Peter trató de evitar mirarse a los ojos mientras se paraba frente al espejo del baño al cepillarse los dientes. Todo era demasiado. Su piel estaba demasiado sonrojada. Sus mejillas estaban demasiado regordetas. La suave hinchazón de la piel en su cuello había pasado a ser una papada. Incluso la mano que sostenía su cepillo de dientes parecía hinchada. Se sentía avergonzado de sí mismo incluso cuando estaba solo.
En un mal día se sentía avergonzado y asqueroso, y en un buen día, se sentía apático y resignado. Todavía no había decidido qué iba a ser hoy.
¿Qué se suponía que debía hacer con su peso? Había sido gordo toda su vida y sólo estaba empeorando. Nada de lo que hacía funcionaba. Su ropa ajustada se volvia más apretada y sus estrías más rojas, y en lugar de ser disuadido de abastecerse de paquetes enteros de gomitas en forma de gusano de Delmar, solo se sintió inclinado a comprar más. Más estaba empezando a no ser suficiente. Se sentía impotente y perdido, y lo único que Peter se sentía capaz de hacer era comer.
Peter suspiró con resignación antes de salir del baño. A pesar de cómo se sentía acerca de sí mismo, estaba ansioso por llegar a la cocina a buscar algo de comer. Tiempo de alimentar al cerdo, pensó con amargura.
"Buenos días", saludó May.
Peter asintió como respuesta. Las mañanas nunca eran buenas. No importa cuántas veces tenía que levantarse, vestirse e ir a la escuela, nunca se hacía más fácil. La idea de tener que enfrentar otro día, sabiendo muy bien que iba a continuar tomando las mismas malas decisiones de siempre, lo desanimaba y agotaba. Otro día de errores y más de lo mismo.
La sensación de temor le llegaba de lunes a viernes y fines de semana por igual, pero entre semana era peor. Subir las escaleras hacia la escuela dejaba a Peter sin aliento y sudoroso. Correr a clases hacía que su ropa se amontonara en lugares extraños. Sentarse en los pequeños escritorios lo hacía sentir literalmente como un elefante en la sala —las clases en las que se sentaba al frente eran aún peores porque sentía que todos miraban su figura desde atrás. Ver los cuerpos delgados de sus compañeros de clase en los pasillos solo le recordaba sus defectos. La escuela no era ideal.
No era que fuera intimidado o ridiculizado por su peso. No era como si no tuviera amigos —Michelle, Ned y el equipo de Decathlon estaban bien. No lo llamaban gordito o gordo, y nadie se burlaba de él. De vez en cuando, un extraño podría darle una expresión desalentadora —algo que comunicaba chico sabes que cargar tanto peso no es saludable sin que realmente hablaran— pero nada explícito.
En cierto modo, Peter se sentía peor cuando nadie decía gran cosa por su peso. ¿No podían ver lo que él veía? Peter sentía que tal vez si alguien decía algo, finalmente encontraría la motivación adecuada para ponerse en forma. Si alguien hablara y le dijera que era una ballena gorda, tal vez podría ponerse en marcha. Había oído hablar de muchas personas que alguna vez habían sido llamadas gorditas o grandes y desarrollan un trastorno alimentario o adelgazaban para mostrarles a todos que estaban equivocados. Peter deseaba desarrollar un trastorno alimentario, uno de los buenos, que lo hiciera delgado, no obeso, para poder demostrar que no era un vago inútil y que tenía algo más que ofrecer.
Pero nunca sucedió nada de eso, nadie dijo nada y nada cambió.

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Disorder (PeterxTony)
FanfictionPeter pesa 109 kilos y es miserable con solo 17 años. Él decide que ya es suficiente y toma una membresía en el gimnasio con clases de entrenamiento personal. Con Tony como su entrenador, Peter descubre que hay más en su camino que sólo perder peso...