Capítulo XII Afuera

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—¿Por qué no sales un rato al parque? Ya llevas mucho tiempo adentro. Eso me preocupa.
—No quiero, hace frío.
—Pues ponte un suéter.
—Pero, ¿cuál? —dije sin mayor ánimo
—!El que sea¡ —expresó subiendo de tono
—Esta bien...

Me levante del sofa con mucha pereza y cuando por fin estaba preparado, tome las llaves y un abrigo rojo. Al salir, la brisa me congeló los huesos.

—Me provoca un helado —comenté para mí mismo.

Antes de llegar a mi destino pasé al frente de una iglesia. Se oficiaba una boda; todo era muy elegante, predominaba el color crema tanto en las damas como en los caballeros. Posicionado en la puerta esperé el típico «que hable ahora o calle para siempre» del Padre.

Repentinamente me dieron ganas de arruinar ese evento, una voz intensamente rogaba que interrumpiera el acto y formara un escándalo. Luche contra ella pero...

—!Vendo Pan¡ !Vendo pan¡ —grite a todo pulmón, al mismo tiempo que corría hacia el altar.

Un segundo después todos me miraron indignados. Aunque en ese momento yo solo pensaba en una cosa: ¿Por qué demonios hice eso?

Un Diario Desquiciante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora