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·Recuerdos de Paulina·

Meses habían pasado desde aquel diecisiete de octubre que cambió mi vida y mi futuro completamente. No sabía con exactitud cuánto tiempo hacía que estaba encerrada en una de las cárceles femeninas de máxima seguridad de México, con prisión preventiva y a la espera del día de mi juicio, pero habían transcurrido meses, estaba segura. Sin relación con el mundo exterior, sin saber cómo se encontraban mi hijo y mi hermana. El único contacto con el exterior que tenía era con mi abogado quien se encargaba de mantenerme al tanto de lo máximo que lograba comprender acerca de mi caso.

Nada más llegar a la prisión, se me había asignado la celda más peligrosa e insegura de todos los pabellones, debía compartir el calabozo con Yanetk, una sanguinaria jefa de dos Carteles franceses, ya exterminados debido a la caída de su matriarca. La cual por semanas enteras se ganó mi odio debido a sus constantes provocaciones, humillaciones y malos tratos, con el fin de hacerme pagar piso, como decía ella. Afortunadamente y sin perder mi estilo, pasadas esas semanas y al no dejarme hacer por ella, logré entablar una relación de compañeras de celda y tiempo después, compañeras, amigas y aliadas para organizar nuestro plan de escape dejando de lado todas nuestras diferencias, ninguna de las dos estábamos de acuerdo con la idea de acatar los, seguramente, veinticinco años que nos recaerían como condena a mí y a ella, respectivamente.

-¿En qué piensas?-Yanetk se sentó a mí lado sobre el delgado pedazo de goma espuma que era mi colchón. Quitó el mechón de cabello que cubría mi rostro y dirigió sus ojos al pequeño y sucio lazo azul que se encontraba enredado entre mis dedos, el clip del chupete de Romeo que mi abogado había logrado ingresar entre mi ropa.-Debes dormir, tenemos que estar lúcidas.

-Estoy ansiosa.-La chica de cabello ondulado debido a que siempre estaba recogido desprolijamente, asintió.-Quiero ver a mi niño, quiero saber que se encuentran bien.

-Ya falta poco y tenemos todo planeado a la perfección, es muy poco probable que algo no resulte.

-Lo sé, lo vamos a lograr pero tengo mis dud...

-¡Bueno, ya, mucha plática ahí!-Una de las guardias golpeó con su porra contra los barrotes de nuestra celda. Miré a Yanetk esperando que no reaccionara de mala manera.

-Vamos a dormir, mañana será un largo día.-Ella asintió y revolvió mi cabello sumamente corto, antes de subirse a la parte de arriba de la cama cucheta.-¡Oye no! Hoy me toca dormir ahí.

-Lo siento, reinita. Pero ya la elegí yo por hoy.-Sin oportunidad de protestar, bufé y no me quedó de otra que acostarme sobre el sucio colchón y taparme con la única manta limpia, por más frío que tuviera, no pensaba ocupar las otras que quién sabe de dónde las sacaron. 

Analizando y recordando hasta los más mínimos detalles de nuestra fuga, me terminé durmiendo.

(...)

Detuve mi caminar apresurado cuando al dar la vuelta por uno de los pasillos, pasaban dos guardianas controlando que todo estuviera en orden. Yanetk me empujó por la cintura obligándome a seguir caminando por lo que no tuve de otra que simular estar tranquilas por el patio de la prisión atestado de reclusas.

-Más te vale fingir correctamente si no quieres que yo misma haga que deje de ser ficticia las puñaladas-Dijo ella entre dientes arrinconándome contra una de las paredes. Respiré hondo y con un ademán con mi cabeza, dimos por iniciado el plan.

Fingir estar heridas gravemente luego de una discusión para que nos llevaran a la enfermería, una vez allí entrar en convulsiones debido a la supuesta puñalada y cuando fuera nuestro momento, reprimir a las guardias con las armas blancas que habíamos logrado ingresar, logrando escapar con la ayuda de la enfermera y la médica, por las pequeñas y enrejadas tuberías de la lavandería que se encontraba pegado a la enfermería.

Señorita Pólvora 2 ||Ovidio Guzmán||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora