Micro Machines

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Draco soltó su maleta que cayó al piso con un sonoro 'puff', sus padres normalmente se lo hubieran reprochado si no fuera por el hecho de que regresaban de unas vacaciones infernales. El menor de los Malfoy desde luego no lo había disfrutado ni un poco.

Todo había comenzado con verse obligado a invitar a Weasley. No lo malinterpreten, en la cama era toda una zorra el pelirrojo, pero no servía para sacarlo ni a la esquina. Él simplemente estaba cubriendo sus necesidades, no merecía un castigo tan grande como tener que cargar con un mono sin modales y ni siquiera poder tirárselo ya que sus padres estaban allí.

Sumado a eso, cuando llegaron, el hotel aseguraba que ellos nunca habían hecho reservaciones y no les quedaba lugar. Al no conseguir alojamiento en ningún lugar decente, terminaron en un sitio que se caía a pedazos, Draco estaba seguro de que había agarrado al menos tres tipos de alimañas parásitas en ese asqueroso lugar.

Las paredes parecían hechas de cartón por la poca privacidad que daban y todos parecían pensar que él tenía la culpa. El momento más remarcable del viaje fue cuando a Ronald lo mordió una serpiente. Su madre se desmayó a la simple vista y su padre se mantenía murmurando algo sobre una maldición y serpientes.

El volver al hogar era una bendición largamente esperada, y quizá es por eso que cuando entró en su habitación, encendió la luz y se encontró con la visión de alguien acostado en su cama soltó un grito agudo más digno de una niña que de un hombre. No que jamás fuera a admitir eso más tarde.

Estuvo a punto de agarrar la pistola que se encontraba escondida detrás de uno de los cuadros cuando las carcajadas provenientes de la cama le hicieron darse cuenta de que esa voz la conocía de algún lado.

─¿Barty Crouch Jr? ─preguntó incrédulo antes de adoptar una mueca de desagrado─. ¿Qué rayos haces en mi casa, y más aún en mi cama?

─Escuché que ese pelirrojo fue incapaz de calentarla adecuadamente en tus vacaciones y vine a ver si te podía hacer un favor ─respondió socarronamente.

Draco se movió con rapidez hacia el cuadro pero la carcajada de Barty resonó en la habitación. El rubio pudo ver con claridad el arma que estaba intentando alcanzar, el único inconveniente es que estaba en manos del intruso.

─¿Buscabas esto, pequeño Malfoy? Desafortunadamente para ti, registré de sobra el lugar. Pero no hay nada de lo qué preocuparse, simplemente estoy aquí para darte una lección.

Cuando el joven Crouch se paró de la cama, Draco se pegó contra la pared, los ojos grises llenos de miedo por el castigo a venir.

─No te me acerques. Mi padre... mi padre...

─Tu padre no hará nada si sabe lo que le conviene. Además, no hay razón para estar aterrorizado, no soy Macnair, no vengo a ser tu torturador.

─Sí, claro... tú...

─¡No pruebes mi paciencia! No tengo ni tiempo ni ganas para escuchar tus pataleos de niño mimado. Si te vas a comportar como idiota, puedo empezar por eso que tanto pareces estar deseando. Si no quieres que ocurra, cierra la puta boca de una vez.

El rubio temblaba ligeramente y Barty soltó un suspiro antes de tirarse nuevamente en la cama. Silenciosamente movía la traba de seguridad del arma hacia arriba y abajo una y otra vez. El silencio entre ellos sólo se rompía por los movimientos del piso de abajo, nadie se había percatado del intruso, infiltración era la especialidad del mayor.

Draco finalmente comprendió que no iba a ser ejecutado de momento y se movió lentamente hacia la silla, preguntándose si habría algo que pudiera usar como arma en su escritorio.

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