Día IV

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Día 4: College AU (Agnst)

El primer error de Kenma fue creer que podía ser "amigo" con derecho de Kuroo. El segundo fue creer que era inmune a la enfermedad del amor no correspondido. 


Kenma no sabe cómo se siente romperse un hueso, a pesar de su torpeza siempre ha tenido buenos reflejos así que siempre ha podido evitar tales accidentes. Tampoco conoce -ni conocerá jamás- el dolor de un parto. Nunca ha tenido cálculos biliares, tampoco se ha quemado jamás -a no ser por el desgraciado sol que siempre intenta evitar-, las migrañas alcanza a atacarlas antes que se vuelvan insoportables y solo una vez le dolió una muela cuando tenía diez años. Sin embargo, ninguno de esos dolores, a pesar que son catalogados como los peores dolores que puede sufrir el cuerpo humano, son tan fuertes como el dolor que siente ahora mismo. 

A penas si puede respirar. Se ahoga en su propio vómito y sangre mientras se aferra a la tasa del baño con ambas manos porque siente que va a desmayarse en cualquier momento. Su garganta continúa haciendo arcadas mientras siente algo terriblemente doloroso subir por su traquea, arrasando todo a su paso, dejando horribles heridas que le hacen soltar gemidos lastimeros mientras sus ojitos irritados se llenan de lágrimas. 

Puede sentir la mano cálida y temblorosa de su madre acariciar su espalda como si eso le sirviera de consuelo para saber que no está atravesando esto solo, pero ni la mano cálida de su madre ni nada en el mundo podría quitarle el dolor que siente cuando la primera flor completa se abre paso por su garganta hasta caer en el agua dentro de la tasa junto con varios hilillos de sangre y saliva. 

Se quedan un rato en silencio, madre e hijo mirando el desastre rojo y blanco regado por todo el baño. 

Habían estado comiendo tranquilos. Su madre, desde que se enteró lo que estaba creciendo dentro de su cuerpo, no hacía más que cuidarle e intentar hacerle reír. Le cocinaba tartas de manzana que llenaba su pancita de felicidad, sin embargo no había mucho remedio para su mal. La suerte que tenía Kenma de tener una madre que le apoyara en esas circunstancias era enorme, se sentía realmente afortunado de poder -al menos- apoyarse en su madre. 

— Cariño... 

Kenma suelta un suspiro ante la voz preocupada de su madre. Quiere decirle que está bien, que no se preocupe pero su garganta está tan lastimada que no puede siquiera hablar. 

La mujer le ayuda a ponerse de pie, le sujeta de debajo las axilas para mantenerle levantado cuando las piernas de Kenma flaquean e intentan mandarle directamente al suelo. El peliteñido se aferra al lavamanos con su vida para mantenerse alzado mientras su madre le lava los dientes con cuidado, cuando debe tomar agua para enjuagarse, lo que escupe es sangre mezclada con la pasta dental. Suelta un quejido cuando una tos, que intenta aguantar para no sobreexigir su garganta, lo ataca pero de todas formas termina encogiéndose sobre si mismo, tosiendo sobre superficie blanca del lavamanos que en un dos por tres se llena de pétalos blancos roseado con gotas de sangre. 

Kenma se larga a llorar de inmediato porque simplemente no aguanta más. Quiere saber qué hizo para merecer ese castigo, si quizás había un Dios allá arriba que, por favor, le ayudara porque no quería morir. Kenma realmente no quería morir. Durante los últimos días se había dado cuenta que le faltaban muchas cosas por vivir, tantas experiencias que no ha tenido, pero aquella enfermedad parecía no querer darle tregua alguna. Empeoraba con los días.

— Vamos a recostarte, Kenma —murmura su madre, acariciándole el cabello con dulzura y dejando un par de besos en su coronilla. Kenma se apresura a negar con la cabeza.— Pero...

No puede faltar a clases, no si eso significa no ver a Kuroo hasta el día siguiente. No quiere no verlo. Necesita aunque sea mirarle de lejos -aunque sabe que no será posible porque el chico siempre está hablando y riendo a su alrededor-, pero necesita tenerle cerca. Eso hace que el dolor en su pecho sea más soportable, que se sienta más fuerte, capaz de afrontar lo que sea.

KUROKEN WEEK 2020 [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora