sido un poco difícil por aquí —le confesó, deseando inmediatamente no haber sido tan comunicativo. ¿Por qué seguía derramando sus entrañas de esa forma? Él no quería que ella se preocupara.
Claire frunció el ceño.
—¿Es tu madre? ¿O la inservible excusa de un padre? ¿Quieres que vayamos? Retrocede, Styles.
—No, está bien. Solo es la locura navideña. —Decidió distraerla con algo que amaría escuchar—. También me estoy yendo de Chicago justo después de Navidad, así que me estoy preparando para eso. Dirigiéndome hacia Windom, Minnesota para Año Nuevo.
—¿Minnesota? —Claire hizo una mueca de desagrado—. Dios, ¿por qué harás eso? —Harry sonrió con picardía en respuesta, y ella jadeó—. Harry Edward, bribón, ¿tienes novio?
—Lo tengo, abuela —le confesó.
Era divertido ver a Claire aplaudir de alegría y tirar al abuelo David para que también se viera incómodamente feliz por Harry. De hecho, durante quince minutos Harry solo tuvo que sonreír y disfrutar que su abuela se derritiera por el hecho de que finalmente podría hablar sobre la vida amorosa de su nieto gay en el club.
—Harry, esto es tan maravilloso. Estoy tan feliz por ti. Tienes que enviarme una foto. Preguntaría si es guapo, pero contigo, sé que debe serlo.
—Él es adorable. —Dios, ahora deseaba haberlos ido a ver—. Si ustedes vienen a Chicago, ¿cuánto tiempo se quedarían? Quizás pueda arreglarlo para que lo conozcan.
El rostro de Claire cayó.
—No va a ser posible esta vez, cariño. Lo siento. Pero lo haremos posible en algún momento durante la primavera, y entonces, será mejor conocer a tu hombre.
—Bueno, si aún estamos saliendo entonces, seguro lo haré —dijo Harry, no queriendo tentar al destino.
Claire movió un molesto dedo hacia él.
—Ni siquiera lo intentes. Me hiciste esperar tanto tiempo, ahora, vas a salir con él, el tiempo suficiente para que yo lo conozca.
Harry río.
—Daré lo mejor de mí.
La sonrisa de Claire prometía problemas.
—Ya sabes, ahora tenemos matrimonios gay aquí en Nueva York, y conozco el lugar perfecto para una ceremonia.
—Abuela.
Ella rió, pero lo preocupante era que Harry sabía que ella no estaba bromeando.
—Quiero esa foto. Regina Nelson ha estado alardeando de su hija lesbiana saliendo con una antigua modelo, y quiero al menos mantener el ritmo.
—La enviaré por correo tan pronto como pueda —le prometió.
Él termino enviándoles una lujosa cesta de regalo llena de vino y chocolate, lo que era menos personal de lo que le habría gustado, pero era claro que la foto enviada de sí mismo y Louis quitándole el teléfono era el regalo que ella en realidad quería.
La abuela Marissa llegó el mismo día que el regalo para la familia de su ex esposo, no el padre biológico de Shari, sino el padre de su corazón. Era la explosión usual de cosas que ninguno de ellos necesitaba, pero desesperadamente quería: comida lujosa, bebidas y condimentos, iPad minis, audífonos que cancelan el sonido, certificados de regalo de suplidores verdaderamente elegantes de caballos, de compañías de tecnología y tiendas departamentales, con un puñado de compras exóticas en Harrods de Londres para impulsar toda la cosa hasta la cima. Siempre eran este tipo de cosas, y el hecho de que llegara el mismo día que su ex esposa y su carro con escasos juguetes cuidosamente atesorados y no deseados, era el único regalo que el manipulador viejo bastardo necesitaba. No que es que alguno de ellos (excepto Shari) comprara algo para él.
Predeciblemente, Marissa reemplazó todos los otros fallos encerrándose a sí misma en la habitación de invitados y sollozó durante horas mientras que Shari se arrodillaba afuera de esta y lloró con la determinación de aún estar aprendiendo como caerse a pedazos apropiadamente. Incapaz de soportarlo, Harry llevó a Tibby al granero y después la llevó a cenar afuera. Su hermana parecía agradecida pero distante, y Harry entendió la razón: mientras que este había sido un movimiento bienvenido, ella no quería apegarse a la idea de que él lo haría de nuevo.
Harry se sintió culpable porque aún sabiendo que él la había abandonado, se sentía agradecido de que este fuera el caso.
Cuando regresó a casa, para poner la cereza del pastel, se perdió la visita de Cara: la razón de que ella no le enviara un texto haciéndole saber que estaba viniendo, nunca la entendería. Ella trajo un pastel de frutas, un maldito pastel de frutas, y una tarjeta de regalo de Amazon.
Tomando una botella de vodka, un vaso de tragos y una bolsa de patatas fritas, Harry se dirigió a la guarida del sótano para ponerse ebrio. Estaba bastante cerca de embriagarse cuando, a las nueve treinta, Louis llamó.
—Hola, tú —dijo él, tratando de volver de nuevo a la felicidad—. No esperaba tu llamada esta noche. Pensé que estabas con tus abuelos.
—Lo estoy, pero aún tengo un teléfono.
Harry cerró los ojos y bebió del hermoso sonido de la voz de su novio.
—Dios, te he echado de menos.
—¿Que está mal? Y no me vengas con esa mierda despectiva que me sigues dando. Algo está realmente mal esta vez, lo puedo adivinar.
Harry cerró los ojos con más fuerza.
—No, es solo que todo se juntó. Y al ponerme ebrio, creo que lo hizo mucho peor.
El suspiro frustrado de Louis era un bálsamo, incluso si hacía sentir a Harry culpable por causarlo. —Desearía que estuvieras aquí, o que yo estuviera allí.
—Tres días —le recordó Harry. Él aún no había comenzado a contar las horas, pero quería hacerlo. —Puedes venir antes si quieres. Puedes venir mañana.
¿Porque era que las ofertas de Louis siempre lo hacían sentir bien y mal al mismo tiempo?
—No voy a interrumpir las cosas de tu familia. Además, tengo que terminar primero mi sentencia en el infierno. Incluyendo una cena en el purgatorio con papá mañana por la noche.
—No hay nada que interrumpir aquí, y no lo harías de todos modos. Mañana y el día de Navidad solo estaremos nosotros, y todos se están volviendo locos al hablar sobre conocerte, excepto papá quien continúa molesto por las dos horas que tuvo que pasar en tu empresa. No tienes que esperar hasta el veintisiete. Ven en cuanto quieras. Solo déjame saber que estás de camino cuando te vayas.
—Quizás llegue el veintiséis —dijo Harry, el vodka desplegando su resistencia a colarse entre los Tomlinson.
—Genial. Se lo diré a mamá. —La voz de Louis fue suave y triste—. Cuídate, Harry. No dejes que ellos te arrastren abajo. Y deja de mentirme sobre lo mucho que esto te está molestando.
La garganta de Harry estaba apretada. —No es solo a ti a quién trato de mentir.
Hubo una larga, pesada pausa en la línea.
—Ven el día de Navidad. Por favor. Por mí. Porque voy a ser un despojo hasta que estés aquí. No me importa si suena patético o inseguro o si lo odias. Te rogaría que comenzaras a salir mañana, pero sé que saltarte la víspera de Navidad y la mañana de Navidad haría las cosas peor. Quizás no puedas venir el día de Navidad, pero Dios, quiero que lo hagas. Solo ven. Por favor.
La palabra cortó a través del centro del pecho de Harry, y dijo, su voz era casi un susurro:
—Está bien.
El resto de la conversación fue Louis balbuceando emocionadamente sobre a qué hora debería irse y cómo era el clima, y cómo debería responder si su familia se molestaba porque él se fuera antes. Harry escuchó un tercio de esto, atrapó la sensación de alivio que vino al darse cuenta de que estaba a punto de salir pitando del infierno. Fue a la cama esa noche no estando completamente seguro si habría sido parte de una alucinación por estar ebrio, pero además de una madre de dolor de cabeza, tenía dos correos y siete textos de Louis con actualizaciones del clima y represalias para que no se echara atrás con su promesa de venir el día de Navidad.
La cocina se estremecía con el drama entre su abuela, madre y hermana, aparentemente, estaban haciendo galletas, pero la mayoría de esto era el fondo de un episodio de Real Housewives of Northbrook, así que Harry se deslizó fuera para traer a casa la cena para ellas de Whole Foods y preparar su tan codiciada canasta de regalo para los Tomlinson. Esto resultó ser más difícil de lo que pensó, y casi se quebró en dos ocasiones en la sección de congelados porque no podía acomodar como llevar el helado de chocolate y coco a Minnesota sin que se derritiera. Terminó en una tienda de venta barata comprando un gran enfriador y suficiente hielo seco para detener el calentamiento global, luego volvió para limpiar Whole Foods de todo lo que pensó que Louis y su familia podrían posiblemente desear.
Terminó tirando ochocientos dólares en la canasta de comida, sin incluir los doscientos que gastó en un recipiente de mimbre artesanal de una boutique que estaba al lado para poner todas las cosas, y no todo entró. Apenas entró por la puerta trasera, y Dios, esperaba que el hielo seco durara lo suficiente. Estaba lejos, muy lejos.
Ni siquiera se sentía lo suficientemente cerca.
Para el momento en que Harry llegó a la cena con Tibby y su padre en el Fogo de Chão, estaba tan nervioso que apenas pudo comer. Louis le envío textos cada hora, pidiendo la reconfirmación de que Harry estaba bien. Harry no lo estaba, pero los mantenía a ambos cuerdos reportando todo lo que sucedía, que su madre y su abuela habían hecho su regalo en la cena con un indicio de qué tan mal había caído su familia y se habían retirado a sus habitaciones; que Tibby parecía retraída, y él se preocupaba; que su padre había traído a su novia y eso fue más allá de incómodo. Antes de dirigirse a casa con Tibby, Harry le envió un mensaje a Louis sobre su anhelo de acercarse a su hermana, pero que temía provocarla con más ayuda de la que él podía dar. Louis sugirió llevarla al granero en la víspera de Navidad para que viera a Harper, lo cual era tan perfecto y brillante que Harry se sintió tonto por no pensar en ello. Resultó ser diez mil veces mejor, que el regalo que tenía bajo el árbol. Al mirar a su hermana amar su Friesian tenía un efecto colateral de sanarlo a él también, y cuando finalmente volvieron a casa para la noche, a las once, ambos fueron a la cama con una sonrisa en el rostro.
En la luz de la mañana de Navidad, dudó de la sabiduría de irse ese día. No se podía ir cómodamente hasta después del almuerzo, y eso lo haría llegar a Windom a las nueve treinta como más temprano a menos que condujera todo el camino como un murciélago fuera del infierno, lo cual dado el hecho de que en la ruta se enfrentaba al menos a dos bandas de ráfagas de nieve, parecía estúpido como la mierda. Se estaba debatiendo entre parar o no a medio camino en un hotel al menos como respaldo debido al mal tiempo, cuando ellos se sentaron a abrir presentes después del desayuno, y allí su abuela y madre tiraron la flameante mierda que finalmente quebró la espalda de Harry.
Shari había abierto el regalo de Harry para ella: un gran marco para fotos plateado con hermosos recortes y espacio para fotos de collage, el cual Harry había llenado minuciosamente con imágenes suyas, de Tibby, su madre y su abuela, imágenes desde el nacimiento de Shari hasta el día antes cuando había sido capaz de capturar a las tres mujeres sonriendo antes de otra ronda de gruñidos. Había sido el proyecto que realizó en su habitación para mantenerse cuerdo, y mientras veía a su madre abrirlo, lágrimas en los ojos por su belleza, deseó haber tomado más tiempo para pulirlo y convertirlo en el mejor regalo que pudo ofrecer. Para ese momento, el regalo era todo lo que Harry supo que sería.
La abuela Marissa se inclinó sobre el hombro de Shari, aspiró e inclinó su mimosa hacia sus labios. —Miras esto y sientes la ausencia de Cal como un cuchillo, ¿verdad?
Shari parpadeó, luego parpadeó de nuevo, mientras Harry observaba, toda la luz y felicidad que había puesto allí ahogándose con el regreso de su dolor.
Era demasiado. Había ido muy lejos. Fue semejante el golpe a su rostro que Harry ni siquiera gritó, no hizo más que enviarle a su abuela una mirada. Él solo se levantó, fue a su habitación y comenzó a hacer las maletas. Apenas tenía tres cosas en su bolsa de lona cuando escuchó a alguien en la puerta. Poniéndose rígido, se preparó a sí mismo para enfrentarse a su madre o peor, su abuela. Cuando se giró, sin embargo, era Tibby quien estaba de pie en el marco de la puerta, viéndose cansada y triste, y mucho más adulta de lo que tenía derecho a ser.
—Lo siento —dijo ella, disculpándose por la otra mujer con la cual no tenía nada que tratar—. Es un hermoso marco. Voy a dar lo mejor de mí para convencer a mamá de que la abuela es un pedazo de mierda y que deberíamos colgar el collage sobre el cobertor, especialmente porque papá no está en él.
Ella espió la bolsa de lona en la cama de Harry y se puso más triste. —Te vas con Louis. Te vas ahora.
Harry se detuvo con un par de medias en la mano. Puedo quedarme por ti, quería decir, debería haber dicho, pero cuando abrió la boca, todo lo que pudo manejar fue:
—No puedo aguantarlo. Lo lamento. —Él alejó la mirada—. Debería quedarme por ti, lo sé, pero...
—¿Qué? —Ella sonó casi molesta—. ¿Qué demonios lograría eso? ¿Que ambos seamos miserables? —Frunció sus labios y sacudió la cabeza—. Quiero decir, Dios, estoy tan celosa de que seas capaz de alejarte, que estoy harta, pero no es que tú estando aquí, vayas a ser capaz de cambiar algo. Solo eres una persona más para pelear.
—No me gusta dejarte aquí —dijo Harry.
—Bien, no me vas a llevar contigo a menos que también traigas a Harper. —Su rostro se suavizó —. Muchas gracias por llevarme al granero anoche. Eso fue lo mejor, en serio.
—Si estuviera aquí, podría llevarte más seguido.
—Por favor. Pediré que me lleven o usaré el dinero que me dio papá por Navidad para tomar un taxi. Además, obtendré mi licencia en tres meses. Planeo endulzar a papá y a su Barbie hasta que ellos me compren un coche. O voy a ahorrar mi mesada y compraré un pedazo de mierda que me lleve de aquí a allí y a cualquier lugar.
—Te ayudaré si lo necesitas —prometió Harry. Tibby sonrió, aún triste, pero se veía mucho más fuerte de lo que Harry se había dado cuenta que era.
—Va a estar bien. Te lo prometo: va a estar bien. Vas a ir a Minnesota con tu novio, y yo voy a llevar mi trasero al granero esta tarde, aún si tengo que hacer autostop. Vamos a estar bien.
Él termino llevándola en su camino fuera de la ciudad, tomaron comida china para el almuerzo, lo suficiente para mantenerla hasta la cena si podía quedarse tanto tiempo, y dejó a Tibby dirigiéndose al granero con bolsas de tachuelas, regalos, comida y pareciendo diez mil libras más ligera de lo que había estado en la sala de estar con su familia.
Harry la observó irse, recordando de nuevo lo que le había dicho mientras la dejaba, los gritos de su madre y su abuela por la traición y el abandono aún resonando en sus oídos.
—Vamos a estar bien —susurró a la nieve que caía gentilmente contra el parabrisas—. Vamos a estar bien.
Dejó que las palabras se hicieran eco durante un minuto, luego sacó su teléfono móvil y le marcó a Louis mientras se dirigía al norte por la interestatal.
Louis era un desastre delirante, hasta que el Mazda de Harry estacionó en el camino de entrada de su familia.
Él empezó bien, pero se sentó literalmente sobre su móvil y giró su anillo de graduación alrededor de su dedo mientras esperaba los intermitentes informes y las sesiones de chat de Harry hasta que el tráfico o clima hacían que colgara. La única manera en que Louis sobrevivió a esas ausencias de radio fue recordándose que cada milla que Harry ponía entre él y Northbrook parecía volverlo más liviano. No obstante, hasta que Harry estuviera en frente suyo, visiblemente repuesto y feliz, no iba a ser capaz de relajarse completamente.
—Estoy preparando la sopa —dijo su madre cuando Harry perdió servicio en el occidente de Wisconsin—. De frijol negro, esa con la base de tomate que parece chili, y tengo un poco de pan y ensalada. Estaba intentando decidirme qué hacer para el postre. ¿Tienes alguna idea? ¿O deberíamos solo ir por las galletas?
—Él es adicto a mi helado de chocolate y leche de coco, ¿tenemos un poco? —Se dio cuenta demasiado tarde, de que esa era una pregunta estúpida, porque por supuesto que no tenían. Esa mierda valía cinco dólares la pinta—. Lo siento.
Ella frotó el brazo de Louis y le dio una sonrisa alentadora.
—Si la tienda estuviera abierta, tendría a tu padre yendo a conseguir un poco. Todavía hacemos regalos, Louis, y esto es Navidad.
—Desearía que él estuviera aquí, que no estuviera tan lejos. Dios, sonaba horrible la primera vez que llamó. Espero nunca conocer a su abuela, porque probablemente la golpeé en lugar de decirle hola.
—Tú haces eso y yo te palmeó la espalda. —Ella soltó el brazo de Louis y frotó sus hombros—. Estoy segura de que él está bien, cariño. De cualquier forma, está de camino hacia aquí ahora, y todos haremos lo mejor para ayudarlo a poner sus malas festividades detrás. Solo deseo haberle conseguido más de un regalo para abrir.
—Confía en mí. Si nos sentamos alrededor de la mesa y tenemos una conversación humana real y jugamos un juego de mesa después, eso será mejor que un millón de dólares.
—Creo que podemos manejar eso. —Ella chasqueó la lengua y dejó de frotar los hombros de Louis mientras se movía de nuevo a la cocina—. Pobre chico. Quizás también haga pan de maíz, esa nueva receta sobre la que te dije que se usa masa de harina y calabaza. Nada dice amor tan perfectamente como un buen pan de maíz.
Louis terminó ayudando a su madre a preparar la receta para distraerse. No fue difícil, y fue divertido, porque incluyó la sartén de hierro fundida en el horno, algo que Louis siempre disfrutaba. Olía delicioso, y Louis no podía esperar a comerlo. Y no solo era por el hecho de que cuando él tuviera que comerla, Harry ya estaría allí.
Llegó a las siete y media, encontrando la casa sin problemas gracias a su GPS, y Louis salió solo con las botas de goma de su padre y un jersey dándole la bienvenida al frío. No necesitaba nada más porque tan pronto como vio esa mata marrón de pelo y esa cara brillante salir del coche, tuvo toda la calidez que necesitaba.
El abrazo no fue malo como un iniciador de fuego, y tampoco lo fue el beso. Sabía a anhelo, a clima frío y a desesperación, pero también, a alivio. Se convirtió en la misión de Louis demoler hasta la última de las sombras en los ojos de su novio para el momento en que fueran a la cama.
Lo cual era una de las primeras conversaciones de camino de entrada que necesitaba tener con Harry.
—Mamá tuvo éste raro y contenido delirio sobre dónde ibas a dormir. Normalmente, te permitiría quedarte en mi dormitorio en la bolsa de dormir, ya que no tenemos un cuarto de invitados, pero como estamos saliendo siente que no deberías. Después, dijo que se sentía ridícula porque sabe que dormimos en el mismo cuarto en la escuela, y luego mayormente se puso roja y murmuró sobre no querer tener esta conversación. La cosa es que, mi cuarto está en el sótano, y todos ellos están en el segundo piso, así que mi idea fue que tú oficialmente tomaras el alucinante colchón en la sala de TV pero que pasarás prácticamente la noche en mi cuarto.
Harry pareció extrañamente feliz sobre esto.
—Eso es muy dulce. Tan de la vieja escuela. Haré lo que sea. No quiero molestar a tu madre.
—La cosa es, que creo que esto es lo que ella seguía tratando de sugerir, que le demos alguna fachada así puede mentirse ella misma más fácilmente. —Él atrajo a Harry más cerca—. Sin embargo, vienes a la cama conmigo aunque sea por una parte de la noche.
La amplia sonrisa de Harry se tornó un poco perversa.
—Funciona para mí —dijo, y besó a Louis de nuevo, esta vez, con un tipo diferente de desesperación.
Louis ayudó a Harry a entrar las cosas del coche, pausando para presentar a todo el mundo en la primera vuelta, sonriendo con placer mientras ellos se abrazaban y parecían caerse bien desde el principio. Se pusieron a charlar, así que Louis volvió al coche para traer otra tanda, y vio la canasta de comida. Y la nevera.
—Oh, caray —dijo Lisa detrás de él.
Louis no pudo hablar, demasiado ocupado cabalgando una cascada de emociones y pensando rápidamente de pie. Temblando solo un poco, se giró hacia Lisa, manteniendo un ojo en la puerta del garaje.
—Está bien, voy a prepararlo, ¿puedes mantenerlo ocupado? ¿Quizás ayudándolo a llevar esto dentro, pero siendo un poco lenta así yo puedo preparar el terreno? Por cierto, actúa impresionada.
—No voy a tener que actuar. Santa mierda, ahí adentro hay una cacerola de Le Creuset. ¿Estás saliendo con un jeque?
—Lo sé. Actúa normal, ¿está bien? No enloquezcas. —Papá va a enloquecer.
—Lo sé. Por lo cual necesito un minuto.
Lisa le dio la señal de pulgares arriba.
—De inmediato.
Louis liberó a sus padres de Harry alegando que necesitaba hablar con ellos desesperadamente sobre algo, y ellos lo siguieron dentro de la oficina de Dick. Louis cerró la puerta y habló lo más rápido que pudo.
—De acuerdo. Ustedes principalmente tienen que confiar en mí con esto, pero necesitan saber que Harry trajo un montón de regalos. Me refiero, a un montón de regalos. Es culpa mía porque le dije sobre la cosa del trabajo, y él se preocupó, y cuando Harry se preocupa se vuelve un poco loco tratando de encargarse de las cosas. Pero, la otra parte es que sé que lo ha estado enloqueciendo el no poder salvar a su familia, y pienso que él está tratando de salvar la nuestra o algo así, y la canasta de regalos está más allá de loco pero, por favor, por favor, no se lo tomen a mal, porque creo que todo lo que él quiere es salvar a alguien y hacerlos felices, y su abuela fue una mierda esta mañana con esa cosa de la foto como ya les he contado, y yo solo quiero que él sea feliz, así que, por favor, por favor, déjenlo darles esto.
Tuvo que dejar de hablar entonces porque se quedó sin aire, pero más o menos cubrió todo, así que solamente imploró con sus ojos después de eso.
Al final, se preguntaba si incluso hubiera tenido que pasar por ese tipo de recordatorio, porque cuando ellos entraron en la cocina, la canasta de locura fue esparcida sobre toda la mesa, desbordándose, llamativa y tan más allá de lo exagerado que necesitó un nuevo código postal para tener el trabajo terminado. Ahí había seis tipos de pasta, todas ellas etiquetas de alta gama y prometiendo el tipo de locos beneficios saludables que las cosas de Whole Foods amaban prometer. Había más productos de los que podían caber en su nevera. Lisa estaba ocupada sacando suficiente helado de chocolate y coco como para que Louis se comiera su propio peso de una nevera en la que podrían haber almacenado un cuerpo. Parecía como si fueran personas preparándose para una catástrofe y Harry había llegado a rellenar su almacenamiento para el invierno y también para parte del verano.
Harry se mantuvo de pie detrás de una silla en la mesa, iluminado por la luz colgada de encima, mirando a su ofrenda como si estuviera horriblemente avergonzado por esta y como si fuera despreciable todo al mismo tiempo. Harry, quién nunca dejaba que una maldita cosa lo molestara y raramente dejaba saber a Louis si estaba molesto, se mantuvo ahí más desnudo y al natural de lo que Louis sabía que podía estar. Louis quería abrazarlo, para arrastrarlo por las escaleras a su cama y envolverlo fuerte en una manta alternativa y hacer todo mejor.
Él no tuvo que calmar a Harry porque su familia lo hizo por él. Sue presionó sus manos sobre su cara y se acercó a la cesta como si fuera la cuna del bebé Jesús. Ella tocó cada artículo en temor y maravilla, murmurando tonterías del medio oeste como "por el amor de Dios" y "mi palabra", todo hasta que encontró la Le Creuset, y entonces rompió en llanto y abrazó a Harry tan fuerte que casi lo golpeó, agradeciéndole y preguntándole cómo supo, cómo había sabido que eso es lo que ella más quería para Navidad, porque ni siquiera se lo había dicho a Dick y mucho menos a Louis. Fue tan genuino y emotivo que tenía que ser cierto.
Esto pareció ser el indicio para todos ellos para empezar a dar zarpazos por la comida, sosteniendo en alto sus cosas favoritas y sonriendo abiertamente, y en el caso preferiblemente de un calabacín, riendo. Todos menos Dick, quien permaneció al final de la mesa con una tranquila, reverente mirada en su cara. Harry lo observó, Louis se dio cuenta, y tan pronto como lo hizo él mantuvo a ambos en su visión; conteniendo su aliento.
Eventualmente Dick se giró hacia Harry, como si hubiera sabido que lo había estado observando todo el tiempo. Con semblante suave pero serio, Dick estiró su mano hacia Harry, le dio un pequeño idiota asentimiento de Minnesota y le dijo:
—Bien hecho, hijo.
Él sacudió la mano de Harry cuando la puso ahí, luego lo acercó para un firme, abrazo de macho. Harry se mantuvo rígido por un segundo, luego cuando Dick dejó que el abrazo durara, dándole espacio a Harry, Harry se dejó hundir por un momento y cerró sus ojos en alivio.
En ese punto Louis tuvo que mirar en otra dirección, o él empezaría a llorar.
—Creo que hemos arreglado su Navidad —le susurró Lisa en su oído.
Louis empezó a decir que estaba de acuerdo, pero terminó lloriqueando de rabia porque Lisa lo empujó con el calabacín, riendo y corrió lejos, implorándole con una sonrisa que le diera caza.
Él lo hizo.
No tomó sino tres horas para que Harry se diera cuenta de que los Tomlinson no eran tan buenos como él pensó que serían: eran mejores.
Hablando en serio, si no los amara tanto, ellos lo enfermarían. Su felicidad lo hizo sentirse feliz simplemente con mirarlos. Esa parte lo sorprendió. Se preparó a sí mismo contra su camarería, pensando que lo haría sentirse solo y dejado de lado, pero no fue así, y no solo porque ellos lo incluyeron como si fuera uno de los suyos. Su bondad era como una de esas velas en la ventana de las viejas historias de Navidad. Lo alivió y le dio esperanza.
La cena fue genial, y después de tres cuencos de sopa, y más pan de maíz del que debería haber intentado meter en su barriga, jugó un par de partidas de Scrabble con Lisa, Sue y Louis mientras Dick lavaba los platos. Después, se acurrucó en el sofá en el sótano al lado de Louis para mirar un poco de TV sin sentido junto a la luz de un pequeño, hermosamente adornado árbol de Navidad. Le mandó un mensaje de texto a Tibby para asegurarse de que seguía haciéndolo bien, luego se apoyó en las manos de Louis mientras él le daba un lento y más que ligeramente estimulante masaje.
Él inclinó su cabeza hacia atrás, acarició la mejilla de Louis y lo atrajo hacía abajo para un beso.
Se besaron con lentitud, sin llevar las cosas muy lejos porque todavía podían escuchar a todos moviéndose alrededor en el piso de arriba. Fue casi mejor de esa manera, con la tensión construyéndose, sabiendo que harían el amor más tarde en la cama de Louis pero todavía capaces de tocarse y acariciarse ahora. Harry dibujó los labios de Louis, la lengua asaltando dentro, burlándose de él pero nunca llevándolo a ningún lado.
—Podríamos ir a la cama —susurró Louis con voz ronca contra los labios de Harry, deslizando su mano hacia abajo por el muslo de Harry.
—No voy a escandalizar a tu madre solo porque estás cachondo. —Pellizcó el labio inferior de Louis—. Además. Todavía tengo que darte tus regalos. —Él le había dado a todos los demás los suyos, pero había traído el de Louis abajo a su dormitorio.
—Tú eres mi regalo. —Louis deslizó su mano alrededor del borde de la cintura de los vaqueros de Harry.
Se tomaron el pelo mutuamente hasta que Sue les dio las buenas noches y apagó las luces del piso de arriba.
Louis arrastró a Harry de nuevo a su cuarto, lo que hizo a Harry reír hasta que Louis lo empujó de espaldas hasta la cama y empezó a sacarse su propia ropa.
Se vinieron rápido, no más juego previo, sin bromear, solo rápido masturbándose uno contra el otro antes de colapsar en un sudoroso montón juntos en la cama.
Louis trazó lentos círculos en el centro del pecho de Harry.
—Es demasiado malo que tengamos esta cama grande donde cabemos los dos y no podamos compartirla toda la noche.
—O usar el amplio espacio para actividades extracurriculares. —Dios, pero él añoraba apoyar a Louis hacía atrás contra una cabecera y llevarlo al borde y apropiadamente, haciéndolo gritar. El hecho de que Louis estaría enfrentando un excepcionalmente afeminado poster de Enredados mientras lo hacía hizo a Harry querer representar ese escenario ahora mismo.
Sin embargo, no lo hizo, contentándose con recorrer su mano por la espalda desnuda de Louis.
—¿Y si fuéramos a Minneapolis para Año Nuevo? Quedarnos en un hotel, ¿has visto los paisajes? Yo te mostré mi ciudad, ¿ahora me muestras la tuya?
—Minneapolis no es mi ciudad. He estado ahí un tiempo, pero no tanto como me gustaría. — Suspiró y recorrió sus dedos por el abdomen de Harry—. El distrito de teatro es agradable. Pero ciertamente, no tengo dinero suficiente para conseguir un hotel ahí. Ni si quiera la mitad.
Harry le dio un codazo en las costillas.
—Oye, ¿qué te he dicho sobre dejar a tu novio pagar por las cosas?
Louis se apoyó a sí mismo en un codo y frunció el ceño a Harry.
—Me hace sentir incómodo que lo hagas todo el tiempo. No quiero que pienses que me aprovecho de ti como lo hace otra gente.
Harry abrió su boca para protestar, luego se detuvo, frunciendo el ceño de vuelta. —¿Quién más se aprovecha de mí?
—¿Quién? Todos. Tu familia, para empezar. Cara te llama para pedirte consejos, pero no está alrededor cuando tú la necesitas. Y no me des la excusa de la boda. Ella puede hacerlo mejor. Yo no quiero ser uno de ellos.
Besando la barbilla de Louis, Harry se empujó hacia abajo contra su pecho. —No te estás aprovechando si es algo que yo quiero.
—Sí lo es, si es siempre una calle de un solo sentido, tú pagando por todo, todo el tiempo, yo nunca haciendo nada por ti.
Harry cerró sus ojos y besó el pelo de Louis.
—Si después de hoy, sigues pensando que eso es cierto, no has estado prestando demasiada atención.
Louis lo acarició con la nariz, excavando en su cuello. —Le preguntaré a mis padres.
—Hazlo. —Harry apretó juguetonamente su costado—. Yo reservaré un cuarto a prueba de sonidos para que puedas realmente gritar.
Louis se arqueó ante su toque y pellizcó su cuello.
—Tal vez... Tal vez si vamos, tal vez podamos... —Él lo acarició con su nariz otra vez, cubriendo su cabeza un poco—. Tener sexo.
Harry se quedó muy quieto.
—Creo que ya hemos hecho eso, joven Padawan*. (*. Padawan: Personaje de Star Wars)
Louis lamió el cuello de Harry.
—No todo.
—Sigue siendo sexo incluso si un pene no va dentro de una entrada. —A pesar de sus palabras, su antes mencionado órgano se hinchó ante la idea, y su voz se volvió ronca—. ¿Tienes un pene y entrada en particular en mente? —Vamos, Lou. Habla sucio para mí.
Louis deslizó su pierna desnuda contra el muslo peludo de Harry. —Tu pene, mi culo.
Gimiendo, Harry lo giró y lo besó duro, su verga diciéndole que estaría feliz de ir por otra ronda si este tipo de charla seguía así. Harry se retiró del beso.
—¿Ah, sí?
—Sí. —Louis parecía lujurioso y hambriento. Sin embargo, también un poco culpable, mientras agregaba—. ¿Eso está bien? Quiero decir, sé que te gusta estar abajo también...
Harry río y recorrió su dedo por la nariz de Louis.
—Cariño, sabía que eras del tipo pasivo hace mucho, mucho tiempo antes de esta noche.
Louis frunció el ceño.
—No sé lo que eso significa.
—Significa que amas estar abajo y muestras vocalmente tu entusiasmo mientras lo haces.
—Pero yo ni siquiera he estado abajo todavía.
Harry presionó sus dedos contra el agujero de Louis, haciéndolo jadear y morder su labio inferior para aguantarse de gritar.
—Lo sé, bebé. Lo sé. —Él lo provocó durante unos minutos hasta que los dos estaban bien y achispados, después lo besó despacio para volver a calmarlos a ambos—. Yo alterno, cariño. No me molesta de ninguna forma.
—Pero también te gusta ser follado.
—Lamentablemente, solo uno de nosotros puede ser follado a la vez. —Él atrajo el lóbulo de la oreja de Louis dentro de su boca y lo mordisqueó antes de responder—. Quiero follarte, bebé. Quiero follarte hasta que ya no puedas más.
Louis gimoteó y atrajo sus rodillas arriba para darle a Harry mejor acceso.
Su segunda ronda fue más dura, e inspirada por la conversación que acababan de tener, Harry giró a Louis poniéndolo boca abajo, extendió sus piernas abiertas y arremetió contra el pene de Louis por atrás. No era suficiente para hacer que cualquiera de ellos se viniera, pero los enloqueció y les dio un anticipo del banquete que estaba por llegar. Cuando finalmente estuvieron cara a cara de nuevo, se agarraron mutuamente tan fuerte como para dejar marcas, y Harry tuvo que sellar su boca con la de Louis para tragarse sus gritos cuando se vino.
Él prometió, mientras caía a la deriva dormido al lado de su novio, que malditamente se aseguraría de que fueran a Minneapolis y que tuvieran una habitación de hotel apropiada para la víspera de Año Nuevo.
A la mitad de la noche se despertó y se arrastró al sofá, ellos nunca sacarían provecho del colchón, pero él quería respetar a Sue y su preocupación y no tenerla encontrándolo enredado en las sábanas de su bebé si no tenía que hacerlo. Aunque fue corto para él, durmió como un tronco. Cuando despertó, olió café y desayuno. Curioso por exactamente qué comida era, ansioso por café y atraído por el murmullo de voces flotando por las escaleras, Harry se levantó, fue al baño y se dirigió arriba por las escaleras.
Ahí es cuando pasó.
Todo lo que hizo fue caminar suavemente doblando por el pasillo fuera del comedor, quedándose atrás porque podía escuchar a Louis y su padre hablando intensamente en la isla del desayuno, y no quería interrumpir. Louis estaba en su línea de visión, salido de la cama, usando un par de pantalones deportivos y nada más, el sol de la mañana entrando por la ventana sobre el fregadero y manando por todo el comedor. Iluminó el pelo de Louis, su piel desnuda, su cara, sus ojos. Algo que Dick dijo hizo sonreír a Louis, dando ese tímido asentimiento de cabeza que usualmente venía con un sonrojo, el cual quedó atrapado en el corazón de Harry.
Lo animó y revolvió algo en sus entrañas, como la llave que abría una puerta a un sub-sótano, una puerta que Harry no había sabido que estaba ahí. La cerradura sonó, la puerta se abrió, y anhelo, anhelo desde lo profundo de su alma se derramó.
Trató de cerrarla de un portazo, pero no se iría, Harry quería aferrarse a la pared, pero se inclinó en esta en su lugar, tratando de controlar su respiración mientras peleaba desesperadamente con las emociones dentro de él. Fue en vano. El anhelo lo quemó, haciendo que sus brazos dolieran, pero eso ni siquiera fue lo peor. El querer. Detrás del anhelo estaba el querer, las ansias; como una planta seca estando frente a un lago. El anhelo quemó tanto en su sangre, que lo hizo sentir pesado.
Necesidad. Era necesidad.
Quiero a Louis.
Necesito a Louis.
Su corazón latía tan rápido que se sentía como si fuera a tener un ataque. Sin embargo, no era nada, seguido por el dolor de lo que se dio cuenta, ese ferviente latido significaba.
Amo a Louis.
Habría corrido, habría vuelto abajo por las escaleras o adentro del baño, a la maldita calle, se sentía tan sacudido, pero en ese mismo momento de su revelación, Louis levantó su vista a Harry, y sonrió. Él le hizo señas a Harry para que entrara a la cocina, y cuando Harry no entró, Louis fue hacia él, pidiéndole a su padre que sirviera café, dejándole saber cómo le gustaba a Harry. Louis siguió hablando, preguntando si Harry quería algo de desayuno a la plancha o un rollo de canela, preguntándole cómo había dormido, si había estado lo suficientemente cálido, si tenía un calambre en su cuello, que Louis tendría que haberlo hecho ir a la cama. Harry lo escuchó, pero era solo ruido sordo en su cabeza. Todo lo que pudo hacer fue quedarse mirando a Louis y pensar: Te quiero. Te necesito. Te amo.
Estoy aterrado.
—Louis, creo que quieres darle un minuto para despertarse antes de que le comas la oreja —dijo Dick, rompiendo el hechizo—. Sírvele un plato con todo, y yo lo acomodaré en la mesa.
—Oh. —Louis se sonrojó, pero también sonrió—. Lo siento.
Él se desvaneció dentro de la cocina, Dick se acercó, colocó café en la mano de Harry y lo miró directo a los ojos.
—No te preocupes, hijo. Te cuidaremos.
Harry pestañó, lo miró, y Dick tomó su brazo.
—La mesa está por aquí —dijo él, y gentilmente condujo a Harry dentro de la luz del sol.
Acabaron por no ir a Minneapolis en la víspera de Año Nuevo, en parte, debido al sistema de predicción de mal tiempo, y otra parte, porque Louis se dio cuenta que a sus padres no les agradaba la idea. Ellos habrían dejado ir a Louis si hubiera presionado, pero habría sido porque sentían que no querían mostrarse con Louis delante de Harry, y todavía habrían tenido sus reservas. Cuando Louis confesó su dilema, Harry inmediatamente votó para renunciar a ello.
—Es genial. —Harry sonrió irónicamente—. Esta es la parte donde obtengo la vieja línea cansina sobre cómo debe ser agradable tener padres que se preocupan lo suficiente como para establecer límites, y así sucesivamente.
—Confía en mí, no es la línea la que te está cansando. —Louis se dejó caer sobre su cama—. Sería más fácil si fueran unos duros asnos, porque entonces podría volverme malhumorado y rebelde. Aunque, sin embargo, ellos nunca son así. Siempre parecen tan preocupados, y quieren hablar de todo. La cosa más jodida, es que siempre es así y al final yo digo no por ellos. —Suspiró—. Sin embargo, realmente quería ir.
—Iremos en otro momento. No tiene sentido ir con la nevada, y además, no tiene sentido alterar a tu familia. Me gustan. —Se tendió al lado de Louis y capturó su tobillo con su pie—. Incluso voy a ir tan lejos como para admitir que me gusta la idea de pasar la víspera de Año Nuevo en casa haciendo cosas como ver películas y jugar juegos.
La mención de juegos hizo que Louis rodara los ojos, pero también sonrió. Harry y Lisa tenían un juego de algo constante, y siempre trataban de arrastrar al resto de la familia en el juego también.
—Te lo advierto, voy a hacer que veas una película de Disney por cada dos horas de Monopoly en las que me arrastres.
—Puedo vivir con esos términos. —Harry empujó el brazo de Louis—. Bueno, en realidad, haremos eso. Planear una maratón de películas. Me mostrarás tus favoritas, y yo te mostraré las mías.
Louis se giró hacia Harry cuando la compresión lo golpeó. —No sé cuáles son tus películas favoritas.
—La Hija de Robert Poste, Ocean's Thirteen y El Club de la Pelea.
—No he visto ninguna de ellas.
—Eso es todo. Maratón de películas. ¿Cuál es tu top tres de favoritos? Louis lo consideró un momento.
—Un top tres es difícil. Hmm. Bien, son solo tres, tendría que decir WALL-E, Enredados y Beso Francés. —Miró a Harry—. Adelante, búrlate.
Aunque, sin embargo, Harry parecía intrigado.
—Escuché que WALL-E era buena, así que ya estoy ahí en ese aspecto. Enredados es otro campo, lo confieso, que toca mi curiosidad me tiene atrapado. Pero, ¿Beso Francés? ¿Acción en vivo? ¿Puede estar en tu lista y aun así mantener tu reputación sobre las Princesas Disney?
Louis lo golpeó con fuerza en el brazo.
—Es una gran película. Muy romántica, y también es divertida. Es lo que cada romance debe ser, real y ficticio.
—Entonces está decidido. Ahora todo lo que necesitamos es un menú de bocadillos, las copias de las películas y el mando de la televisión.
El único requisito que planteaba alguna dificultad era conseguir las películas de Harry, que lo arregló al tener a Tibby enviándolas desde casa durante la noche. Una vez todas las películas estaban en la mano, Harry las colocó en la parte superior del centro de entretenimiento en el orden que tenían previsto verlas: alternando entre los dos y en orden ascendente hasta sus más favoritas. La pila, cuando se vio como un todo, era completamente esquizofrénica.
—Veo esto, y no puedo creer que seamos novios —dijo Louis, sacudiendo su cabeza.
—Recuerda, los opuestos se atraen. —Harry puso una mano sobre su hombro—. Venga. La hora del entretenimiento empieza en menos de veinticuatro horas. Tenemos que cocinar algo.
Sorprendió a Louis (aunque quizás no debió hacerlo) descubrir que Harry era una especie de gourmet incipiente. No se limitó a hacer palomitas vegetarianas, hizo palomitas veganas con canela y vainilla. Juntos intentaron una receta de rollitos de primavera veganos con salsa de cacahuete que al parecer Sue había estado mirando. Tenían bandejas de verduras, panes de pita y salsas, así como un bar de mini pizzas listo. Tenían una variedad de refrescos y cuando Sue silenciosamente hizo notar su presencia y Dick no tuvo ningún problema con una botella de vino o alguna cerveza, Harry le restó importancia a esto.
—Oh, no, estamos bien. —Harry se lamió un poco de humus casero de su pulgar y miró a Louis—. ¿A menos que me equivoque?
No, Louis pensó que sería extraño beber con sus padres alrededor. Dios, ¿y si se emborrachaba? —Estoy bien con soda.
—Bueno, espero que no te importe si Dick y yo tomamos una botella de champan —dijo Sue, aunque Louis sabía que Harry había logrado abrirse a sí mismo todo un nuevo puntaje en la escala de buen novio.
—Van a ver las películas con nosotros, ¿verdad? —preguntó Harry mientras desplegaba algunas bases de pizza.
—Oh, quizás algunas. Muchas películas en un solo día harán que mi cabeza explote. —Sue se limpió las manos en algunas toallas—. Sin embargo, no me importaría ver Ocean's Thirteen. Olvidé verla cuando estaba en los cines.
—Está programada para la segunda proyección. Te haré saber cuándo empiece —prometió Harry.
También tenían un horario, en un tablero que Harry apuntaló junto al centro de entretenimiento. Las películas se enumeraban debajo del título de CARTELERA y tenían pequeños dibujos junto a sus nombres, dando un resumen visual de la trama.
Su primera película fue la elección de Louis: WALL-E, que por supuesto tenía un robot como su dibujito. Louis no había visto la película en unos pocos años, por lo que tuvo una sensación de frescura que le emocionó. A Harry también parecía gustarle.
—Este es en realidad un comentario cultural bastante cortante —señaló.
—Me encanta que no haya ningún diálogo en gran parte de la película, pero estuve tan atrapado todo el tiempo. —Se inclinó contra el brazo de Harry—. La parte del baile es mi parte favorita. Siempre quita el aliento. Tengo la banda sonora, y escucho "Define Dancing" siempre que me deprimo.
La escena del baile-del-espacio era tan maravillosa como siempre, y cuando la película terminó, Louis se sintió muy, muy bien.
Ocean's Thirteen era la siguiente (el gráfico era un par de dados). Sue bajó y Dick hizo lo mismo, por lo que la vieron como familia. A Louis le gustó mucho, y le dijo a Harry que estaría abierto para ver las demás de la serie en algún momento.
—Veremos Ocean's Eleven, pero es posible que quieras saltar a Twelve. Está solo bien. —Harry sonrió mientras cambiaba los discos—. Me encanta una buena película de robo. Además, los dulces ojos en esta serie son insuperables.
Louis tuvo que estar de acuerdo. Matt Damon en particular lo tenía cuando estaba seduciendo al gerente, incluso con esa estúpida nariz falsa.
Tomaron un pequeño descanso después de eso, subieron las escaleras para estirar las piernas. Cuando Sue y Lisa descubrieron que Beso Francés era la siguiente, se entusiasmaron y ordenaron a los chicos esperarlas. Dick regresó al juego en la televisión de la sala de estar.
—Guau —dijo Harry, mientras se dirigieron de regreso a la planta baja con una nueva ronda de aperitivos—. ¿La favorita de la casa?
—Sí —admitió Louis—. En numerosas noches de viernes cuando mis compañeros estaban fuera consiguiendo sentarse en la parte trasera de las camionetas, yo estaba en casa con mi madre y mi hermana viendo Beso Francés. Lo sé, la ironía sangra.
Harry sonrió y despeinó su cabeza.
Resultó ser muy divertido ver Beso Francés juntos, porque Lisa y su madre citaron sus líneas favoritas con él, y su entusiasmo parecía arrastrar a Harry.
Cuando se acabó, los cuatro caminaron alrededor con poses dramáticas, diciendo: «Te quiero», con
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leçons d'amour (love lessons)
Fiksi Penggemarsolo la suba para lectura mía, cuando la acabe la elimino. Solo me acomoda leer en Wattpad