Metanoia

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Efectivamente, el chico que se encontraba frente a mí era un lobo y al mismo tiempo un humano. Claro que dudé de la realidad de todo aquello, de la coherencia, la credibilidad, pero comprobé que de verdad estaba despierto golpeándome con la pata de la mesa en el talón.

-Y.. bueno... ¿Ahora qué...? Nunca he conocido a alguien como tú. No sé si quieres un trato especial, si algo de lo que te digo te puede ofender o, no sé.

-Jin, tranquilo. He vivido tanto en la ciudad como en el bosque así que más o menos interpreto las cosas similar a ti. No te preocupes por vigilar vocabulario que no conozca ni nada.

-Oh, entonces me quitas un gran peso de encima. Es un alivio...

Continuamos hablando tranquilamente en un ambiente de lo más agradable y cálido, como si de verdad lo conociera desde hacía mucho tiempo, pero habían sido tres días, y uno de ellos en su forma animal. La confianza se estaba pasando excesivamente rápido y eso me molestaba que pasara, pero no con él, no con Namjoon. No dejaba de preguntarme el motivo por el que esto pasaba, terminando en la misma conclusión: pasaba porque tenía que pasar.

Aquel día me acompañó al trabajo como Namjoon. Decidimos algo durante nuestra charla: él se quedaría viviendo conmigo y me acompañaría a trabajar porque esto me facilitaría saber qué era lo que le dolía a los animales. La única controversia que encontraba en aquello es que era un lobo negro con unas garras y unos dientes que te hacían retroceder unos cuantos metro a gran velocidad.

Y así fue. Conviví con Namjoon durante un mes y bastante más, casi dos podríamos decir, disfrutando de la presencia el uno del otro, aumentando la eficacia de mi trabajo, haciéndome sentir una gran satisfacción con mi empleo, y más aún con su presencia. Al final no fui a la convención a la que me habían invitado, pero tampoco sería un gran problema, pues podría enterarme por otros medios y contactos respecto al virus y a su tratamiento.

Era 23 de noviembre, un día lluvioso, feo para unos precioso para otros. Siempre que llovía se formaba un arcoíris en el campo y aquello era digno de contemplar. Normalmente me sentaba al lado de la ventana donde se veían todos los colores, donde la lluvia chocaba contra el cristal haciendo un sonido que me llenaba de satisfacción. Tomaba un chocolate caliente mientras me tapaba con una manta gruesa y leía un libro que me atrajera. De esta forma podía sentir lo que era la verdadera paz interior. La calma llenaba la habitación cuando la llovizna caía, pues todos los animales se quedaban tranquilos en un sitio de la casa, normalmente acurrucados entre ellos, y aunque me había esforzado tanto en ponerles una manta encima a cada uno, siempre terminaba escondida en algún sitio. Namjoon se encontraba a mi lado, tumbado en el suelo con los ojos cerrados, moviendo la cola lentamente. Varias veces le pregunté si se aburría estando así, pero siempre me negaba con la cabeza, explicándome que estaba de lo más a gusto de esa forma. De vez en cuando bajaba la mano a su pelaje y lo acariciaba lentamente, muy, muy lentamente.

Cuando terminé el libro ya eran las 2:31 de la mañana. Cerré la obra y la dejé sobre la mesa con cuidado, agachándome para dejar un beso en su cabeza, quitándole un poco de pelo que tenía en el cuerpo, pues en esa época los animales cambian el pelaje y el plumaje para protegerse del frío.

-Namjoon.- Susurré lo más dulce que pude para intentar despertarlo. Este abrió un poco un ojo, mirándome unos segundos antes de volver a como estaba antes.- Venga, es tarde. Vámonos a dormir a la cama.- Intenté cargarlo en brazos, pero él hacía fuerza para negarse a ser cogido, así que terminó levantando una pata y rodeándome el cuello hasta tumbarme entre su pecho. No pude evitar reírme, tratando de hacerle cosquillas, pero nada, sin reacción. Tuve que estar en aquella pose hasta que una gran idea me vino a la mente. Fingí estornudar. Namjoon se levantó rápidamente, agarrándome de la sudadera para llevarme a la cama, tumbarme con él y arroparnos a los dos. Se me hizo increíblemente tierno, aunque de normal ya me tenía conquistado.

Al día siguiente me desperté entre sus brazos. A veces volvía a ser humano mientras dormía, y varias veces me encontré entre su pecho. Levanté la mirada hacia él, acariciándole suavemente el rostro. Un pensamiento fugaz me cruzó la mente, y claro, en ocasiones era tan impulsivo que me acerque en exceso a sus labios, mirándolo como si fuera todo mi mundo. Creo que fue en ese momento cuando sentí que el corazón se me aceleraba cada vez que estaba más cerca de lo que suelo estar con las personas, o había un pequeño detalle entre nosotros o algo por el estilo.

Estaba enamorado de Namjoon.

AparienciaWhere stories live. Discover now