Estación 1.

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Jueves en otoño, su etapa favorita.

"Miércoles: Champions.

Sábados: Bundesliga.

Lunes y viernes: ¿Entrenamiento?"

Todavía no le quedaba muy claro los días para cuando serían sus entrenamientos, pero si tenía claro que todos los jueves de cada mes era su tiempo para él, según la lista que trataba hacer. Sus días de ocupación eran insertos, por un lado estaban los entrenamientos y enfrentamientos para el club donde había sido fichado. Y por otro los entrenamientos y enfrentamientos que tenía con su equipo nacional en el cual raramente lo convocaban.

Erik seguía mirando la lista sin entenderla, aunque es sencilla para usted lector, para él no lo era. No arreglaba su propia vida con sólo 22 años, aunque ¿quién arregla su vida a tan corta edad?

Él estaba deseoso de poder poner un poco de orden en ella, por un lado estaba el fútbol y por el otro su familia y seres cercanos. Soltó el aire de sus pulmones e hizo a un lado la lista, llevo la taza de chocolate caliente a sus labios dejándose enamorar por el sabor. Dejo el vaso con un poco de la bebida casi terminada "para el final", recostó su cabeza en la ventana del tren dejándose distraer por el paisaje rápido, mientras sus pensamientos flotaban por su cabeza.

Siempre se hacía en el mismo lugar, cuarto vagón, asiento... él que quisiese pero en realidad siempre le había gustado el último de la esquina izquierda, ese tenía algo especial.

Solo su recorrido dentro del tren era de su silla a la cafetería, de la cafetería a la silla, nada más. Detestaba ser interrumpido por otros viajeros, se supone que en el trayecto él se relajaba para llegar como una persona nueva a su hogar, donde su madre lo recibía con una gran sonrisa y un abrazo que le bastaba para toda la semana.

Sintió una extraña sensación en su vejiga y busco con la mirada el cartel de los baños. Nervioso -como siempre- se levantó de su silla y se dirigió al tercer vagón, lugar donde se encontraban los baños, camino con la cabeza gacha ignorando las miradas posadas en él y entro al lavabo.

Secó sus manos en su jean azul y se dirijo otra vez a su puesto. Frunció el ceño y ladeo la cabeza al encontrar una persona en el puesto que él había escogido, se acercó rápidamente con el ceño fruncido y puños apretados.

—Disculpe usted está en mi silla —dijo arrogante. El señor que se encontraba en ella lo miro con cara de confusión y luego le sonrió—. ¿Acaso no me entendió? Esa —la señalo—, es mí —se señaló—, mi silla —dijo alzando la voz, y otra vez recibió la misma reacción, suspiró pesadamente cuando el personaje musito un alegre "¡Beryozka!"—. Quédese con la silla, igualmente usted no me entiende —agarro su valija y se fue del cuarto vagón, para buscar silla en el tercer vagón.

Entro con su ceño fruncido tratando de hallar algún puesto libre. Esquina derecha, tercer vagón, ahora iba a ser su nueva silla. Se sentó pesadamente, volvió su mirada a la ventana como lo hacía hace algunos minutos. Su mirada se perdió en los árboles que casi no los lograba procesar en su mente debido a que el tren iba a gran velocidad. Era su momento de paz.

Su sangre hirvió al escuchar los quejidos de un bebe y seguido una risa femenina. Apretó su mandíbula mirando al lugar donde veían los sonidos, él bebe estaba al lado derecho del vagón a unos siete puestos que él, la risa femenina no la pudo encontrar ya que sólo había sido similar a un impulso, pero igualmente siguió buscando por el mismo lado. Se dio por vencido y volvió a lo de antes.

La risa volvió a sonar y esta vez él se quejó fuertemente irritado, volteó la cabeza hacia la izquierda y vio una chica que tenía un libro en sus manos y su cuerpo estaba en posición fetal mientras tapaba una sonrisa con su mano. La miro por un momento para ver si volvía a reír pero no lo hizo más, suspiro de nuevo y volvió a escuchar la risa, totalmente irritado se dirigió a donde estaba la dama. Camino decidido para decirle que hiciera silencio de una buena vez pero sus piernas se debilitaron cuando ella lo miro, trago saliva y fingió que iba para otra dirección, la muchacha no le prestó atención y volvió su mirada al libro.

Después de unos minutos de estar escondido en el lavabo salió con la mirada en el suelo hasta sentarse en su silla. Abrió su libreta y antes de escribir apretó sus manos fuertemente haciéndolo tomar una bocanada de aire.

"Jueves, vagón tres, lugar izquierdo tres puestos adelante del mío, en unos casi perfectos 160 grados"

La miro otra vez nerviosamente mientras jugaba con su lapicera en una de sus manos.

"Cabello negro, tez blanca casi como la nieve, ojos verdosos si bien lo recuerdo, labios carnosos pero finos y rosas"

Guardo la libreta otra vez y el tren por fin frenó, ya había llegado a su ciudad natal. Sonrió y miro sin querer a la muchacha, se puso nervioso al ver que ella también lo observaba, ella carcajeo delicadamente y su corazón se agito tanto que le dolió el pecho, aparto la vista de ella y mordió sus mejillas. Bajo rápidamente del vagón y se escondió detrás de una columna de la estación esperando que ella saliera, presto atención a cada una de las personas que salían del tercer vagón pero ella nunca salió.

Tercer Vagón | Erik Durm.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora