Primer Imagina: Los Merodeadores

2.2K 61 3
                                    


Eras amiga desde hace mucho de Los Merodeadores, cinco años para especificar. Normalmente no hacías muchas bromas con ellos, pero siempre que se trataba de molestar a Lucius Malfoy, te apuntabas al instante.  Eso sí, tenías que sacar a James y Sirius de muchos líos de vez en cuando. No, todo el tiempo. Eras muy cercana a ellos, pero jamás te habían dejado cuidar de Remus en luna llena. Te habían alejado de la biblioteca lo más posible para que no buscaras cómo hacerte animaga allí dentro. Después de un tiempo te habías dado por rendida. 

Se habían conocido en el Expreso de Hogwarts en su primer año. Le habías hecho una llave a Lucius porque te estaba molestando y Sirius se quedó boquiabierto, por lo que te llevó con él a un compartimento donde conociste a los demás. El Sombrero Seleccionador te colocó en Gryffindor, lo que ayudó mucho a fortalecer su amistad. Jamás te habías relacionado mucho con niñas de tu edad, ni siquiera de otra edad, pues siempre te habías juntado con ellos. 

Ahora estaban en tu quinto año de estudios en Hogwarts, y estabas en la sala común sentada en un sillón para cuatro frente al fuego. Estabas leyendo un libro muggle acerca de eventos paranormales. 

-¡______! -te llamó James bajando de los dormitorios de hombres

-¿Sí? -preguntaste, cerrando el libro y dejándolo de lado

James se sentó a tu lado, sonriente, y del otro lado se sentó Sirius, con la misma expresión en su rostro.  

-¿Y ahora qué? -los volviste a interrogar, sospechando de algo malo- ¿En qué lío me van a meter ahora?

-No es ningún lío -aseguró Sirius, y tú arqueaste una ceja, en signo de desaprobación-. Está bien, tal vez sí sea un lío. 

-Pero uno chiquito. -declaró James

-¿Qué quieren que haga? -te preparaste mentalmente para lo que venía 

-Queremos que subas al dormitorio de niños. -dijeron al unísono

Trataste de no estallar en risas. Se veían tan tiernos cuando querías que hicieras algo estúpido que decidiste no arruinar el momento y mantenerte calmada. 

-No, no voy a hacerlo -Sirius hizo una carita de perrito que casi logra que cambies de idea-. ¡No, Sirius, es imposible! 

-¡Vamos, te daremos lo que sea! -rogó James- ¿Qué tal...? Veinte ranas de chocolate y una cerveza de mantequilla. 

-Puedo comprar de esas cuando quiera -replicaste tú-. Además, es engañar a McGonagall, si voy a cometer suicidio más vale tener una mejor recompensa. 

Sirius y James se quedaron pensando, hasta que a ti se te ocurrió una buena propuesta. 

-Si logro subir al dormitorio de chicos -les dijiste-, me dejarán entrar a la biblioteca cuando yo quiera durante dos semanas.

Los chicos se miraron desconcertados y dudosos. Podías obtener información peligrosa allí dentro. 

-Es eso o nada. -los apresuraste

-Está bien -dijeron al cabo de un rato-. Pero tienes que subir y saludar a Remus, está leyendo en su cama. 

-¿Te imaginas su cara cuando te vea? -rió Sirius

-Sí, y también me imagino la de McGonagall si se entera. -replicaste, parándote y acercándote a la escalera

Era la hora de la comida, por lo que nadie los vería.  

-Dos semanas de biblioteca, sin interrupciones. -les recordaste, y James y Sirius te apresuraron para que subieras 

Te acercaste más a la escalera de caracol y posaste tu pie en el primer escalón. Instantáneamente, el escalón se transformó en una resbalosa resbaladilla de piedra. Arqueaste las cejas y te las ingeniaste para subir un metro. James y Sirius te alentaron, y te aferraste al tubo que antes unía los escalones, moviendo tus piernas y balanceándote. Estabas subiendo bastante, y los chicos te observaban asombrados. 

-¡Vamos, ___! -te gritó Sirius

Estabas a punto de tocar la puerta, cuando escuchaste el retrato abrirse. 

-¡PROFESORA MCGONAGALL, QUÉ GUSTO VERLA! -gritaron James y Sirius lo más fuerte que pudieron para alertarle

-No tienen que gritar, Potter y Black, los escucho perfectamente. -contestó la jefa de tu casa

Con los nervios al cien por ciento, te soltaste y rodaste por todo el tobogán. En cuanto tu piel ya no tocaba la piedra, las escaleras aparecieron nuevamente. Corriste hacia el sillón y saltaste a él, quedando acostada sobre las piernas de James y Sirius. Estabas respirando muy rápido y te estabas quitando el cabello de la cara cuando la Profesora McGonagall entró en tu campo de vista. La miraste y sonreíste. Ella te dijo:

-Siéntate bien, Sheppard, no eres el centro de todo. 

-Sí, profesora. -respondiste, sentándote entre los dos chicos

La profesora pegó un papel en el tablón de anuncios y se fue. Pasaron unos segundos para que te atrevieras a respirar de nuevo. 

-Una semana de biblioteca -rogaste a tus dos amigos, que negaron con la cabeza-. ¡Vamos, estuve muy cerca! 

-El trato era que saludaras a Remus. -te recordó Sirius

-Y no lo hiciste. -terminó James

-¡Por favor! -suplicaste

James y Sirius subieron a sus dormitorios y escuchaste sus risas. Algo molesta pero riendo, te sentaste nuevamente en el sillón y abriste de nuevo tu libro. En fin, cosas como esa implicaba ser parte de los Merodeadores. 

Imaginas: Universo de J.K. ROWLINGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora