Sábado, 22 de Febrero:
El accionar de Charles siempre sería un enigma, imposible de entender o qué esperar. Por momentos parecía estar lleno de seguridad, pero en un instante se desvanecía volviendo al inicio.
A Erik no podía molestarle, el poco tiempo de conocidos lo estaba ayudando lo suficiente como para darse una idea de qué esperar de Charles según el contexto.
Pero en momentos así desearía un manual, una guía.Ayer la pasaron bien. Se sintió tan... pleno. No podría describirlo de otra forma; libre. Sólo ellos dos, hasta la madrugada, hablando de todo y nada a la vez, pasándola bien.
Y hoy..." No puedes responder a esta conversación. "
- Hijo de puta. - Murmuró por quinta vez en el día al ver el aviso en la que debería ser el historial que llevaban por mensajes. Sus dedos apretaban tan fuerte la pantalla de su teléfono, una adrenalina lo invadió, tal vez podría destrozarlo sólo con sus manos, sin mutación a la ayuda.
Lo intentó, hasta que las yemas se volvieron blancas, pero nada. Ni siquiera el odio bajó la cantidad recorriendo sus venas.
Charles es un hijo de puta." ¿Erik? "
Aquel murmullo lo arrancó de sus pensamientos, de raíz. Tan brusco.
Tiró el teléfono hacia el producto de la voz, y casi golpea a su esposa de no ser porque sus habilidades pararon el móvil en el aire.
- ¿¡Qué mierda quieres, Magda!?, ¡Estoy ocupado! - Gritó, en verdad lo hizo, se levantó de su asiento con intenciones de acercarse lo suficiente como para escupirle en la cara, pero ella se mantuvo firme; los brazos cruzados sobre su busto, una mirada llena de furia en sus ojos azules, no tan azules como los de Charles. Estaba dispuesta a darle una paliza por comportarse como un imbécil, aún si no lo expresó con palabras.
Fueron esos ojos desafiantes de los que en algún momento se enamoró.
- Vengo a recordarte que tienes UNA hija, y le prometiste llevarla a esa fiesta de cumpleaños. - Le lanzó las llaves del auto.Se lo había prometido a Nina.
Magda seguramente intentó llevarla, pero él se lo había prometido a Nina. No iba a decepcionar a su hija.
- Lo siento... tuve un mal día, un día de mierda. Es Sábado y lo único en que puedo pensar es en trabajo. - Su esposa pareció entenderlo, un instante discutiendo, y al otro de nuevo su posición sumisa ante la más mínima muestra de cariño. Ella lo rodeó en un fuerte abrazo, dejando que su rostro se acomodara sobre su pecho, y luego un beso contra sus cabellos.
- Está bien, amor. Todos tenemos malos días... ¿Podrías llevar a nuestra hija a ese cumpleaños? Intenté hacerlo pero... - Otro beso, caricias sobre su espalda. - Tú se lo prometiste, y sabes cómo se pone si alguien no cumple sus promesas.Llevaría a Nina a la estúpida casa Howlett.
Su hija apareció luego de eso, luciendo tan feliz con su cabello demasiado largo para su corta estatura, y la bolsa de regalo con estrellas en la mano.
Abrazó a ambos de sus padres, feliz de ver por fin la puerta abierta del estudio en donde no se le permite irrumpir.
- ¿Vamos, papi? - Revolvió los cabellos de su tesoro, y al fin pudo separarse de los brazos asfixiantes de su esposa.
- Sí, nos vamos... - Una última mirada a Magda, le saludó moviendo la mano. - Te amo.
Ella casi lo creyó.
- Yo te amo, Erik. ¡Qué les vaya bien! Saluda a la familia de mi parte.
El viaje en auto fue agradable. Tanto tiempo recluido en su trabajo, y luego en "esa" distracción casi habían logrado hacerle olvidar del amor por su hija, su familia. Cantaron juntos en el camino, canciones de alguna serie infantil que Nina estaba viendo.
Por un instante sus pensamientos de desprecio hacia la familia Howlett se desvanecieron.A Magda le agradaban: los conoció hace años, cuando Nina recién empezaba el jardín de infantes gracias a los buenos comentarios de las demás madres respecto a la familia. Ese cariño casi instantáneo no era normal entre madres "sobreprotectoras" y desconocidos. Pero a Magda le habían caído bien, solían salir juntos. Se preguntaba cuándo fue que ella empezó a retraerse en casa. Sin amigos.
No quería volver a casa.
Tampoco tenía deseos de quedarse estacionado en el jardín delantero de los maricas, viendo cómo se tomaban de la mano frente a los niños, y fingían que su relación homoparental era normal.
Peter le daba pena... desviado y a tan corta edad. Apenas veintisiete años y ya estaba jugando a la familia feliz con el estúpido ex convicto de Logan.Quería escapar.
Volver a ver a Charles y partirle la nariz por haber confundido su sexualidad.Seguía bloqueado en Facebook.
Todavía sin mensajes nuevos en Grindr.
Y de repente recordó la tarjeta. La tarjeta que le lanzó con su número de teléfono personal escrito detrás en letras negras.
Maldita sea, debía volver a casa y llamarlo. Enviarle un mensaje. Cualquier cosa.
Volverlo a ver.
Sin amenazas de muerte.Así hizo.
Un pitido. Sin respuesta.
Dos pitidos. Sin respuesta.
Tres pitidos." Te has comunicado con el número de Charles Xavier, si él te debe un orgasmo, este ya no es el número de Charles Xavier. "
Hijo de puta.
La pantalla de su teléfono se iluminó luego de eso. Mensajes de texto en lugar de notificaciones en alguna aplicación." Es el cumpleaños de mi ahijado. "
Tal vez era una coincidencia.
" Si quieres coger espera a mañana. "
Un segundo mensaje.
" Si te bloqueé fue por algo, hetero de mierda. Yo te contacto, no tu a mi. "
Bien, que sea como el hijo de puta quiere.
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Grindr ─ CHERIK.
FanfictionErik Lehnsherr es un hetero curioso que por azares del destino termina descargándose Grindr, una aplicación para citas homosexuales. Allí conoce a Charles Xavier, un profesor de genética con los ojos azules más preciosos que ha visto en su vida. ─ ¿...