3. Volar

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Acrofilia: Atracción por las alturas o por personas altas.

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Una joven chica estaciona su carro dentro del gran estacionamiento del hospital donde no tardará en pasar gracias a que visitará un familiar suyo muy cercano. No se vistió tan formal ya que no quiere dar una impresión de dinero frente a los doctores y enfermeros, le desagrada ser el centro de atención, pero su madre (quien la acompaña sobre los asientos traseros) le insistió con que debe de maquillarse muy bonita para impresionar a la multitud. Que horror, ¿debe de hacerlo en un momento tan delicado?

Recrea un gesto sin emoción en su rostro gracias a que no se encuentra en un buen estado emocional y mental por lo que han pasado éstos últimos tres años, apaga el motor procurando tener todas las cosas importantes en su bolso de cuero con tal de no abandonar cualquier cosa valiosa en el auto, disimula sus pocas ganas de estar ahí con una mirada seria rebuscando en cualquier bolsillo limpio y con hoyos sus llaves, una vez las pescó como tiburón bajó del vehículo sacando el pie izquierdo primero al piso, ejerce fuerza en la planta pasando en segundos al talón ahora impulsándose para salir levantada, colocando sus pies perfectos (y entaconados) en el pavimento, lista para enfrentar lo que se viene.

La señora de cuarenta y nueve baja con una actitud enojada, lo sabe por cómo ha cerrado la puerta del carro, pero es entendible, ninguna de las dos podría hacer magia por más que le rece a Dios, nada podría curarlas, sólo podrían llevar terapia. Entrelazan sus dedos entrando juntas al hospital, lo primero que ven son muchos asientos ocupados por los familiares de pacientes internados u hospitalizados desde la mañana, un piso de azulejos súper brillante por la buena trapeada de quién sea el encargado en la limpieza, plantas demasiado grandes y sanas como para ser reales, grandes carteles motivando a todos en llevar una vida sana, horarios para visitas, anuncios de otros comercios y por último, las personas que atienden tras un gran vidrio. La joven chica no puede ir directo, su edad no le permite básicamente llegar sola y hacer alguna movida, pues según ellos para una visita necesita firmas de sus padres.

Su madre se forma detrás de un hombre para poder entregar una hojita que afirma la visita mañanera a su hijo. Se inclina a su oído derecho para preguntarle si quiere alguna bebida o snack disponible en las maquinas dispensadoras, ella le confirma su pedido de un café enlatado pidiéndole que no se oculte de su vista, sonríe levemente asintiendo con su pequeña cabeza haciendo un poco de ruido por los pasillos del hospital a tan temprana hora dirigiéndose a la maquina. Busca en su chamarra afelpada dinero en efectivo para comprar el café junto a un licuado también enlatado, al encontrarlo revisa el precio en los botones con fotos de cada bebida haciendo una pequeña cuenta de cuánto será, presiona con su índice los dos botones de las bebidas no tan calientes metiendo en un agujero delgado siete monedas de won, la maquina lo acepta y caen al mismo tiempo donde puede meter su mano, sacando así las botellas.

Da un pequeño giro reconociendo perfectamente el pasillo que está doblando una esquina no tan lejos de ella, le trae el primer recuerdo de la pesadilla que está viviendo como si hubiera sucedido todo en un mes: Los gritos, las lagrimas, los golpes, la puerta que se ensangrentó por una noche tan larga después del accidente, la gran tormenta de pensamientos negativos sobre lo que se avecina, su celular reproduciendo el sonido de las notificaciones tan irritantes, su madre con ataques de ansiedad, su padre gritándole a unos enfermeros... simplemente impactante. Se ve un poco tranquilo a pesar de que por esa puerta hay unas cuantas ambulancias que salen disparadas una vez reconocen la ubicación de alguna persona herida en las calles, metiendo la camilla al pasillo que guía a la sala de emergencias.

Las televisiones pequeñas ubicadas en los techos se van encendiendo una por una quedando en el canal donde están las noticias, unas cuantas personas que están sentadas en las filas de asientos color azul despegan la vista del suelo o dejan de charlar con quien vengan acompañados para poner atención, ella por mera curiosidad (más que nada por su madre que está discutiendo con la encargada detrás del vidrio) reposa sus ojos en el conductor vestido de traje, mientras agita con su diestra la botella del licuado para mezclarlo perfectamente bien como se anuncia en su empaquetado, sorpresivamente aparecen unas tres fotos de una especie de nave gigante con fuego a su al rededor, diciendo en la pantalla con grandes letras "Invasión espacial en Seúl".

[30 Days Of Smut] - ShowHoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora