Vida

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Me recorrí con cuidado a un extremo de la cama y trate de concentrarme para que mi voz sonara casi lastimera, como si suplicase algo, que sabía él podía darme.

-¿puedes acostarte conmigo?-pregunté y me sorprendí cuando mi voz salió casi quebrándose de dolor.

Lo vi mirarme, como si pensara algo pero después a paso lento y metiéndose con cuidado llego a mí, su sonrisa por unos segundos pareció iluminar el lugar y le sonreí.

-Me gustaría decirte que todo irá bien pero no es mi costumbre decir mentiras.

No sé si fueron sus ojos tristes, la sonrisa decaída, o las ganas de creer que lo que diría era verdad, pero cuando me decidí a hablar, las palabras salieron firmes.

-Ellos vendrán, nos sacaran de aquí y cuando eso pase tendrás que luchar por tu libertad, que yo lucharé por la mía.

Vi la sorpresa que estas causaron, vi el brillo en sus ojos centellar por milésimas de segundos y comprendí que él deseaba creerme más de lo que yo lo deseaba.

-Si eso sucede algún día seré el primero en hacerlo...

-Entonces deberíamos prepáranos.

Su sonrisa volvió, sus manos capturaron mi pelo y sus dedos comenzaron a juguetear entre mi cabello.

-Pero primero necesitas descansar, no se puede ir a la lucha moribundo.

No pude retener la risa y termine lamentándolo cuando la herida de mi vientre se quejó ante el fresco movimiento de mi cuerpo.

-Naruto, mi nombre es Naruto.-murmuré con una sonrisa.

Vi sus ojos oscurecer y un escalofrío me asaltó. Lo mire con duda esperando una respuesta.

-Yo...no puedo recordarlo...

Un golpe, un golpe que me había congelado por completo, parecía como si un balde de agua fría me hubiera caído empapándome, la realidad, la cruel e inflexible realidad, ahora se levantaba sobre mí.

¿Cuántas veces me tenía que caer en ella para que me quedara clara la situación?

Para que me quedara claro que a pesar de haber vivido en el mismo lugar nuestras circunstancias habían sido totalmente diferentes, para que pudiera comprender que haber vivido encerrado no era nada comparado al ser sometido al punto de olvidarlo todo.

-Lo recordaremos, los dos, cuando estemos afuera, dedicaremos todo el tiempo necesario para recordarlo.

El silencio que se instaló en la habitación parecía demasiado pesado, que incluso se podría cortar con cuchillo, tal vez mi recién descubierto amigo meditara mis palabras y estaba poniendo en juego si debía creerme o no, lo escuche suspirar y sentí su mano tocar mi frente.

-No ha bajado la fiebre - dijo, y le vi levantarse, escuche el ruido del agua ser vaciada y sus movimientos por el lugar.

Era extraño, yo no me sentía mal, la única molesta que notaba con fuerza era la pesadez de mi cuerpo, y lo embotado de mis sentidos, pero eso era algo a lo cual ya me estaba acostumbrando.

-Me siento bien - dije cuando lo vi acercarse con un pequeño cazo y telas.

-Es por todos los calmantes que te han metido- hizo una mueca mientras exprimía un trapo y lo ponía en mi frente.

-¿Los síntomas se irán?

-Como todo en esta vida, aunque a veces duran días.-de nuevo el silencio.

Le mire por un rato antes de tratar de acomodarme en la pequeña cama, sus manos corrieron a ayudarme y yo agradecí en silencio.

-¿Cuánto tiempo llevas aquí?-

El experimentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora