PARTE I
𝕻𝖗𝖔𝖇𝖑𝖊𝖒𝖆𝖘
La habitación rosa pastel, llena de carteles de bandas de pop, cantantes y hasta modelos llena mi visión inmediatamente abro mis ojos. El dolor de cabeza no duda en aparecer, y debo suspirar un par de veces antes de recuperarme por completo.
− ¡Andy, despertó!
La voz de Clarie se adentra por mis oídos como balas, hago una mueca en respuesta. Ella aparece en mi campo de visión con arrepentida por gritar, yo le sonreí a medias para bajar algo de tensión.
−Gracias Claribel –mi hermano entra en la habitación rápidamente−, ¿cómo te sientes borreguita?
Mis ojos viajan a él inmediatamente.
Mi mente comenzó a recrear las escenas de lo que había sucedido. Poco recuerdo a decir verdad, más los dolores en todo mi cuerpo y cabeza daban las respuestas necesarias a su pregunta:
−Podría estar mejor...
Andrés ríe por lo bajo, acariciando mi cabello con dulzura.
−Nos asustamos tanto Ray, no sabíamos que hacer, caíste en una especie de coma...
Observo a Clarie, la cual lleva el mismo atuendo. Frunzo el ceño, preocupada.
− ¿Cuántos días estuve inconsciente?
Andrés le tira una mirada dura a mi amiga, la cual muerde su labio y se guía a sí misma hasta la salida. Intento detenerla, pero ella parece hacer caso omiso, tomando sus cosas y saliendo disparada de la habitación.
−Pensé que no despertarías...
− ¿Por qué fuiste tan duro con ella? No tuvo la culpa de-
− ¿Y quién la tuvo Rufina? –sus ojos, verdes como los míos, me miraron acusadores. − ¿Quién tuvo la idea de correr escaleras arriba de casa de los Salem?
Mi entrecejo estaba unido en medio de tanto que fruncía el ceño, intentando recordar lo sucedido.
Siento como mi cuerpo es bombeado en otra dirección. Caigo en lo que parece ser césped húmedo. Mis oídos comienzan a timbrar, el pitido se hace más fuerte, y temo por mi pie que ahora comienza a punzarme dolorosamente.
Pitidos. La casa de los Salem. Un golpe.
Miro a los ojos a mi hermano, y las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.
−Lo siento borreguita, no era mi intención-
−No fueron las chicas Andrés...
− ¿Fuiste tú? Rufina, ¿tú te acercaste a la casa de los Salem?
Asiento.
Mi cabeza comienza a tener más claridad de lo ocurrido en ese momento. Un sonido muy fuerte e irritante, pero abrumadoramente hipnotizador comenzó a zumbar en todos lados. Lo seguí, atrapada por lo que parecía ser una nube de inconciencia total. Mis amigas me llamaron, repetidas veces. Omití todo contacto externo a lo que me atrapó en aquel entonces, queriendo calmar a la bestia de la curiosidad que nació en mi pecho. Seguí caminando, sin rumbo exacto, hasta llegar al cercado. El alambre atrapó un pedazo de mi sudadera, y mientras intenté desenredarlo, el pitido se hizo más y más fuerte, lo que me hizo poner toda mi atención en el césped de los Salem. Ahí. En aquel jardín sin mantenimiento, estaba un cuerpo. El cuerpo de Alaïa Salem. Desnudo y pálido, sin vida.
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Rufina
WilkołakiEl pueblito de Maddison se caracteriza por poseer secretos y personas que aman los mismos. Cubierto de historias con finales turbios, el condado y su alrededor se han obligado a permanecer en sigilo, ocultándose de los medios fuera de sus hectáreas...