Señorita Rayita, ¿ya le llegó?

162 37 141
                                    

Hoy hablemos de nuestra amiga, Rayita. Así que preparen tela y tijeras aunque no sean costureras.

Me imagino que casi todos cuando empezamos leímos una que otra historia de Rayita, ¡la famosa Rayita! Yo misma empecé leyendo historias de El Rubius x Tú. Me leí como tres de esas, pero me aburrí rápido ya que todas eran lo mismo. Después de un tiempo, ya me estaban gustando los surcoreanos y pues, ya saben a leer historias de Jimin x Tú. Jimin biased hasta los ovarios.

Y así fue como inicié, pero, a pesar de todo eso no empecé escribiendo fanfiction. Fue al rato, pero la eliminé más rápido de lo que canta un gallo.

Claramente, al principio no lo vi tan mal, pero ya después me aburrí. Todas las rayitas me parecían que les faltaba vida, personajes vacío que se rellenan con tus características físicas y un que otro aspecto como tú país. Y eso a mi, pues, negativo por esa vía. Yo soy una persona que se ha pasado la vida creando personajes peculiariares para meterme en ese pozo sin agua.

Fue a la conclusión que yo llegué por como yo soy. Si hacemos las cosas, hacerlo como Dios manda. Otros no, otros se quedan escribiendo eso porque no están para crear un personaje, que es muy difícil, ya en sólo pensar en un nombre se rompen la cabeza. Me recuerdan a mi intentado hacer un ejercicio de trigonometría.

La mayoría de las historias de Rayita tienen sus cosas para identificarla. Por ejemplo, el título:

Enamorada del chico que juega ajedrez (Capablanca x tú)

Ya tú sin tener que fijarte mucho en la portada, te percatas. Las portadas son otro lío, una foto del artista y las letras puesta en cualquier aplicación que me lo permita.

Ahora, vamos a pensar que te interesó, viene la descripción de la historia. ¿Te enganchará?

Me llamó (TN) (TA) y tengo (TE), vivo en Cuba en pleno años 20 pero soy de (TP). Un amigo de mi papá tiene un hijo que es de mi edad y le gusta mucho jugar ajedrez. ¡Es él mejor en ello! Lo que es un engreído y no lo tolero. Tengo que jugar obligado con él cada vez que lo visitamos, no habla, sólo se concentra en el tablero. Parece que para que se fijé en mi tenga que ponerme un vestido de a cuadros blanco y negros, que simulen el tablero.

Tremenda descripción, ¿qué la arruina? Pues, el que tienes que agregar tu nombre, apellido, edad y país. Claro, no todas son así. Aquí ponemos el ejemplo de una novela de la Rayita respetable.

Antes de continuar, en la descripción hay un problema cuando yo lo relleno:

Me llamó Trisha Vignau y tengo diecisiete, vivo en Cuba en pleno años 20 pero soy de Cuba. Un amigo de mi papá tiene un hijo que es de mi edad y le gusta mucho jugar ajedrez. ¡Es él mejor en ello! Lo que es un engreído y no lo tolero. Tengo que jugar obligado con él cada vez que lo visitamos, no habla, sólo se concentra en el tablero. Parece que para que se fijé en mi tenga que ponerme un vestido de a cuadros blanco y negros, que simulen el tablero.

Vivo en Cuba pero soy de Cuba. Obviaremos eso.

Mi señorita Rayita y las demás Rayitas tienen sus características que las hacen ser más plásticas que las botellas de Fanta. Lo veremos en escenas cualesquiera de este betseller, que no será publicado por qué: ¿de cuándo acá una editorial publica una historia así?

Aquí en Cuba hay un calor de tres mil demonios, he estado corriendo mucho para que José Raúl no me alcance. Me apoyo en un árbol de guayaba para descansar. Me estoy desfalleciendo y mi respiración es muy agitada.

De momento sentí alguien muy pegado a mi. Es él, José todo sudado, con un agrio olor y con su traje sucio de tierra colorada.

—Ya te alcancé —me susurra en el oído.

Lo maldecí.

Aquí todos, aunque tengas buen desodorante surge ese olor. Pregúnteselo a los rusos. La tierra colorada es otro problema aunque no huela.

Una de las cosas que a Rayita le sucede mucho es que no tiene olor. ¿Es familia del aire? No lo sabía. Flatulencias, sudor u olor mañanero nunca los tiene presente. Ella siempre es asiada, y si es asiada es siempre hermosa. Lo dijo mi Apóstol Nacional pero para los niños, no para Rayita. ¡Ah! Tampoco menstrua, dime tu truco. ¿Cuánto limón consumes al día? Oh, cierto el plástico no menstrua.

Vayamos a otra escena.

Los rayos del sol me molestaban. No quería despertarme pero tenía que hacerlo. Ayer estuve en un evento social con Capablanca, él me había invitado de momento. ¡Tuve que coger lo primero que vi!

—Preciosa —me llama él al ver que ya me había despertado.

Le sonrió al percatarme.

Rayita suelen ser populares e importantes. Aunque elijan apuradas ellas siempre eligen bien, en tendecia y de diseñador. Estará recién levantada y con resaca del evento de anoche, pero se ve muy bien. Hasta apetitosa como dulce detrás de la vidriera.

Estaba avergonzada. Me encontraba desnuda de él. Y cada vez que el con sus grandes manos me tocaba como la reina del tablero.

—Que curvas tienes, ni la reina tiene tantas.

Yo debo ser la torre, ¿no? Señorita Rayita tiene un cuerpazo. La pubertad le pegó bien, no como a mi. Nunca se ha hecho nada, tampoco hace ejercicio. A ella le dieron la forma y así se quedó. ¡Hasta da a luz y sigue con ese cuerpazo!

Dejando al lado un poco mi señorita Rayita porque por la fecha en que transcurre no pega.

Hay rayitas que son pobres o ricas, suelen ser ricas. Padres con empresas que siempre andan viajando así que, coge dinero y gasta en Prada. Gracias a eso, llegan a ser muy individales. Pero quedan embarazadas sin tener nada encaminado en la vida.

Que Capablanca te mantega, así es como queda. Pero antes de eso, vienen otros líos. Duda que sea de él, un accidente, casi se muere el bebé, secuestro y demás. A imaginación de la escritora.

Rayita tiene grandes particularidades que hace que sea detestada. Y no tanto por lo que le sucede que por lo que es.

Sin más, comiencen a decirme qué tal les cae la Rayita. No dejar de decir que hasta el perro de raza que tiene, la envidia.

Yo no la envidio, el plástico daña el planeta y la Fanta no me gusta. El sabor a naranja me parece muy artificial.

Los quiere su escritora, Trisha.

Te estoy midiendo y no es pa' ropaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora