Causing pain but determination

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-¡¡SHYREN!!

Un grito agudo se escuchó por todo el lugar antes de desaparecer en la negrura ante los ojos de la diosa ahí presente.

Por otra parte las lágrimas ardientes escurrian de las mejillas de la pequeña de flores doradas en su cabeza, y un enojo leve iba aumentando en su corazón. Tan pronto tocaron lo que al parecer era arena la humana dio un empujón lo más fuerte que pudo a su salvador mientras su respiración entrecortada por el temor iba tomándose normal.

Unos jadeos incómodos quedaban atados a su garganta a la vez que las gotas de sudor se mezclaban con las lágrimas y caían al suelo arenoso perdiéndose en el, se apoyó en sus rodillas tratando de calmarse de la conmoción de recién y con fuerza miró al ser frente a ella.

-¿¡POR QUÉ LA DEJASTE ATRÁS?!- El enojo más que evidente en sus palabras taladró por un momento la cabeza de un Sans que reaccionaba confundido ante el actuar de la humana frente suyo.

Ella nunca mostraba muchas emociones, sólo pocas como disgusto, odio por todo o repugnancia, pero desde hace rato, estaba recibiendo emociones confusas de su parte. Una profunda preocupación y tristeza se apoderaba de ella y la impulsaba a ese enojo que sentía hacia el. Sans comprendía eso... pero ¿Tanto le llegó a importar una sirena a la cual sólo había conocido hace unos momentos?

-Mi prioridad eres tu, no la sirena muerta

Esa simple frase impactó de más a Frisk quien cayó arrodillada al suelo mirando a Sans fijamente con los ojos perdidos.

-Ustedes... son despreciables...- Frisk realmente no quería seguir esa pelea de antes, tampoco quería comenzar una pero realmente aún estaba molesta con el esqueleto, estaba molesta y quería irse de su lado cuanto antes... Y no ayudaba el hecho de que su sinceridad y el estrés hicieran que las palabras salieran por si solas de su boca.

¿Estas personas eran dioses? ¿Hacían este tipo de cosas porque eran dioses? ¿Por eso debían sentirse superiores a los demás? Humillando a otros solo por ser superiores, quitando o dando vidas a su antojo como si de un juego se tratase, sólo por motivos egoístas como el ansia de poder o por el simple hecho de ser más fuerte. ¿Y así estas personas osaban llamarse a si mismos dioses? ¿Qué tan podrido estaba el mundo para llegar a este punto?

-Solo por tener el poder... ¿creen que deben usarlo...?- Frisk realmente debía detenerse, o sus sentimientos nublarian su mente otra vez. Ella lo sabía, sabía que pasaría lo mismo, terminaría en una estúpida situación como la anterior, terminaría haciendo algo estúpido, diría algo estúpido...

-Frisk, soy el dios de la muerte, no puedo hacer nada por un alma moribunda más que terminar su desgracia

Esas palabras, esas estúpidas palabras callaron todo pensamiento que cruzaba la mente de Frisk, dejaron expuestos al hielo artico sus ideas y se enfriaron callando sus alocados impulsos, pero aún así, aquel hielo cortaba profundamente su corazón.

De todas las personas, de todos en el mundo, debía haber caído por el más cruel de todos, por aquel que con sólo mencionarlo podía sentir su pecado recorrerla. Algo tan prohibido que tan sólo sería posible en el fin del mundo...

Y aún así se consideraba a ella tan maldita hasta el punto de llegar a amarlo.

-¿Cómo pude enamorarme de ti?- Las palabras fluyeron como agua y sin darse cuenta de cuando o como, los brazos humanos rodearon al cráneo del esqueleto quedando arropado en el pecho contrario mientras la guadaña de filo de plata quedaba entre ambos como una barrera impidiendo contacto extra.

Por su parte el esqueleto de manto negro no había comprendido del todo la situación actual, sus cuencas permanecían abiertas como platos y trataba de ignorar la espeluznante suavidad que rodeaba su rostro. Era un dios pero no era de piedra, también era hombre, y habían ciertas cosas de la situación que le alteraban de mala manera. Pero recordó las palabras de Frisk una vez más.

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