Mi suerte era o fabulosa o estaba bajo tierra, nunca tenía un punto intermedio, a excepción de esto, que no sabía exactamente si era algo de lo que sentirme feliz o muerto de vergüenza: Namjoon me encontró pegado a él, casi rozando los labios con los suyos, analizando y alabando su físico en mi mente. Me aparté lo más rápido que pude, pero no fue como pensé. Me cogío de la cintura con fuerza, sonriendo como un bobo, poniéndome aún más nervioso.
-Namjoon, suelta, tienes mucha fuerza.- Tuve que poner esa excusa para no morirme tanto del bochorno tan desagradable que estaba pasando en ese momento, intentando separar mi cuerpo del suyo empujándome de sus hombros, aunque él seguía echándose unas risas.
-Jin,¿por qué estabas tan cerca de mí mientras dormía?- Preguntó. Me dio la sensación de que sabía perfectamente el motivo, así que lo único que pude hacer fue tintar las mejillas de un color rojizo y apartar la mirada, dejando de hacer fuerza porque lo único que estaba consiguiendo era cansarme.
-Por nada. Me he despertado así de cerca porque a alguien le da por abrazarme mientras dormimos y por romperme las costillas en el proceso. ¿No sabías que tienes aún más fuerza durmiendo? Me he despertado más de una vez agobiado por ti.- Agradecía tanto en ese momento tener un don para mentir...
-¿Así que te fijas en mis abrazos? ¿Significa que te gustan?
-¿Has escuchado lo que te he dicho? Para no fijarme en ellos, si es que me dejan hasta sin respiración.
-Eso es muy romántico. - Esa palabra me hizo dar un tremendo vuelco, levantándome rápidamente de la cama para darme la vuelta, coger una sudadera e irme de la habitación tan rojo como una cereza. Sí, me encantan las cerezas.
Namjoon me siguió por detrás. Podía escuchar su risa desde la cocina acercarse bajando las escaleras. Al estar en la puerta, dejé de hacer el desayuno y me apoyé en la encimera alzando una ceja. Negó con la cabeza, volviéndose a reír, a lo que solamente rodé los ojos y continué con lo que estaba haciendo. Se acercó a mí para ver si podía ayudar en algo, pero me encargué de asegurarme de que no tocara ni la más mínima cosa. En los dos meses había hecho cosas que le pasan a todo el mundo, pero cuando quemó una sartén y los ingredientes estaban crudos decidí que, por el bien de ambos, no se acercara más a la cocina. Sin embargo, el chico volvió a levantarse hacia mí, hablando con un puchero en los labios mientras apoyaba la cabeza en mi hombro.- Por fa, déjame hacer algo. Te prometo que haré algo que te gusta mucho y tienes ganas.-
-¿Eh? ¿Podrías?- En mi mente imaginé una gran tarta de tres chocolates, o tal vez un brownie... un batido también me apetecía. De solo pensarlo ya tenía la boca hecha agua.
-Claro que puedo, y sé con firmeza que te va a encantar. Déjame, por fa.- Tenía que ceder. Mi mente y su puchero estaban pudiendo conmigo, así que me aparté para dejarlo en la encimera, pero me retuvo agarrándome la sudadera para que no me moviera.
-Namjoon, la sudadera.- En realidad no pude terminar la frase. Todo pasó muy, muy rápido. Volvió a colocarme donde estaba antes, pero esta vez mirando hacia él, apoyando las lumbares sobre la piedra. Pasó los brazos por la espalda y me besó con tanto cuidado y cariño que me dejé llevar casi al instante. Cuando nos separamos, yo estaba completamente perdido mirando al chico con toda mi atención mientras que él sonreía alegremente.
-Te he dicho que te iba a gustar.- Yo aún no podía hablar, estaba en shock. Había sido demasiado espontáneo. Tenía la mano que parecía un terremoto y el corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. El chico se lo estaba pasando en grande porque desde que se había levantado no dejaba de reírse.- ¿Se te ha comido la lengua el gatito?
-Y-yo... ¿Cómo puedes estar tan tranquilo? ¿Y qué te ha hecho pensar que yo quería un beso? Creía que decías algo de comer.
-Y es algo de comer. Te he comido los labios.
Su frase me sobresaltó tanto que como respuesta le di un pequeño golpe en el brazo, lo que, como era de esperar, le hizo reírse. Me fui al salón básicamente a llorar de emoción porque sí, me había encantado. No dejaba de pasar la lengua por los labios recordando esa sensación, ese estómago revuelto de la mejor forma posible. Apareció con un vaso de leche blanca y otro de chocolate caliente que sobró del día anterior. Me entregó este último a mí mientras se sentaba a mi lado más feliz que una perdiz.
-¿Qué?- Pregunté cogiendo la taza y escondiendo parte del rostro en la misma cuando fui a beber.
-Nada. ¿Ya no puedo mirarte?
-No.
-No te enfades. Sé que lo estabas deseando pero eres demasiado tímido.- Mierda, había dado justo en el clavo.
-Para nada, imaginaciones tuyas. ¿No vas a desayunar?
-Jin, sabes que los perros leen, o más bien, saben el ambiente que hay a la perfección. ¿No has pensado que...?
-¿No vas a desayunar?- Le interrumpí otra vez para que dejara el tema, pero era como hablar con una pared.
-¿No has pensado que he sentido todas las veces que...?
-Mmh, el desayuno está delicioso.
-¿...todas las veces que te has puesto nervioso porque he hecho algo cariñoso contigo cerca?- Lo tuvo que decir rápido para que no le interrumpiera. Me dejó callado de golpe. No había caído en algo tan simple como eso. Cogió la taza que tenía entre mis manos y la dejó sobre la mesa con cuidado. Acto seguido me tumbó en el sofá. He de admitir que tuve un poco de pánico en aquella posición.
-Namjoon, estoy desa...- Ese chico me tenía dentro. Ahora había sido él el que me había interrumpido con otro beso al que correspondí dejándome llevar, pasando las manos por su espalda a la vez que él se colocaba encima con mayor comodidad.
Ninguno de los dos recuerda cuánto tiempo estuvimos besándonos, pero hubiéramos estado más si Jimin no hubiera llamado al timbre. Qué oportuno era ese chico, de verdad. Me levanté para abrir la puerta, pero antes aquella persona que ya no tomaba como un simple amigo me lanzó un beso acompañado de un guiño y volvió a su forma animal.
-¡Buenos días! Hala, Jin, te noto acelerado. ¿Has estado haciendo ejercicio?- Me preguntó el chico curioso. Supuse que lo relacionó por mi pijama deportivo. Era una buena forma de camuflarlo.
-Sí, he estado ejercitando con el lobo.
-¡Quiero verlo! Solo lo he visto de lejos, pero he visto a mucha gente acercarse y acariciarlo. Va a tu lado siempre. Es increíble.
-Ya, supongo que está agradecido de que le haya salvado. Pasa.
Ambos nos dirigimos al salón otra vez. Jimin se echó corriendo a Namjoon a acariciarlo y abrazarlo. El animal solo me miraba como si estuviera sufriendo, y es que el invitado a veces era muy eufórico con los animales.
-Jimin, lo agobias. Ven, siéntate conmigo. Deja que se acostumbre.
El chico me hizo caso y se sentó conmigo. Namjoon se acercó a mí, subiéndose al sofá para sentarse en un principio, pero terminó encima de mi regazo durmiendo.
-¿Y bien? ¿Qué necesitas? ¿O has venido para hacerme una visita?
-Verás...- Su rostro cambió rápidamente a uno más oscuro, triste y preocupado. El mío también lo hizo suponiendo que no eran buenas noticias.
YOU ARE READING
Apariencia
RomanceKim SeokJin es un veterinario de un pequeño pueblo alejado de la sociedad cercano a un bosque de pocas hectáreas y ciertamente pegado a otro pequeño pueblo, aunque separado por el soto. Un día, el chico se encontraba comprando ropa necesaria para u...