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Desde pequeña, Yuna siempre quiso ser la guardiana de las estrellas.

Le gustaba ver su resplandor y belleza, se sentía acompaña a su lado. Tenía una admiración por ellas que jamás supo convertir en palabras por que sentía ser algo más profundo, algo que su corazón no sabía cómo concretar. Yuna simplemente estaba consciente de que la vida de ningún ser vivo sería la misma, sin su resplandor, que la galaxia sería un lienzo oscuro sin aquello que muchos humanos sentían tan lejos y para ella eran como sus compañeras de vida.

La pelirroja tenía un control absoluto sobre ellas y conocimientos que había adquirido gracias a las enseñanzas de su tío, el actual guardián de su brillo.
A Lee le gustaba pasar mucho tiempo con él mientras conversaban acerca de sus nuevos descubrimientos, como cuando le habló sobre Kronos, la estrella que se encargo de "devorar" planetas, una que debido a su expansión logró eliminar alrededor de quince cuerpos celestes.

Yuna de verdad estaba encantada con la idea de poder ser su heredera, y aquello finalmente estuvo a su favor cuando al cumplir diecinueve después de un pequeño ritual para la revelación, se dio.

Mientras ella se encargaría de las estrellas, su hermano sería la próxima Luna.

—  ¿Ya sabes a donde ir? — puede notar como su pregunta hace suspirar al chico a su lado. Minho esta acostado en su habitación mientras miran hacia el techo.

Ya habían pasado alrededor de once meses desde su cumpleaños y hace poco tiempo fueron informados sobre que sus respectivos días se acercaban.

El día de la Luna y el día de las estrellas era una especie de festividad en donde se inauguraba a los nuevos herederos de las mismas, cada cuarenta años desde que el sucesor obtenía su cargo.

No siempre eran los herederos de la Luna los guardianes directos. En todas las generaciones siempre se conversaba del tema con la finalidad de que no existiera una disputa de poder, aunque desde años ancestrales era algo sumamente pacífico. Existía la posibilidad de tener más hijos, pero la única regla era que sólo podían heredarla los primogénitos mellizos independientemente si eran hijos de la Luna o las estrellas.

Lee Hyunwoon sin embargo, no había tenido la oportunidad de procrear por un problema de esterilidad que se descubrió a la edad de sus veinticinco. Siendo esa la mayor razón de peso por la cual los hijos de Lee Minyu, Minho y Yuna heredarian sus puestos sin ninguna objeción.

— Nisiquiera sabía acerca de esto, Yuna.

Ciertamente, aunque la celebración de los días era importante, nunca era conversada o revelada con los próximos herederos por un tema de costumbres y sorpresa. Ellos sólo creían que se harían cargo de sus respectivos puestos sin ninguna clase de acción previa.

Y realmente era por que no podía ser llamado a ello "festividad" sino una acto que cada heredero hacía en soledad con su respectivo puesto.

Lux era el nombre principal que se dividía en dos: Luna y estrellas. Debido al gran esfuerzo y peso que conllevaba su cuidado, cuarenta años era el estimado para que alguien nuevo se hiciera cargo. Aquello no era más que un acto simbólico, el antecesor a ellos elegía un día que considerará el más óptimo. Debían bajar a la Tierra y recibir su luz desde allí, con la libertad de elegir el lugar donde lo llevarían acabó.

— Cualquier lugar está bien — dice mirando por unos segundos de reojo el perfil contrario — La Luna alumbra exactamente igual en todo lugar.

— En verdad que eres tonto — murmura y siente un pellizco en su estómago — Hasta yo se que no es lo mismo, por lo menos no de una manera especial; debes escoger un lugar que te guste, algo que valga la pena.

By The Moon ஜ Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora