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Mientras releía los mensajes de texto, algo sumamente anticuado; incluso para una persona que descarga aplicaciones de citas para terminar en sexo y no volver a hablarle a la otra persona, típico a decir verdad; con el rostro colmado de odio por el evidente rechazo, como si su presencia no hubiera afectado en nada incluso luego de esas palabras, Erik no notó a cierta persona acercándose con rapidez hasta que escuchó un golpe en la ventanilla de su auto.

Volteó con el corazón latiéndole a mil, el miedo intensificándose al notar un par de manos empañando el vidrio polarizado, hasta que una cara sonriente prosiguió.
Sonrisa que no duró mucho cuando el abogado, al notar al causante del susto de su vida, o tal vez de la semana, empezó a bajar el vidrio.

Peter nisiquiera intentó disimular la decepción al ver a Erik y no a Magda subido detrás del manubrio. Él, en cambio, educado y cuidando sus apariencias, si le sonrió al de cabellos platinos.
Un detalle nuevo, la última vez que trajo a su hija a la casa de los desviados, el menor lucía una bonita cabellera pelirroja, casi le recordaba a una novia fugaz que tuvo hace años. Se preguntó si ese cambio lamentable se debía a las preferencias del viejo verde que obviamente estaba afectando al joven.
— Hey, Erik... – Peter habló, rompiendo el leve silencio incómodo que se formó en ambos.

Si el obviamente menor entre ambos notó cualquier cosa en la pantalla de inicio de un teléfono todavía encendido, sus ojos lo disimularon bastante bien.
El platinado prosiguió.
— Con Logan notamos que el auto seguía estacionado. Y, seré sincero contigo. — Sus manos empezaron a moverse de un lado a otro, gesticulando al hablar, demasiadas expresiones faciales.
Erik se distrajo mirando el esmalte de uñas plateado, intentando no formar una mueca.
— No nos llevamos de la mejor forma, y una parte de mi esperaba que seas Magda, ya sabes, decidiéndose si bajar o no, pero, es el cumpleaños de mis gemelos, y tu hija está en mi casa. — Un efímero momento, desvió la mirada a sus nudillos delgados, hacia donde los ojos del hombre en silencio, ¿o silenciado por la situación?, no dejaban de mirar. — ¿Exijo demasiado si quiero que dejemos las rivalidades un momentito y tenemos una fiesta en paz? Hagamos las paces, te invito a pasar.

Desgastar su poca paciencia jugando al padre perfecto, dentro de una casa donde aberraciones ocurrían, pero sería bien recibido de forma política; para Lehnsherr, sonaba mucho más tentador que tener que volver a su hogar.
Volver con una esposa de la que no estaba seguro amar.

Al menos así, podría cuidar de primera mano que no intentaran llenarle la cabeza con inclusión forzada a tan corta edad a su preciada hija.

El rostro de Peter se iluminó con una sonrisa triunfal cuando abrió la puerta del auto, y en la entrada de la casa, cierto estereotipo de oso en un porno gay, asintió a modo de saludo, haciéndose a un lado para dejarlos pasar.
 
 
 
 
Aunque Lehnsherr intentó ser lo más agradable posible con quien creía demasiado joven para arruinarse la vida con este tipo de decisiones, y dos hijos, debió recordarse mentalmente, ambos no parecieron congeniar.
Aún si intentaron, dando lo mejor de cada uno.
Pero, Logan si consiguió una charla amena con Erik. Tal vez por estar más cercanos en edad, o tal vez porque Howlett no pronuncia palabra a menos que sea sumamente necesario.

Permanecieron en la cocina, bebiendo cerveza directamente de la botella, una para cada uno. Y, a pesar de que la atenta vista manchada con desgaste por culpa de un pasado cruel, de cierto ex militar, jamás se despegó de la ventana, mirando a través a su esposo divertirse con sus hijos y los demás niños invitados, lograron conversar sin ningún dejo de disgusto.
— ¿Son adoptados? ... Los niños, digo. — Logan le dio un trago a su cerveza, aún mirando por el cristal, como si sintiera que incluso lejos de cualquier peligro, debía estar atento.
— No. — Respondió, seco, pero no cruel.
Sus labios solo se separan para responder lo primordial.
Erik asiente en su lugar, mirando sus zapatos un momento hasta que el ajeno vuelve a hablar.
— Los robamos en nuestra luna de miel a Europa.
Las alertas rojas se disparan, sus ojos horrorizados lo miran fijamente, sus dedos aprietan el tronco de la botella con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos y tiene miedo de destruir el vidrio. Porque de destruirse, Erik supone que debería ser contra la cabeza de Logan.
Incluso le haría un favor al mundo, un desviado menos.

Pero Howlett sonríe, y empieza a reír, con su voz profunda, mientras su cabeza niega por puro acostumbramiento.
— ¿Magda no te comentó? — El abogado, todavía preocupado, los miedos apenas disipados pero asentados en su vientre bajo, a esperas de lo peor.
¿Por qué su esposa no le contaría algo sumamente fundamental como la historia de los jodidos padres de los amigos de su hija?
Se sintió traicionado.

La sonrisa de Logan no desapareció. Por primera vez, en toda su vida, porque a Erik le era imposible recordar un momento en el que el contrario le hubiera siquiera dirigido la mirada, volteó con completa serenidad.
— Peter no siempre pudo ser “Peter”.

Y allí, luego de revelar cierto secreto a medias, intercambiando el pánico por lástima incluso, Erik y su boca entreabierta fruncieron el ceño.
— Me alegra que tu esposa no sea de esas chismosas como las demás madres en la escuela.
Lehnsherr estuvo a punto de acotar, por que Magda podría ser un avión de publicidad imparable, repartiendo secretos de aquí por allá, si no fuera porque su círculo de amigos parece desaparecer más y más con cada día que pasa, pero el sonido de un teléfono rompió la atmósfera.

Howlett suspiró cuando su ojos entrecerrados, la visión gastada, intentaron descifrar el nombre en la pantalla de su celular.
— Hasta que el padrino decide aparecer... — Murmura entre dientes, dirigiéndose hacia la entrada, dejando a cierta persona desconcertada y a la vez, curiosa.

Pero la curiosidad es peligrosa.

Y Erik nunca podría sentirse feliz por el cambio en alguien que nació bajo la perfección del manto de Dios, pero en un intento de revelarse ante una sociedad ingrata de su rebeldía, cambió.
Sin importar la cantidad de felicidad que aquel acto tan efímero pudiera causarle al dueño de su propio cuerpo.

Erik miró hacia el jardín, Logan despidiéndose momentáneamente de Peter con un beso en los labios, revolviendo los cabellos de sus hijos, alejándose lentamente a abrir el portón para cierto invitado. Y por un efímero instante... Erik sintió anhelo.
Y felicidad.

Nota de autor: sólo actualicé esta mamada por AZ (así que prepárense para una nueva pandemia), y por alguna razón decido dedicarle este capítulo a Pepipep.
Tal vez él entenderá por qué.

Grindr ─ CHERIK. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora