Era Robin.
Vendas cubrían sus antebrazos y sus piernas. Gasas en la frente, y... y caminaba apoyada en una muleta. A Zoro se le derrumbó el mundo al verla en ese estado.
—Oh, despertaste al fin —sonrió con ternura —¿Cómo te sientes?
—Bien.
—Estarás hambriento. Enseguida te traerán algo de comer —se sentó en el camastro, a su lado —Habría perdido el norte si no te hubieses despertado en esta semana.
—¡Tsk..! No iba a morir de todas formas —se sonrojó por la cercanía de la mujer —¿P-por qué tiene mal la pierna?
—¿Hace falta que responda a eso? —rió.
—Tiene razón. ¡Maldición! Si tan solo no hubiese ido a buscarla por mí mismo sin contar con los demás, no habríamos acabado en esta tesitura.
—Yo también lo creo. Alguna necesidad tendrías de encontrarme antes que nadie.
La docente se sentó en la butaca a leer. La agradable brisa que entraba por la ventana removía levemente las páginas. Los dos mechones de pelo frontales serpenteaban sobre su piel magullada.
El pequeño la observaba de reojo mientras se terminaba el plato de arroz.Transmitía pura paz.
—Hola, venimos a cambiarle las vendas al jovencito —interrumpieron dos enfermeras.
—Claro, adelante —agradeció Robin.
—Uy, ¿cómo puede ser esto? ¿Qué irresponsable deja que este jovencito lleve este parche sucio y manchado de sangre? ¿Quién se lo permite? —fulminaron a la profesora con la mirada.
—Efectivamente. Fui yo. Solicité al hospital que nadie se lo retirase. Por favor, respeten mi plegaria. Ya se lo cambiará él una vez lleguemos al internado.
—Cuánta tontería.
Y la enfermera la dejó al aire. Dejó al aire su raja del ojo.
Zen se la tapó con la mano cuando salió del shock... ¡¡Enfermera cojonuda!! ¿¡Pero quién demonios le mandaba a hacer semejante disparate!?
Miró a Robin. ¿Le habría dado tiempo de vérsela?
—Quita esa mano y déjame ver... ¡Uyyy! Menuda cicatriz, señorito —exclamó la enfermera.
—Dios, sí... ¿Cómo te la hiciste? ¡Cuenta, cuenta! ¿Fue en una pelea? ¿Fue en un momento de vida o muerte?
—Me temo que cruzaron la línea, señoritas —censuró Robin con propiedad y clase —No importa si no terminaron de cambiarle las vendas. Pueden eximirse de hacerlo y dejarlas en la habitación. Mi alumno necesita descansar, no está para vuestras impertinencias.
—Ay, sí... ya nos íbamos.
Dejaron las vendas en el pie del camastro, y cerraron la puerta tras de sí. No dudaron en poner a parir a la morena por los pasillos y no justamente en voz baja. Querían ser oídas.
"—¡Será golfa! ¡Menuda prepotencia la suya!"
"—¡Sí, sí...! ¡¡Seguro que se ha cepillado a todos los doctores del hospital."
"—Parece una actriz porno en el papel de profesora. Aunque ahora estando coja no creo que pueda ponerse a cuatro patas, HAHAHA."
Robin hizo un ademán de discordia.
Claro que era capaz de ponerse a cuatro patas coja, e incluso ir a más. ¿Qué sabrían?
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ENCOGIDO (ZoroxRobin)
FanficSe despertó. Miró sus manitas y se horrorizó: ¿Dónde quedaban aquellas manos más duras que guijarros?. Se había olvidado de que ya no era el joven universitario Roronoa Zoro. Ahora, simplemente, un enano que no alcanzaba la encimera de la cocina. Ba...