Capítulo XXIV Día 16

1 0 0
                                    

Mis almohadas, cajas fuertes acolchonadas de llanto y lágrimas, que han escuchado mis sueños rotos, mis desiluciones; las mismas que ayer me pedían a gritos: «deja el pasado» y hoy me dicen «no llores mas». Guardan secretos, bastante turbios.

Veo por mi ventana, a esas niñas de relucientes bicicletas y coloridos vestidos; yo mientras, en mi polvorienta y vacía habitación, medito. El sentimiento que le siento a este lugar es más bien poco, sólo los presos tienen la dicha de comprenderme, una cama dura y cuatro paredes monótonas, pintadas de gris.

!Violencia¡ he sufrido aquí, y creo es propia de mi mente. Ahora mismo, la más fuerte de las razones para escapar.

Un Diario Desquiciante © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora