Layla Anette Romanov de Brittia, princesa imperial y heredera al trono del imperio Brittia. Nieta del emperador Eibom, actual emperador de obelia.
Esta bella princesa poco a poco va cautivando con su inocencia el frió corazón de los hermanos Alger...
-An, la abuela me dijo que has estado pensativa, qué sucede?.
Dejo de mirar el libro y miro al rubio a su lado, su padre. Para ser alguien de 20 años parecía muy joven, de seguro era por los genes de su abuela.
Aunque ese cabello rubio le daba la impresión de ya haberlo visto.
-an estuvo pensando en algo -susurro bajando un poco la mirada y jugando con su falda.
El rubio la miro preocupado y atento, algo había cambiado en su pequeña hija.
-"mi actitud es infantil pero si demuestro mi verdadera personalidad...ellos me harían algo?".
Tal vez debía de arriesgarse.
-...soñé cosas raras, una mujer murió y vi lugares raros como si fuera algo de otro mundo -lo miro a los ojos viendo que su padre no se demostraba sorprendido sino que la miraba comprensivo.
-ya veo, eso es entendible hija, puede que estés recordando tu vida pasada.
Ante lo que dijo lo miro sorprendida pero luego ladeo la cabeza.
-cómo?.
-uno de los poderes de una bruja es poder recordar su vida pasada o sus vidas pasadas, eso sucede en los 4 o 6 años de edad ahí es donde se manifiesta el poder de una bruja, no pensé que despertarás tan rápido tu poder, eres una genio hija -sonrió orgulloso acariciando su cabello.
Ella bajó la cabeza con un pequeño sonrojo y luego apretó sus labios.
-...papá no me odias por ser la heredera al trono y...no tu? -no pudo verlo pero sabía que se sorprendió ante su pregunta gracias al jadeo de sorpresa que soltó.
-claro que no, quién te dijo eso? -se sentó de golpe y la miro con suavidad.
Su hija al despertar su poder había madurado y ya no sería la misma de antes.
-n-no lo escuche en ningún lado...solo...solo lo pensé -susurro nerviosa.
El silencio reinó en la habitación poniendo más nerviosa a la princesa pero se sorprendió cuando su padre tomó su mano.
-jamás podría odiarte An, a mi jamás me intereso el trono y siempre supe que no me pertenecía, la abuela siempre trató de hacerme interesar por el trono pero jamás lo logró -solto una pequeña risa al recordar su pasado.
Cuando era niño su madre le explicó que si él o ella no tenía ninguna hija, el que gobernará el imperio a futuro sería él. Pero el pequeño niño le había dicho con toda la sinceridad del mundo que no deseaba el trono, que deseaba ser un guerrero y proteger al pueblo que su madre tanto amaba.
Su abuela y su madre habían pegado el grito en el cielo ante lo dicho y desde ese entonces trataron de despertar algún interés en el rubio por el trono. Pero siempre fallaban.
-hija, no importa si tu manera de ser cambia, si te sientes bien siendo como quieres ser nosotros te aceptaremos, pero somos tu familia así que no ocultes lo que sientes, la abuela y yo siempre te aceptaremos sin importar lo que decidas en tu vida.
Su voz sonó amable y suave haciendo que los ojos de la menor se cristalicen.
El rubio acarició su cabello con amor y cuando estuvo por alejar su mano ella sostuvo su mano.
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