~Día n°7~

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Día 7: Vampiro AU.

Resumen: Es despiadado, horrendo, doloroso y sangriento.

Es monstruoso.

Y  él ama cada segundo.

Advertencia

-Esta historia contiene sangre y violencia.

-También tiene un ligero tono sujestivo.

-Leve masoquismo.

Su mano agarró la barbilla de su enemigo, obligándolo a levantar la cabeza para que sus ojos se encontrarán

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Su mano agarró la barbilla de su enemigo, obligándolo a levantar la cabeza para que sus ojos se encontrarán.

Acaricia levemente el rostro del muchacho con su pulgar, mientras siente la mezcla de sudor y lluvia en la piel ajena. Las patrones circulares de falso cariño siguen por un rato de completo martirio del menor.

Contrastan tanto con la firme y dominante mirada en su ojo.

Eran falsos, pensó él. Y asquerosos.

Robin intenta apartar su cara de los cálidos dedos. Sin conseguir nada, además de dolor de espalda causado por el árbol en donde está arrinconado.

La ira, el pánico y el leve deseo se arremolinan en él mientras intentaba desesperadamente contenerlos. Ocultarlos en cuerpo y alma. Pero su mirada no compartía sus pensamientos y dignidad. Sus zafiros descubiertos por la derrota, aún fijos en el revelado rostro de Slade. Y sin embargo, teniendo la posibilidad de conocer su identidad, de analizarlo y reconocerlo, él no hace nada más que mirar. No su cara, eso no le importaba.

No, era ese pequeño rasguño sangrante lo que lo hipnotizaba.

El héroe resistió el impulso de lamerse los labios, imaginando en su lengua el dulce sabor metálico.

La herida se cierra para dejar una mejilla intacta y Robin hace una mueca de desilusión.

Slade se ríe entre dientes, su mano continúa acariciando su cabeza. Robin sisea mientras trataba de alejarse con la poca voluntad que le queda, solo para gritar cuando la mano se apretó sobre su cabello y levantó la cabeza.

—Quién lo diría— Susurra Slade para sí mismo.

El azul profundo sigue los movimientos del mayor, incluso cuando este le ocasionaba dolor en el cuero cabelludo y cuello.

No dijo una palabra, no podía, se encontraba en un estado casi catatónico. Solo por ver una mísera gota de sangre.

Slade sacó una pequeña navaja de su bolsillo y Robin pensó lo peor. Comenzó a forcejear con todas sus fuerzas. Sin importarle el sufrimiento de sus extremidades y el ardiente aire que llegaba a sus pulmones.

SladeRobin Week Donde viven las historias. Descúbrelo ahora