Capítulo 3: hold on.

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Hold on - Good Charlotte.

"Hold on, it gets better than you know."

Capítulo 3.

Llevo toda la mañana dándole vueltas a la nota de mi madre que he encontrado al despertarme sobre la encimera de la cocina.


"Buenos días, cariño. Hoy volveré a la hora de comer, tengo algo que decirte. Pasa un buen día. Te quiero."


Mi madre nunca sale del trabajo a esa hora, me preocupa que algo malo haya pasado, pero de ser así, me lo hubiera dicho, o eso espero. De todos modos, estoy algo emocionada, hace mucho tiempo que no paso tiempo con ella, madre e hija, la echo de menos, y sé que ella me echa de menos a mí. Aunque no quiera admitirlo, sé que se siente sola y dolida, es díficil hacerse siempre la fuerte, todos necesitamos nuestro punto de apoyo, algo así como nuestro cable a tierra.


Me encuentro en clase de Filosofía, hablando sobre el machismo y el feminismo y demás cosas que, de todos modos, no consiguen que me distraiga; aun cuando la filosofía es una de mis clases favoritas, el profesor es algo aburrido. Zac se entretiene a mi lado dibujando penes sobre su mesa -él es así de infantil- mientras yo juego con la manga de mi camiseta como si fuera lo más divertido del mundo -en este momento lo es-. Tarareo en mi mente una canción de un anuncio de zapatos.


-¡Sam! -Levanto la cabeza desconcertada. -Se ha acabado la clase.


-Oh. -Miro a mi alrededor cómo mis compañeros empiezan a recoger sus cosas a todo correr, mientras el profesor no-me-acuerdo-de-su-nombre intenta hacerse oír sobre el barullo que generan, avisando de la entrega obligatoria de un comentario de texto sobre el machismo el próximo día de clase. -Por fin.

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Esta vez, me siento con mis amigos en el recreo, hablando sobre un youtuber el cual acabo de descubrir y me encanta. Soy friki y me gusta serlo. Mi teléfono móvil vibra en mis pantalones con un nuevo mensaje. De mi garganta se escapa una carcajada grave y fuerte, al ver la foto que Helen me ha enviado, es ella con la boca abierta como si estuviera gritando, el pelo desordenado y los ojos cerrados, con un mensaje debajo que dice: "CALUM ME HA SALUDADO, ME VOY DE LA VIDA, ADIÓS". Ahora todos los pares de ojos de la cafetería están sobre nuestra mesa.


-¿Qué pasa, rarita? -Su característica voz me deja claro quién es antes incluso de que me haya dado la vuelta. -¿Ya te has dado cuenta de las pintas que llevas?


-Nah. Es que me acaban de decir cuánto te mide. -Me giro y le sonrío, toda la cafetería corea un "Uuuuooooooo" al unísono. Punto para mí. Él se ríe entrecerrando sus ojos.


-Si tienes suerte, algún día la verás por ti misma. -Y me guiña un ojo antes de irse. Se cree un machito por el que todas babean. Bien, le va a quedar claro que yo no soy todas.


-Imbécil...


-Sam, ¿se puede saber qué demonios le has hecho al nuevo?


-¿Yo? -Grito. -¿Pero no ves que es idiota? Tiene algún desorden mental o yo que sé. Yo no le he hecho nada.


-No le sigas el juego y ya te dejará. -Harry se encoje de hombros. Bufo.


-Más le vale.


Saco el móvil de nuevo para responder a mi amiga.


"Eres bella como una camella".

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Voy camino a casa después de 6 largas horas de tortura mental y social. No soy exagerada. Helen me ha mandado otro mensaje diciendo que me invita a su casa el fin de semana, eso ha sido completamente la mejor noticia del día después de recibir ese 4 en biología.


Cuando llego, mi madre ya está acabando de preparar un sabroso pollo asado que huele por toda la casa. Me hace recordar a los viejos tiempos, cuando era pequeña y volvía hambrienta de la escuela esperando por la deliciosa comida que me aguardaba sobre la mesa. Cuando comíamos todos juntos contando historias.


-¡Hola! Ya he llegado.


-Hola, cariño. -Se acerca y me da un abrazo. -¿Cómo te ha ido?


-Estoy cansada... -Río. -Hummm, qué bien huele.


-Lo sé y está listo, ¿tienes hambre?


-Ni te imaginas.


Cuando terminamos de comer me siento llenísima, hacía tiempo que no comía tan bien, al fin y al cabo, yo no soy una gran cocinera, mi especialidad son la pasta y la pizza. Y los huevos fritos.


-Mamá... Me has tenido esperando toda la mañana. Va, dime, ¿qué me tienes que contar?


Ella sonríe inmensamente. No la había visto sonreír así en meses.


-Verás... Llevo un tiempo viendo a alguien y creo que va en serio. -Ella sonríe y yo sonrío. No me lo puedo creer. Por fin las cosas van bien para alguien.


-¿Quién es? ¿Cómo es? ¿Lo conozco? ¡Cuéntame! -Se carcajea. -No te rías de mi, cuenta.


-A eso iba... Quiero que lo conozcas esta noche, va a venir a cenar.


-¿En serio? -Suelto un gritito emocionada.


Media hora después estoy en mi habitación, cuando he terminado de acosar a preguntas a mi madre. Me emociona tanto verla así de feliz... Creía que nunca la iba a volver a ver sonreír como lo hacía cuando papá vivía. Y sé que no lo está remplazando, solo está intentando ser feliz de nuevo y estoy muy orgullosa de ella. Me tumbo sobre las sábanas grises de mi cama y observo la frase escrita en mi pared: "Aguanta, las cosas van a ir mejor de lo que crees".

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