❝My life is little for what you are really worth.❞
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Todos los Slytherin son iguales, aquello era algo que Jesabella siempre escuchaba en los pasillos del castillo, incluso antes de entrar a Hogwarts lo escuchó, sin embargo, a medida que iban pasando los años la bruja se dio cuenta que aquello estaba errado.
Aquella mañana despertaron con la noticia en el periódico sobre la muerte de Jeremías Beaver, ex prefecto de la casa de las serpientes cuando Jesabella estaba en su primer año, cualquiera podía ver en Jeremías algo diferente y aquella noticia lo comprobó.
Quién había redactado la noticia especulaba cómo había sido asesinado luego de intentar proteger a su familia, su esposa e hija murieron junto a él gracias a que se había negado a unirse a las tropas de Lord Voldemort.
La sala común de Slytherin entonces se llenó de varios comentarios, algunos lo veían como algo normal al haberlos traicionados, otros no querían opinar y estaba ese pequeño grupo que tenía miedo de lo que seguía, en estos dos último se encontraba Jesabella, quién solo observaba al resto, mientras pensaba en que sus propios padres podrían estar implicados en la muerte de Jeremías.
Las dos hermanas Barker conocían perfectamente lo que sus padres y hermano hacían, sabían de lo que eran capaces y aun así algo cambio en ellas mientras crecían, Jesabella no quería terminar como Jeremías Beaver, pero tampoco quería ser como sus padres.
— Tuvo lo que merecía. —escupió uno de sus compañeros de casa lanzando el periódico a la mesa— ¿Casarse con un muggle? Qué asco.
Jesabella quiso abrir la boca y decir algo, pero en su lugar se levantó y salió de la sala común aún con el amargo sabor en su boca. El aire frío anunciaba que el otoño estaba por terminarse golpeó su pálido rostro, sus manos se ocultaron en los bolsillos de su abrigo mientras seguía recorriendo los pasillos, solo para encontrarse con más problemas.
Los Slytherin son orgullosos, astutos, ambiciosos, harían lo que fuera para conseguir lo que quieren, todos lo tenían demasiado claro, el problema estaba en cómo los padres de esos Slytherin los criaban, entonces había más que solo aquellas características.
Y aún que los merodeadores dijeran que Jesabella era una de las pocas Slytherin que valían la pena, no podían cambiar el hecho de que había sido criada con los mismos pensamientos que sus padres tenían, no importaba cuanto ella quisiera ocultarlo siempre terminaban saliendo a la luz, en algún momento de su boca salían palabras que no quería decir.
Y Lily Evans fue la receptora de la furia que la menor de los Barker cargaba, todo el pasillo se quedó en silencio cuando la palabra sangre sucia salió de entre sus labios, la castaña observó a la pelirroja unos segundos antes de seguir caminando lejos del pequeño grupo de personas que habían sido los causantes de que todo eso ocurriera.
