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Remus Lupin recordaba la primera vez que se encontrócon Jesabella Barker. Había sido una tarde antes de las vacaciones de invierno de su primer año, la joven bruja practicaba un hechizo que logró que su libro saliera volando hacia una de las paredes, Remus había evitado decir algo porque sabía quién era la fémina, ¿cómo podría alguien como él enfrentarse a una sangre pura? La balanza iba desequilibrada y aun cuando James Potter dijo que aquella Slytherin no era lo que parecía el hombre lobo se negó a creerle.
No fue hasta el regreso de las vacaciones de invierno que todo cambió, el trío de amigos hablaban sobre lo que habían hecho por las fiestas cuando la puerta del compartimiento fue abierta, James fue el primero en saludar con una sonrisa entusiasta a la recién llegada, Peter Pettigrew solo había movido su mano mientras que Remus solo se quedó callado, al menos hasta que ella le extendió una caja de chocolates alegando que James había dicho que eran sus favoritos, además claro de darle una disculpa por lo sucedido con su libro.
Tanto para Remus como Peter fue sorprendente el escuchar una disculpa salir de los labios de la descendiente de un linaje de sangres puras, mientras que James solo optó por decir que era una ternura, sin embargo, la fémina arremetió contra el azabache por esas palabras. Incluso el mismo Sirius Black dudaba de la veracidad de aquella historia de no ser por la caja vacía de chocolates que Remus le mostró.
Desde aquel día se había iniciado una tradición extraña entre el hombre lobo y la Slytherin. Ella adquiría una caja de chocolates unos días antes de regresar a clases con el único propósito de entregarlos a su amigo y aquel año no fue la excepción. Remus se encontraba leyendo un libro en los jardines del colegio cuando una sombra se proyectó sobre él.
— Entrega especial. —dijo Ella Barker extendiéndole una caja de chocolates que Remus tomó con una sonrisa.
— Gracias Ella.
— Todo sea por mi merodeador favorito. —comentó— Solo no digas que lo dije, no quiero lidiar con esos dos. —Remus rio— ¿Tuviste un buen verano?
— Sin contar cuando la luna llena salía, entonces, si, lo tuve.
— ¿Fue difícil?
— Fue menos doloroso que otras veces. —contestó— Supe que James y Sirius fueron a tu casa.
— ¿Puedes creerlo? —exclamó tomando asiento a su lado— Ese sarnoso se robó mi libro y luego James casi me da un infarto, entiendo que les guste la adrenalina de cuando hacen bromas, pero ir a mi casa es demente. Debiste haber ido.
— Es demente, pero querías que fuera.
— Remus Lupin, por ti arriesgaría el pellejo. —dijo divertida haciendo que Remus tomara un leve sonrojo en sus mejillas— De nuevo, no se lo digas a ese par.
